Bolsonaro hace un guiño al agro y se estrella contra los ambientalistas
Después de que ganó la primera ronda de las elecciones presidenciales, el candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro estableció las líneas de batalla sobre un tema importante en el país más grande de América Latina: el medio ambiente.
Tras prometer "certidumbre jurídica" para los agricultores, Bolsonaro dijo que si asume la presidencia, frenará la "excesiva" vigilancia del sector rural por parte de la agencia ambiental del país, Ibama, y el servicio de parques nacionales, ICMBio. "Queremos poner fin a la industria de multas", dijo el excapitán del Ejército.
Estos son sólo unos de los comentarios del político (abiertamente a favor de las armas) que atemorizan a los ambientalistas. Amenazó con sacar a Brasil del acuerdo sobre el cambio climático de París, prometió abrir territorios indígenas para la agricultura y otros usos, y dijo que combinaría los ministerios de agricultura y medio ambiente.
Los ambientalistas temen que una presidencia de Bolsonaro impulse la apertura del Amazonas para los madereros, mineros y ganaderos ilegales en Brasil, sede de 60 por ciento de la selva tropical más grande del mundo.
Pero en un país que se ha convertido en una superpotencia agrícola que alimenta el creciente apetito de proteínas de China, muchos agricultores quieren terminar con lo que consideran una interferencia flagrante en su sector por parte de anteriores gobiernos de izquierda. Aparte de las multas, se oponen a las invasiones por parte de grupos como el Movimiento Sin Tierra, una organización social aliado con el Partido de los Trabajadores. El candidato de esta sigla, Fernando Haddad, es rival de Bolsonaro en la segunda vuelta.
"Creemos en Bolsonaro porque ha dicho que su gobierno ya no le faltará el respeto al derecho de propiedad", dijo Luiz Antônio Nabhan Garcia, presidente del grupo de agricultores, Unión Democrática Ruralista (UDR), y un posible candidato para el cargo de Ministro de Agricultura y Medio Ambiente al mando de Bolsonaro. “La propiedad es sagrada”, dijo.
Aunque se mantuvo a niveles bajos en comparación con su máximo histórico, la deforestación en la Amazonia brasileña aumentó antes de las elecciones, según analistas. En agosto, cuando comenzó la campaña oficial, la deforestación alcanzó 545 kilómetros cuadrados, 199 por ciento más que el año anterior, según el grupo de investigación Imazon.
Para los activistas climáticos internacionales, la preocupación inmediata de una presidencia de Bolsonaro sería su oposición al acuerdo de París, en el que más de 190 países se comprometieron a mantener el calentamiento global por debajo del 2ºC en comparación con los niveles preindustriales.
La región del Amazonas, que ha sido deforestada en 20 por ciento, absorbe el dióxido de carbono del aire, lo cual reduce el nivel de gases de efecto invernadero en la atmósfera y frena el cambio climático, dicen los científicos.
Bolsonaro ha dicho que el acuerdo de París ha comprometido la soberanía de Brasil sobre el Amazonas. Bajo el pacto, Brasil debe reducir sus emisiones de carbono en 43 por ciento para 2030 en comparación con los niveles de 2005, sobre todo a través de la reducción de la deforestación.
El pacto de París ya está bajo presión. Estados Unidos anunció el año pasado que se retiraría del acuerdo. Otros países productores de combustibles fósiles están luchando para implementar políticas de descarbonización; el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, fue expulsado en agosto debido a un proyecto de ley de reducción de emisiones.
La retirada de Brasil, que según el acuerdo no ocurrirá hasta noviembre de 2020, podría provocar que otros países tropicales en desarrollo reconsideren su participación, dijo Carlos Nobre, un destacado científico del clima. "Corremos el riesgo de un contagio", dijo Nobre.
Pero García de la UDR dijo que otros países deben pagar si quieren que los productores brasileños no talen y despejen sus tierras. Su organización apoyó el "código forestal" de Brasil, una ley que permite la deforestación en tierras privadas pero sólo hasta ciertos límites. Estos parámetros pueden ser bastante estrictos (en algunas partes de la región amazónica, sólo 20 por ciento de una propiedad puede ser deforestada), pero no estipula una deforestación cero el acuerdo de París.
"¿Qué beneficio obtiene Brasil? Ninguno”, afirmó, al referirse al acuerdo de París.
Algunos han advertido que cualquier presión de Bolsonaro para favorecer al sector rural podría ser contraproducente si da la impresión de que está relajando los controles ambientales, ya que esto podría exponer a las mayores exportaciones rurales de Brasil, como la soya y la carne de res, a presión de los clientes internacionales provocada por el tema del medio ambiente.
El sector de la soya, por ejemplo, ha tenido una moratoria sobre la deforestación durante 10 años, pero aún así logró aumentar significativamente la productividad para competir con Estados Unidos como el mayor exportador mundial de productos básicos.
Bolsonaro no ha tenido buenas relaciones con las agencias ambientales de Brasil. En 2012 fue multado por pescar en un área protegida cerca de Río de Janeiro. El año siguiente, propuso un proyecto de ley (sin éxito) en el Congreso para desarmar a los agentes ambientales, lo cual los habría dejado más expuestos al peligro de los madereros ilegales y otras bandas criminales en el Amazonas.
"Es un candidato que sale en la televisión para decir que combatirá el crimen", dijo Marcio Astrini, coordinador de políticas públicas en Greenpeace Brasil. “Ibama combate el crimen, pero él quiere reducir el poder de Ibama. ¿Cómo va a funcionar eso"?