El BachFest nuestro de cada año: La clave es Schwimmer
En la obra de Johann Sebastian Bach lo apoteósico es lo implícito. Constelación barroca de flautas, violines, violas, violonchelos y clavecines, más voces corales concebidas para estremecer los muros de las catedrales terrestres; esta música bajó del cielo en una “descensión” acompañada por arcángeles empuñando espadas de fe al son de cantatas, al ritmo de sonatas, de hechizantes arias y oberturas melodiosas.
¿Recuerdan el Ave María de Bach, oh melómanos? ¿El Actus Tragicus tal vez o quizá la Pasión según Mateo? ¿O su esplendoroso Magnificat?
Y no hay mayor milagro que escuchar la música de Bach en vivo y en una iglesia, sentir en carne propia esa conmoción religiosa que linda en lo profano. En Cochabamba tenemos esa buenaventura, a Dios gracias y también a Elizabeth Schwimmer.
Eli, solita ella, con fondos que heredó de su laboriosa familia, organiza gratuitamente a partir de la semana santa de cada año el BachFest, un acontecimiento que convierte a Cochabamba –esta nuestra “llacta” donde moran dioses y diosas eternizando el sincretismo– en el centro del universo creado por el inmortal genio nacido hace más de tres siglos en Eisenach, Alemania (21 de marzo de 1685).
El aporte de Elizabeth Schwimmer al arte nacional, desde su mirada universalista, es en la música lo que en la literatura fue el inmenso legado cultural de don Werner Guttentag.
Apoyada por el flautista alemán Benjamín Kiersch, Schwimmer instaló su primer BachFest el 2007 y desde entonces el infinito mundo de Bach tiene un inamovible lugar de culto en Cochabamba, con invitados estelares de todo el planeta. Sin embargo la maestra, tras volver de México donde profundizó sus estudios académicos, ya hizo un largo recorrido de promoción y divulgación de la música clásica sin precedentes en el país. A fines de los años 90 propició en el Teatro Achá un espectáculo inolvidable de música medieval, cuando llegó a Cochabamba el grupo “Ars Antiqua” de Guadalajara tocando música de los tiempos de Quevedo y Arcipreste de Hita. Fue cuando los cochabambinos vimos y escuchamos por primera vez en nuestras vidas instrumentos como la vihuela, el laúd, la axabeba, la guitarra morisca, la dulcema y el salterio. Eli participó en ese memorable recital tocando su maravilloso clavecín.
En el BachFest del 2011 tuve la suerte de llevar a mis hijos a una sesión realizada en el templo barroco de Santa Teresa, en cuyo atrio que es la Plazuela del Granado se produjo una fila de tres vueltas que casi hizo colapsar la iglesia.
El BachFest de este año que empezó el pasado 23 de marzo (a dos días del 331 aniversario del nacimiento de Bach), se prolongará durante todo el mes de abril hasta el 1 de mayo, en las principales iglesias de la ciudad así como en el Bachause que Elizabeth instaló en su propio domicilio con todas las comodidades de un escenario ritual-musical. Esta vez llegaron como invitados la soprano lírica estadounidense Jodie Prenner y el guitarrista cubano Alberto Puerto, junto a otros músicos que vienen de la República Checa, del Reino Unido y Argentina. Eli también anuncia el arribo de grupos como Capella del Plata de Argentina; Cappella Chorale de Santa Maria Maggiore de Bergamo, Italia; la Orquesta Barroca de Mountaban, de Francia; y el Ensamble Moxos de San Ignacio de Moxos, Beni, único en el mundo como bien sabemos.
(*) El autor es periodista.