El asilo, el último hogar de muchos abuelos
Los asilos o casas de retiro son el último hogar de muchos ancianos que no tienen familiares o fueron abandonados. La madre superiora del asilo El Buen Pastor, Rosalina Orellana, dijo que muchos encuentran una segunda familia en este lugar. Añadió que la mayoría estaban en situación de indigencia y otros fueron rescatados por la Policía o las defensorías.
En el asilo hay 65 adultos mayores —33 varones y 32 mujeres— que en la actualidad no conocen el paradero de sus hijos, pero la mayoría admite tenerlos y que los despojaron de todo. “Ahora comentan que este es su hogar y su familia”, manifestó la responsable del asilo.
Añadió que muchos llegan con la ropa que traen puesta y nada más. Contó que gran parte del sustento del asilo son las donaciones de la gente, pues es un gran presupuesto médico, de alimentación y para atender todas sus necesidades.
“Algunas personas nos preguntaron si les cobramos algo por permanecer en el asilo; pero el tema es a quién cobrarle, pues estas personas no tienen a nadie. Intentamos localizar a sus familiares, pero en muy pocas ocasiones los encontramos y, si pasa, estas personas los visitan una o dos veces y vuelven a desaparecer”, explicó.
Los ancianos pasean por la casa, hacen algunas actividades y a algunos les gusta escuchar la radio. Sin embargo, a casi todos les llena de alegría recibir visitas.
“Son como niños de nuevo, hay que valorarlos, necesitamos estar conscientes de todo lo que hicieron por nosotros y nuestra sociedad. Muchos estamos cosechando lo que ellos sembraron y no podemos simplemente maltratarlos o eliminarlos de nuevas vidas, debemos concientizarnos”, pidió Orellana.
Siete hermanas franciscanas de Santa Ana junto a un grupo de trabajadores se encargan de atender a estas personas de la tercera edad desde hace más de cinco años. Aseguran que su misión es cuidar a los desfavorecidos.
“Desde que recibimos nuestra formación, nos preparamos para la misión de ir y atender a los más necesitados. Aquí nos encontramos con los adultos mayores que sufren violencia y abandono y necesitan un lugar para vivir con dignidad”, declaró.
Desde que uno ingresa al asilo, se encuentra con personas que están paseando por la casa. No se escuchan ruidos, al contrario, hay mucha paz. Todos los ancianos reciben a los visitantes con amabilidad y una sonrisa, pero algunos no pueden hablar con claridad.
El asilo, ubicado en la calle Santiváñez y Falsuri, recibe innumerables muestras de solidaridad de la población; pero ya están al tope de su capacidad y no tienen mucho espacio más para recibir a más personas.
LA LEY GENERAL
La Ley General 369 protege los derechos de los adultos mayores de 65 años. Sin embargo, es poco conocida y aplicada.
La normativa establece sanciones como la cárcel para quienes ejerzan violencia en contra de las personas de la tercera edad. Además, contempla la tipología de violencia patrimonial que se refiere a despojar de sus bienes al anciano mediante engaños.
En muchas ocasiones se conoció que los hijos o nietos cobraban el bono que tienen o sus jubilaciones, pero no les entregaban el monto. Asimismo, “algunos les dicen mentiras para hacerles firmar documentos de transferencia de terrenos o lotes que ellos pueden haber conseguido con el esfuerzo de toda su vida”, contó el jefe de Unidad, Mauricio Osorio.