Esperanza: “Bendigo a las almitas y me dicen gracias”
En plena entrada al Cementerio General de Cochabamba, en el que hay más de 20 mil tumbas, está sentada con un crucifijo en el pecho y dos campañas en las manos, Esperanza Coaquira Leyva. Está ahí todos los lunes, miércoles, jueves y sábados desde las 7:00 hasta las 18:00, rezando para las almas y los difuntos.
Así ha pasados sus días desde hace 25 años, cuando quedó viuda, con cuatro hijos y perdió la vista.
Contó: “Yo vine aquí al cementerio, porque mi esposo ha fallecido. No sabía de dónde sacar dinero y más que todo porque perdí la vista”. Entre recuerdos ,comentó: “Me puse a llorar, le he dicho a Dios: No estoy viniendo a robar, sino a trabajar por lo menos para el pan del día. Seguí llorando, mi hijo me dijo ‘no llores’, y una persona me pidió: ‘Rezámelo’”.
Así fue como esta mujer que buscaba consuelo en un cementerio se convirtió, con el paso de los años, en alguien que alivia la pena de los dolientes. “Yo rezo con toda mi fe, con todo lo que me nace del corazón; no rezó siempre por dinero, sino con toda fe para las almitas”, declaró.
Explicó: “La gente se pone más tranquila después del rezo. La oración la serena”.
Contó: “Las personas vienen con toda su desesperación y yo les digo: ‘Vamos a rezar para el almita con todo cariño, como si a las almitas las estuviéramos despidiendo con todo cariño, con toda fe’ y se ponen más tranquilas”. Añadió: “Bendigo a las almitas y me dicen gracias”.
Su rezo más usado empieza así: “Sagrado Corazón de Jesús, me arrepiento de mis pecados y me ofrezco a ti. Sufrir antes que hacer sufrir. De ahora en adelante quiero servirte a ti con todo fidelidad, concédeme la pureza de conocerte…”.
Además de la pena por la muerte de alguien, a Esperanza también le piden que se rece por suerte, trabajo, negocio y salud. En todos los casos apela a su cruz “porque protege de todos los males”.
LAS CAMPANAS
Se usan para iniciar la oración
Sus campanas son sólo para llamar a las almas de los difuntos: una grande para los adultos y una pequeña para los angelitos o niños que fallecen.
En el Cementerio General de Cochabamba hay 15 personas que rezan para los difuntos en los entierros y para las almas a pedido a pedido de la gente. Sus ingresos dependen de la voluntad de cada familia. Pero tienen una tarifa mínima de 4 bolivianos. Esperanza logró que sus cuatro hijos sean profesionales.