Al borde de las autonomías culturales

Soñar con las autonomías suena para algunos planos como algo prohibitivo, sobre todo en lo político y en el contexto actual por el que atraviesa el país; sin embargo éstas se perfilan como la solución a varios requerimientos sociales que hoy coquetean incluso al ámbito cultural.
Al menos ésa es la interesante propuesta que sostiene el cientista social Gustavo Rodríguez Ostria, oficial superior municipal de Cultura, quien explica que pese al inicio de la descentralización de la Casa de la Cultura en Cochabamba, la desconcentración es un proceso aún trunco debido a que se trata de un esquema más teórico que práctico.
El oficial explica que hasta ahora se tiene la existencia de una ordenanza que sólo ha permitido la transferencia de recursos humanos a las OTBs, reduciendo los alcances del proyecto a la simple realización de eventos sencillos como distintos talleres de música, pintura, quechua, danza, etc, en un intento de evitar que las actividades se concentren en el centro de la ciudad, sobre todo en el casco viejo.
Para Rodríguez la generación de un mayor movimiento artístico pasa por una solución más radical: otorgar a las comunas una autonomía prácticamente total tanto en lo económico como en la toma de decisión de políticas culturales que permitan una mayor convergencia entre los facilitadores de las propuestas, los actores (generadores de cultura) y el empoderamiento del público localizado territorialmente, lo que no sucede ahora , asegura.
Comenta también que si bien existen representantes físicos en las comunas, las tomas de decisiones todavía están centralizadas en la Casa de la Cultura, tentando a ésta a ejercer un papel paternalista, reproductor de clientelismo y asistencialismo & que es lo que yo no quiero; quiero que la gente utilice también sus decisiones en relación a sus propias políticas dice.
Ojo, recalca que ello no quiere decir que la casa central desaparezca , sino que ejerza otras funciones como las de coordinación, investigación, archivos, patrimonios, historia, procesos culturales, coordinación, promoción de políticas y administración de ciertos espacios públicos, entre otros.
En fin, generar un grupo de reflexión que vaya acompañando estos procesos y que no permita la disgregación urbana, sino más bien que logre una producción en conjunto.
De acuerdo a Rodríguez, las actividades culturales logran generar un clima de reconocimiento y unificación social porque permiten la comprensión en un escenario que no es neutro, y muestran lo que uno simplemente es.
Ahorita (sic), culturalmente en el país hay una segmentación que muestra a dos naciones en una misma ciudad Para Rodríguez, el arte, en este sentido, se convierte en un vaso comunicante en el que se convergen las diferencias, logrando que sea a partir de las diferentes expresiones culturales que los blancos, indígenas, mestizos, croatas, asiáticos y demás pobladores puedan expresarse .
El segundo tema además de las autonomías culturales, es, según Rodríguez, empoderar como actores de las políticas culturales y artísticas a los vecinos , ya que el público aún no aparece en este proceso y es necesario repensar el tema sobre cuál es el poder que debe tener y por qué aún no se lo ha tomado en cuenta, siendo él el directo receptor del quehacer cultural.

La descentralización cultural supondrá también aliviar parte de la burocracia administrativa. Ahora en vez de generar políticas y concertar con la gente, debo estar preocupado en trámites, facturas, etc; aunque esas cosas también hay que hacer, la responsabilidad debe ir mas allá&
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Presupuestos y demandas
Actualmente el presupuesto anual de la Oficialía Superior de Cultura es de Bs 9,2 millones al año, monto que, según Rodríguez es insuficiente para poner en práctica varias propuestas y solucionar las demandas de las comunas.
La mayoría de las regiones utiliza los recursos para la adquisición de bienes físicos como sillas, computadoras, etc, y no para generar actividades (pintura, música, baile); sin embargo la comuna de Itocta dice está siendo un excelente modelo de cómo una colectividad emplea el dinero en la generación de arte