Feligreses piden milagros en la conmemoración del viacrucis
Había guardias disfrazados de romanos que impedían el ingreso de otras personas al lugar donde Jesús y otros dos estaban crucificados en el Calvario de Quillacollo. En ese sector sólo estaban los actores que protagonizaban el viacrucis, la prensa que cubría el evento y Wilder Torrico, un devoto que se camufló entre los demás para ver de cerca al mesías personificado y pedirle un milagro.
Torrico es un quillacolleño que vive en Argentina por casi dos décadas. Llegó el jueves en la madrugada para presenciar el acto religioso puesto en escena por más de 100 jóvenes de los grupos parroquiales de San Ildefonso.
Hace algunos años le comentaron que una mujer que sufría de una enfermedad participó del acto y, mientras recorría todo el trayecto (por la avenida Martín Cárdenas), sólo oraba por su milagro y días después se sanó. Torrico vino para pedir algo: su milagro.
La escenificación del viacrucis de este municipio, considerado entre los más representativos de Cochabamba, se inició a las 5:00. Aún no amanecía. El cielo tenía un color gris azulado. Las calles estaban teñidas de amarillo por el alumbrado público. Sin embargo, Torrico estaba 40 minutos antes en el punto inicial, la puerta del templo San Idelfonso.
De a poco se fueron incorporando los actores, los fieles, los sacerdotes, las movilidades cargadas de parlantes que recorrerían con la caravana todo el tramo. Algunos se disfrazaron de sus personajes en plena vía pública y otros llegaron ya listos. Torrico empezó a orar y a pedir por su milagro.
Se inició la caravana. Tenía que hacerse espacio para ver el acto de cerca porque algunos guardias municipales ayudaron con el espacio para la puesta en escena.
Torrico se acomodó lo más cerca de la recreación y miró a Jesús, personificado durante seis años consecutivos por Cristian Montaño. El llegado recientemente de Argentina continuó mirándolo y mientras lo hacía pedía por su milagro.
De a poco, más personas presenciaban el acto y la escenificación se complicaba, pero Torrico se abría paso para no dejar de mirarlo y continuar a la par de Jesús
Flagelaron al mesías. La gente, que formaba parte del acto, pedía su crucifixión. Torrico lloraba. Los soldados continuaban azotando con el látigo a ese joven que representaba al nazareno.
Los guardias municipales pidieron a Torrico en reiteradas ocasiones que se alejara un poco más del lugar, pero él insistía: “Por favor, déjenme. Vine desde muy lejos sólo para verlo a él”.
Hubo 12 paradas en total. En cada una de ellas, alguien tomaba el micrófono y rememoraba algunas escenas como: el castigo, la ayuda de Simón, encuentro con María, el despojo de sus vestiduras, entre otras. Torrico presenció cada una de las escenas. “Por favor, señor, tiene que alejarse”, alguien nuevamente le reiteró. “Vine desde lejos sólo para verlo”, respondió. Todavía tenía lágrimas en los ojos.
Llegaron al calvario y allí se aglomeraron más fieles. Seguir a la par de Jesús se le hacía cada vez más complicado. Era el momento de la crucifixión en una de las colinas de ese lugar. Los guardas municipales impidieron el ingreso de cualquier otro que no fuera de la prensa o del elenco. Fueron estrictos. Pero Torrico se dio modos.
En la primera intervención dijo ser trabajador de un medio de comunicación, después se acercó más a la escenificación. En la segunda, dijo que su hijo era uno de los actores y necesitaba grabar. Jesús estaba siendo clavado en esa cruz y centenares presenciaron desde abajo. En la tercera intervención ya no tenía excusas y sólo dijo: “Por favor, déjenme”. El guardia no supo qué responder y se retiró. Estuvo a metros de Jesús y Torrico oraba mientras sus lágrimas descendían.
Jesús murió. Lo bajaron de la cruz. El mesías resucitó. La multitud aplaudió. Torrico lloraba, pero sonreía. Hizo la señal de la cruz y luego miró al cielo. Descendió de esa colina a la cual le impidieron el ingreso en reiteradas ocasiones. Se perdió entre los fieles que se dieron cita la mañana de ayer. Se fue, seguro de que obtendría el milagro por el que llegó desde tan lejos.
TESTIMONIOS
Ayer, la recreación del viacrucis se realizó en diferentes lugares de Bolivia y miles se dieron cita para presenciarlo.
Cristian Montaño, quien personificó a Jesús en Quillacollo, contó a Los Tiempos que la razón por la cual personificó al mesías fue en gratitud porque él alguna vez pidió que lo ayudara a ingresar a la universidad y lo cumplió. “En gratitud a eso, ahora soy ingeniero civil”, dijo.
Martha Villalobos es una comerciante que también participó del acto. Sostuvo que el año pasado pidió que su negocio de comidas fuera próspero y “ahora he ampliado la variedad de mis platos. Me está yendo muy bien, gracias a Dios”.
Carlos Chuquimia asistió sin falta los últimos siete años en gratitud porque, según cuenta, Dios lo ayudó con sus problemas maritales. “Mi familia y yo ahora venimos a cualquier acto de la iglesia. Somos muy activos en nuestro templo”.