Los gliptodontes de Mizque, hallados por pura casualidad
Ocurrió hace un año. Los comunarios de Taqo Taqo, a una decena de kilómetros de Mizque, abrían un camino en medio del campo para llegar a los cultivos que tienen “en el monte”, las laderas de los cerros cercanos. “Estábamos trabajando con mi tractor (agrícola) y ahí nomás se ha trancado en algo duro”, cuenta Nicómedes Sánchez. Ese “algo duro” era un hueso fosilizado, pero los lugareños aún no lo sabían. “Qué será vamos averiguar, hemos dicho y hemos olvidado. Y mi hija que estaba estudiando en el colegio al profesor le había comentado. Es un grande hueso, pero no parece ni de burro ni de caballo, nada, le había dicho y el profesor le había comentado a los de la Alcaldía. Y después la Alcaldía ha venido. Después de tanto tiempo han venido”, cuenta Fausto Pardo.
Y hace unas tres semanas, el paleontólogo Ricardo Céspedes, director del Museo de Historia Natural, Alcide d’Orbigny, convocado por la Alcaldía de Mizque, inició un intervención científica interrumpida por los comunarios -celosos de lo que consideran su patrimonio– y continuada por estudiantes de Turismo del Instituto Tecnológico de Mizque.
Así se desenterró la historia, de decenas de miles de años, de un par de animales.
“Eran parientes de los armadillos, pero no existe un armadillo igual ahora, refiere el científico. “A diferencia de los armadillos, los gliptodontes carecían de un caparazón móvil. Si nos fijamos en los armadillos, estos tienen un caparazón en bandas, que se sobreponen parcialmente y les facilita su movimiento, los gliptodontes tenían el caparazón de una sola pieza, como el de las tortugas. Pero, en la parte inferior, cerca del abdomen tenían una especie de faldones, que se cerraban cubriendo sus patas y su cabeza, que también tenía una especie de casco que lo protegía.
Así esperaban al depredador, moviendo su cola que era su arma de defensa, pues era llena de púas. Eran una especie de tanques de guerra sin orugas y su cola con púas les servía para repeler los ataques de otros animales. Esa cola podía ser muy pequeña, en relación con el tamaño del cuerpo. Estos animales comían plantas, eran herbívoros y probablemente muchas raíces, porque son cavadores, como los armadillos actuales.
Los gliptodontes hallados en Mizque eran animales que medían, más o menos, unos 2,50 metros de largo por 1,20 de alto y otro tanto de ancho.
Pero hay otros géneros de gliptodontes, como el panochtus que tiene una cola muy larga, como un mazo con púas”.
ANTIGÜEDAD
Tienen 40.000 años y hay más antiguos
Se necesita un estudio geológico del lugar. Ricardo Céspedes estima que se trata del mismo estrato geológico llamado formación Sacaba, que tiene un rango de antigüedad que va, más o menos, desde los 30.000 o 40.000 años a los 100.000. “Yo me inclino a pensar que los gliptodontes de Mizque tienen unos 40.000 años, lo que es relativamente reciente.
Tenemos varias fechas de gliptodontes que son relativamente recientes. Pero el género panochthus es mucho más antiguo. En Molino Blanco, cerca de Sacaba, se han encontrado huesos largos, un pedazo de fémur y fragmentos de un gliptodonte panochthus que tiene aproximadamente un millón de años.
Es una especie que ha tenido un desarrollo extenso en el tiempo, largo. Pocas especies tienen un desarrollo tan extenso”.
EXPECTATIVAS
La comunidad dice que queremos (estos fósiles) para un museo, para que vengan los turistas también. Estamos pensando en conseguir ayuda para eso.
Nicómedes Sánchez Claros
Dirigente de la subcentral
Es como un recurso natural que ha aparecido en nuestra comunidad. No sabemos la ley para esto, pero tiene que haber por lo menos una recompensa.
Fausto Pardo Iriarte
Dirigente de Taqo Taqo Bajo
El manejo de estos restos está enmarcado por una ley que determina que son patrimonio de todos los bolivianos, no de una comunidad.
Ricardo Céspedes
Director del Museo de Historia Natural