Cuatro de diez personas llegaron de otra región
Hace siete años, en 2009, cuatro de cada 10 habitantes de Cochabamba afirmaban ser migrantes de otros departamentos. Hoy en día, esa tendencia se mantiene con la llegada de gente de Potosí, Oruro y La Paz, según un estudio de “Migraciones Internacionales y Remesas” realizado por el Centro de Planificación y Gestión (Ceplag) de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).
Para la coordinadora del Ceplag, Carmen Ledo, la migración debe entenderse como “la consecuencia a una serie de frustraciones o aspiraciones que tiene la gente, los más intrépidos, porque requieren dar respuesta a una serie de insatisfacciones en sus lugares de origen”.
En este sentido, Cochabamba “se ha altiplanizado históricamente”. Una etapa, indica Ledo, la cantidad de inmigrantes llegó a más de la mitad con más de 300 mil personas de origen altiplánico que viven en diferentes lugares de acuerdo a la antigüedad que tienen. Resaltó que estas personas se dedicaron al comercio o la producción textil.
Por su parte, el docente investigador del Centro de Estudios de Población (CEP), Jorge Veizaga, aseguró que en una de las teorías de migración existen dos razones de expulsión para que la gente se vaya y llegue. La primera porque en el campo no hay agua, cultivos o tierra; y las de atracción porque otro espacio ofrece lo que hace falta al primero o por la inversión pública para el progreso.
Veizaga reconoce dos periodos en la historia de la migración en el departamento: la llegada de gente del valle alto y cono sur a la ciudad tras la Reforma Agraria y el periodo de la relocalización minera donde gente del altiplano y norte del Potosí comienzan a poblar el departamento. Primero, se sitúan por un tiempo en la zona de La Cancha, pero luego se van hacia la periferia, precisó.
Según el documento sobre la “Migración en el Departamento de Cochabamba” realizado por el Centro de Estudios de Población (CEP) de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional en 2006, Cercado representó en algún momento el 80 por ciento de la migración bruta, seguida de Quillacollo, Chapare y Carrasco son los municipios donde el flujo migratorio que llegó a estas zonas es mayor.
Este mismo texto indica que la población del Departamento en 1950 era cercana al medio millón de habitantes, pero 26 años después su población creció hasta casi los tres cuartos de millón.
“En 1992 residen en Cochabamba un poco más de un millón de habitantes, para que en 2001 (nueve años después) dicha población crezca hasta cerca de un millón y medio de habitantes”, puntualiza.
Entre algunas de las causas identificadas por Ledo para que este fenómeno sea “recurrente es porque vemos que la falta de empleo obliga a la gente a buscar dónde encontrar un horizonte de vida, la falta de un sistema educativo igualitario en calidad obliga a muchos padres a tomar decisiones de irse a Cochabamba, La Paz o Santa Cruz”.
Ante esta situación, el documento “Migraciones Internacionales y Remesas” diferencia cinco zonas en la ciudad en base a la población residente, densidad demográfica, áreas verdes, densidad de edificaciones, topografía y uso del suelo, que son: centro histórico, norte compacta, zona sud compacta, anillo intermedio y periferia urbana.
Todas ellas presentan sus características en función al progreso de cada zona, pero en la última es donde se sitúan con más fuerza los migrantes.
Hay que evitar la expulsión
Ante los efectos de la migración en la precariedad de las condiciones de vida, los investigadores sociales afirmaron que el Estado debe trabajar en un plan para reducir la cantidad de migrantes que abandonan sus lugares de origen.
“Es el Gobierno nacional al que también debería preocuparle, al igual que al departamental y municipal, porque en Bolivia están creciendo tres zonas metropolitanas que concentran todo”, aseveró el docente investigador del CEP, Jorge Veizaga.
Asimismo, recomendó generar políticas de desarrollo productivo en las zonas rurales además de revisar los proyectos “Mi Agua” y “Mi Riego” que aparentemente no dieron los resultados esperados. Dijo que, de no hacer nada, se corre el riesgo de afectar la soberanía alimentaria, por ejemplo.
La coordinadora del Ceplag, Carmen Ledo, pidió empleos “dignos” para las personas que llegan al departamento; mientras que Veizaga dijo que es importante permitir que quien vive en el campo también tenga una vida “digna”.
LAS DIFICULTADES EN UN NUEVO LUGAR
Los recién llegados son víctimas de “mercaderes”
Una de las consecuencias de la llegada de migrantes es el crecimiento sin planificación de los nuevos barrios. El fenómeno se da sobre todo en las zonas denominadas periurbanas, fuera de la mancha urbana.
La coordinadora del Centro de Planificación y Gestión (Ceplag) de la UMSS, Carmen Ledo, advirtió que muchos de los migrantes no ven satisfechas sus aspiraciones al llegar a la ciudad. Es difícil hallar un buen empleo, acceder a servicios básicos y vivienda. La mayoría son víctimas de los “mercaderes” de tierras y se asientan ilegalmente. “Empezamos a ver cómo los mercaderes de tierras los convierten en presas fáciles, se convierten en cuidadores de terrenos de gente que no llegó o nuevos dueños de tierras que ya tienen sus propietarios”, lamentó.
La pesadilla de desempleo y el comercio informal
La gente que deja las provincias para establecerse en la capital se enfrenta al desempleo. La mayoría se inserta en la construcción como albañil, en el comercio como vendedor ambulante y en los servicios domésticos.
En Sivingani, un barrio de migrantes al sur de la ciudad en el camino a Santiváñez, el 70 por ciento de los varones trabaja como albañil. En tanto que las mujeres son comerciantes informales, en especial de tostados.
El informe “Mujer y Actividad Económica en Cochabamba” elaborado por la Dirección de Investigación Científica y Tecnológica del Centro de Estudios de Población de la UMSS indica que en los censos de 1976, 1992 y 2001 el nivel de empleo disminuyó para varones y mujeres en Cochabamba.
Falta de lazos familiares, una “bomba de tiempo”
La migración genera como una consecuencia una ruptura de los lazos familiares y dificultades al momento de establecerse en nuevas zonas, donde los hijos son el grupo más vulnerable.
“El no acompañamiento de la familia en el desarrollo de las actividades de los chicos se convierte en una bomba de tiempo, porque los jóvenes, al no tener los frenos o hitos que marquen sus sueños futuros, van insertándose en grupos irregulares”, lamentó la coordinadora del Ceplag, Carmen Ledo.
Esta situación se agrava más cuando los padres se van a otros países, entre los más comunes: Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos y España con la intención de mejorar la situación económica de sus familias.