Figueroa exhibe su carrera de 30 años en 45 obras
Verónica Stella Tejerina y Norman Juan Chinchilla
Cuarenta y cinco pinturas componen la exposición que se inaugurará el martes en el Centro Simón I. Patiño y es una retrospectiva del trabajo del cochabambino Osvaldo Figueroa. La muestra ocupa casi toda el área de la galería del subsuelo del Palacio Portales, en siete ambientes que se comunican, donde los cuadros se agrupan de acuerdo con un orden y afinidad dispares.
“Se trata de una retrospectiva que abarca casi tres décadas de trabajo. Mi primera exposición en el Patiño fue en 1987, desde ese año no hemos parado más”, explica el artista.
El pintor constata que en su obra, “el denominador común, son los colores fuertes, cálidos, me gustan mucho los ocres, las tierras, los amarillos, me gusta mucho que la pintura impacte en un primer contacto visual espectador-obra, que haya ese contacto, esa simpatía inicial que lo proporcionan los colores fuertes”.
Se interpelan
Las obras de Figueroa son casi tan variadas como numerosas. En esta muestra parecen interpelarse entre ellas en una proximidad que no favorece ni ayuda a disfrutar de las telas de manera individual.
Sin embargo, este diálogo, a menudo estridente, que las obras no pueden evitar, crea un clima que nos absorbe, nos sumerge en ambientes muy particulares y no deja el disfrute final de escaparnos de ellos sin gran dificultad, casi ilesos.
Eso ocurre en uno de los ambientes de la exposición, aquel que acoge telas con temas “cancheros”: vendedora de naranjas, verdulera, comidera, vendedor de helados, donde uno siente el abigarrado tejido de energías propio del mayor centro de abasto de Cochabamba. Es una experiencia intensa e inquietante en la que, de pronto, el goce estético pasa a un plano secundario.
A excepción de dos cuadros que muestran imágenes rurales el resto de las obras son citadinas. ”Soy un artista urbano”, así se define este pintor autodidacta y ganador de varios premios. Figueroa cuenta que desde hace cinco a seis años se dedica exclusivamente al arte.
Abigarrada Llajta
En esta exposición, las múltiples texturas y los diversos personajes son los innegables protagonistas. Las texturas se retratan en los escenarios de la urbe y el campo cochabambino, a través de escenas que retoman los espacios donde los personajes recrean sus actividades cotidianas.
Esta exposición nos hace recorrer por los colores, los olores, las miradas, las melodías de una Cochabamba en desorden, que lo tiene todo y que nos seduce y satura al mismo tiempo, porque somos una colorida mixtura hecha de risas y tristezas, plaza y mercado, chicha y comida.