Pese a la falta de viñedos en el valle, las bodegas cochabambinas apuntan alto

Avelino Mérida tenía 15 años cuando fue contratado como ayudante de un migrante italiano que fabricaba y vendía vinos en lo que hoy es la carretera antigua a Oruro. Con el tiempo, el adolescente que llegó a Cochabamba a probar suerte desde Oruro aprendió a convertir las uvas en vinos dulces y ásperos. En 1957, compró las acciones del emprendimiento y heredó el proyecto a su hijo, Tito, quien, con sus estudios de ingeniería química, dio un nuevo impulso a la bodega. Actualmente, el negocio familiar se convirtió en la pujante bodega Marquez de la Viña, explica la nieta, la enóloga Evelyn Mérida.

Santiago Dolz dejó Tarija en la década de los 50 para probar suerte en el municipio de Sipe Sipe. En 1979, inscribió a Bodegas Santa Ana en el registro de empresas de Cochabamba luego de varios años de pruebas en la fabricación de vinos con uvas locales, relata su hijo Wildo Dolz, actual gerente general de Bodegas Dolz.

Estos emprendimientos en Cochabamba tienen varias cosas en común: comenzaron hace más de 70 años en los municipios de Vinto y Sipe Sipe, son las dos bodegas más importantes del departamento y proyectan un crecimiento anual de su producción de hasta el 15 por ciento, pese a que Cochabamba, a diferencia de Tarija u otras regiones del país, no cuenta con grandes extensiones de viñedos.

Hasta 1980, ambos municipios del valle bajo contaban con extensiones expectables que prometían buen futuro para la industria vitivinícola, pero el crecimiento urbano, la migración hacia la ciudad y el descuido de los vecinos fragmentó los terrenos y puso fin a la tradición en la región, explicó Dolz.

Por ello, en la actualidad, aproximadamente el 80 por ciento de las uvas utilizadas para la fabricación de vinos en Bodegas Dolz proviene de Tarija, mientras que el restante se compra a los productores locales. Marquez de la Viña, por su parte, demanda uvas de cuatro municipios del país. El 40 por ciento proviene de Luribay (La Paz), el 30 de Tarija, 15 de Camargo (Chuquisaca) y el 15 restante del departamento de Cochabamba.

Esto es un problema porque, según refiere Evelyn Mérida, los productores de zonas tan dispersas manejan el precio de forma arbitraria. “Sería muy bueno tener proyectos para hacer más viñedos en Cochabamba, porque el clima te da para dar uva de calidad”, indica Mérida.

Mientras tanto, Dolz explica que en el municipio de Sipe Sipe se producen cerca de ocho hectáreas de uva, de distintos propietarios, y adquirir la fruta de otras regiones encarece la producción en un 10 por ciento por la logística del traslado.

En 2012 se fundó la Asociación de Viticultores de Sipe Sipe con el objetivo de retomar la tradición vitivinícola, para lo cual se trabaja de forma conjunta con el municipio. Hasta la fecha se distribuyeron 20 mil platines entre productores, pero la cosecha aún deberá esperar años. Dolz estimó que se necesitan al menos 15 hectáreas en la región sólo para satisfacer la demanda de uvas de su bodega. “Los suelos de Cochabamba están mucho más fortalecidos, a diferencia de Tarija, que es una tierra muy accidentada”, considera.

En este sentido, destaca la potencialidad del departamento al explicar que Cochabamba ya cuenta con un rendimiento de 15 a 18 toneladas de uva por hectárea al año, frente a las 20 a 25 que posee Tarija.

DATOS

Bolivia produjo 1,2 millones de qq en 2016. Se busca incrementar en 10 por ciento este volumen en los próximos años.

Bolivia consume 27 millones de litros de vino. Los productores aspiran a incrementar el volumen para abastecer el mercado interno.

Comerciantes venden uva peruana en Cercado. Se vende entre 20 y 25 bolivianos el kilo por la falta de uva boliviana, que cuesta 10 bolivianos el kilo.

TESTIMONIOS

"El cochabambino es muy crítico: rechaza su producto cuando le dices ‘este vino es de Cochabamba’. Tiende a desconfiar". Evelyn Mérida Rocha. Enóloga

"El cabernet cochabambino madura lentamente, se obtiene un carácter mucho más elegante, mucho más refinado, más suave". Roberto Ketter. Enólogo

"Si estamos haciendo un buen vino, no necesitamos exportar. Aumentamos entre 10 a 15 por ciento anual la producción". Wildo Dolz. Gerente Bodega Dolz

BUSCAN “PERSONALIDAD” DEL VINO DE COCHABAMBA

El clima y la calidad de la tierra de Cochabamba ofrecen condiciones para producir uva de calidad para fabricar vinos competitivos. El enólogo de la bodega Marquez de la Viña, Roberto Ketter, considera a la uva cochabambina como “muy especial”, con sabor elegante, refinado y suave.

“Turistas extranjeros, especialistas de Austria y Alemania han venido. El vino que más les gustó fue el cabernet porque para ellos es diferente, es vino fácil de tomar, ligero, tiene cuerpo, es elegante, lo puede tomar antes, durante o después de lo comida”, sostiene Ketter.

En tanto, el gerente general de bodegas Dolz afirma que se debe seguir mejorando la producción de uvas. “Si hacemos un vino 100 por ciento cochabambino, tendríamos uno muy tierno sin experiencia, pero que promete que en el futuro vamos a ir mejorando”, concluye.

Mientras tanto, las versiones de vinos de Marquez de la Viña y Santa Ana ganan premios internacionales y apuntan ediciones para públicos selectos.

MIGRACIÓN CONTRIBUYE A GENERAR CULTURA DEL VINO

Bolivia consume entre 26 y 27 millones de litros de vino al año, informa el gerente general de bodegas Santa Ana, Wildo Dolz.

Sin embargo, advierte que 10 millones de litros provienen del contrabando y la importación. “El consumo está 2,5 litros per cápita por año, nada cuando en Argentina es de cinco litros”, afirma. Debido a la demanda creciente del mercado, Dolz indica que el futuro es prometedor.

Un factor determinante que fomenta el consumo de vino a nivel interno es el hábito de tomar vino que adquirieron los bolivianos que estuvieron en el exterior.

“El boliviano ha aprendido a tomar vino, sobre todo cuando sale afuera”, indicó Dolz.

Asimismo, la enóloga de bodegas Marquez de la Viña considera que este fenómeno permite que los bolivianos accedan a vinos más sofisticados. “Mucha gente que ha vuelto de España, Argentina es gente que busca estos vinos porque ya ha adquirido un gusto”, puntualiza, descartando así la necesidad de exportar, por ahora.