40% busca agua de cisterna ante falencia municipal
La carencia de agua sigue martirizando a los cochabambinos. Cuatro de cada 10 encuestados en el eje metropolitano del departamento se ha visto obligado en los últimos seis meses a comprar agua de los carros cisterna ante la escasez de la provisión de las empresas municipales (Semapa, en el caso de Cercado) o cooperativas de agua o pozo comunal.
La situación del ciudadano cochabambino es alarmante si se compara el dato con las áreas metropolitanas de La Paz y Santa Cruz. En el primer caso, sólo 2 por ciento se vio ante esta emergencia, y en el segundo, el 5 por ciento.
Para el 35 por ciento de los cochabambinos la solución a este problema está en la ejecución del viejo sueño del Proyecto Múltiple Misicuni, mientras que el 30 por ciento habla de hacer una “mejor gestión pública” de las empresas municipales o de las cooperativas, según el caso.
Por detrás, aparece un 10 por ciento que plantea la realización del proyecto Corani, un proyecto propuesto en la década de los 90 y que vuelve a reflotar en la agenda pública; el 14 por ciento habla de otras soluciones y un 6 por ciento apuesta por la privatización de la administración del agua.
Ante la consulta de las medidas que toma la familia para hacer un uso eficiente del agua, el 33 por ciento responde que la recicla; el 29 por ciento la racionaliza; el 19 por ciento se limita a cerrar bien los grifos; el 10 por ciento no hace nada y el 9 por ciento la recoge de la lluvia.
Estas respuestas contrastan con Santa Cruz y La Paz, donde la medida de racionalizar pasa a segundo plano. De hecho, los ciudadanos cruceños toman como principal medida cerrar bien los grifos con un contundente 77 por ciento; la racionalización va para un 7 por ciento, mismo porcentaje de quienes recogen agua de la lluvia, lo que confirma la poca presión que hay en esta ciudad sobre este servicio.
De un modo parecido, el 36 por ciento de los ciudadanos paceños opta como principal medida el reciclaje de agua; el 27 por ciento se basta con cerrar bien los grifos. Quienes racionalizan sólo llegan al 16 por ciento.
Cambio climático
Para los cochabambinos, el problema del agua se traslada también al resto del mundo. Ante la pregunta de cuál cree que sea el mayor problema del planeta, el 32 por ciento responde el cambio climático, mientras que para el 28 por ciento la escasez de agua vuelve a ser el motivo de mayor preocupación, esta vez a nivel mundial. Detrás aparecen la pobreza, con 23 por ciento, y el terrorismo internacional, 10 por ciento. Otros flagelos, importantes en otros contextos, como la falta de alimentos, sólo inquieta a un 6 por ciento.
La percepción de los cochabambinos sobre estos problemas difiere, por ejemplo, con relación a los vecinos de La Paz y Santa Cruz, para quienes el problema más importante a nivel mundial es la pobreza, en 48 por ciento para los primeros y 50 por ciento para paceños. El cambio climático sólo preocupa al 24 y 18 por ciento respectivamente. La escasez de agua, tan sentida por los cochabambinos, es interpretada como un problema mundial sólo para el 13 por ciento de los paceños y para un 12 por ciento de los cruceños.
Dejando de lado los otros problemas, y concentrándose sólo en el cambio climático, el 59 por ciento de los habitantes del valle considera el fenómeno como “muy grave”. La gravedad también es sentida por paceños, aunque sólo en 57 por ciento, y cruceños, 35 por ciento.
Asimismo, al preguntar a los entrevistados sobre si creen que una de las principales consecuencias del cambio climático es la escasez de agua, los cochabambinos responden con un contundente 56 por ciento. Algo más discretos son los vecinos de la sede de Gobierno, quienes están de acuerdo con este enunciado sólo en un 30 por ciento, y los de oriente en 33 por ciento, lo que nuevamente devela la diferencia de percepción sobre el agua en Cochabamba.
Contrariamente, sólo el 30 por ciento de los cochabambinos ve como principal consecuencia del cambio climático las sequías e inundaciones, cuando, del otro lado, se inclinan por esta posibilidad el 44 por ciento de los paceños y el 53 por ciento de los cruceños.
La reducción de los campos agrícolas con efecto del fenómeno climático sólo inquieta al 13 por ciento de los cochabambinos, al 20 por ciento de los paceños y al 22 por ciento de los cruceños.
Lo que sí preocupa a las tres regiones es la contaminación como efecto del cambio climático. Así lo ven el 51 por ciento de los cochabambinos, el 57 por ciento de los cruceños y el 46 por ciento de los paceños.
Las emisiones de gas o la superpoblación tienen bajos porcentajes para la percepción de los encuestados.
Los cochabambinos ven la escasez de agua como un problema mundial; a cruceños y paceños les inquieta más la pobreza
PLAZA Y PARQUES
¿Qué tan contento se encuentra con los parques y plazas que están cerca de su casa? Es otra de las preguntas que aplica la encuesta. Hay un virtual empate entre los cochabambinos que se hallan satisfechos, 42 por ciento, con quienes están insatisfechos, 40 por ciento. Además, el 10 por ciento de los cochabambinos se declara “muy insatisfecho”, en contraposición con un 6 por ciento qu se dice “muy satisfecho”.
La situación parece ser la misma que en la sede de Gobierno, donde satisfechos e insatisfechos empatan con un 40 por ciento.
El otro lado de la moneda es Santa Cruz, con un contundente 70 por ciento que se dice “satisfecho”. En la capital oriental sólo el 20 por ciento se siente insatisfecho.
El 56 por ciento de los cochabambinos afirma que la principal característica de los parques cerca de su casa son los árboles. Por tanto hay un 43 por ciento que lamenta su ausencia. Casi como una consecuencia de la ubicación geográfica, sólo el 23 por ciento de los paceños habla de los árboles como principal característica de su plaza, en contraposición con los cruceños, que responden afirmativamente a esta característica en 74 por ciento.
El 45 por ciento habla de las canchas (el 55 por ciento siente su ausencia).
Sólo 40 por ciento anota la presencia de parques infantiles; el 26 por ciento habla de la tierra como principal atributo. Y sólo el 6 por ciento menciona las fuentes de agua.
De la misma manera, el 65 por ciento de los cochabambinos afirma que vive en una calle cuya acera tiene pocos árboles, y el 20 por ciento responde “ningún árbol”. Quienes se benefician de “muchos árboles” alcanzan a sólo 14 por ciento.
ANÁLISIS
El agua es un derecho y una responsabilidad
Como todos aprendemos en la escuela, la toponimia “Cochabamba” proviene de la combinación de dos palabras quechuas que juntas se traducen en algo así como “planicie con muchas lagunas”, lo que nos hace pensar en un ambiente húmedo y lleno de vegetación variada. Sin ir tan lejos, fotografías de la ciudad de la primera mitad del siglo XX (como las del Turista Torrico) muestran paisajes con familias bañándose en el agua abundante del río Rocha, ese mismo del turbión que pinta el verdor de la campiña, o imágenes de la imponente cordillera del Tunari cubierta de nieve. El agua define desde el origen la identidad de este valle y de sus habitantes.
La realidad ahora es otra. La escasez de agua es un problema crónico para más de un millón de habitantes del área metropolitana de Cochabamba. El río Rocha es una cloaca abierta y las escasas reservas que se acumulan en las lagunas de la cordillera se pierden en una red de distribución domiciliaria antediluviana e incompleta. Como resultado, 40 por ciento de los cochabambinos tiene que comprar agua de dudosa calidad de cisternas que destrozan calles y molestan a los vecinos, y que están acabando con las fuentes de agua subterránea convirtiendo en lucro privado un recurso de todos. Y la cantidad de familias que depende de los cisternas sube cada día ante el agotamiento de las lagunas y la merma en la disponibilidad de los pozos de Semapa y los otros sistemas municipales y comunales.
Culpables hay muchos. Por supuesto que lo son Semapa, la Gobernación, la Alcaldía y el ministerio del ramo. Pero también somos responsables los ciudadanos; los datos de la encuesta del Foro Regional nos dicen que la proporción más grande de gente que no hace nada para cuidar el agua está en Cochabamba. Confirmando nuestro impulso suicida, seguimos asfaltando y urbanizando zonas de recarga de acuíferos, impidiendo que las reservas subterráneas se recarguen. Pero además hacemos poco por cuidar y plantar más árboles, que son precisamente los que producen la humedad que se convierte en lluvia.
Afortunadamente cada vez más personas se dan cuenta de que no basta rezar por la lluvia, sino que es necesario pasar del lamento y la imploración a la acción, reforestando, contaminando menos, tratando de tener un menor impacto sobre el medio ambiente. La solución del problema es una responsabilidad y un derecho ciudadano.