Controversias y caos en el primer mes de mandato de Donald Trump
En su polémico primer mes de Gobierno el presidente de EEUU, Donald Trump, ha polarizado a la sociedad estadounidense, está dejando por los suelos el legado del expresidente Barack Obama y ha entrado en guerra con la prensa y los servicios de inteligencia.
Desde que el pasado 20 de enero jurase el cargo, Trump ha destituido a una fiscal general, fulminado a su consejero de Seguridad Nacional, humillado a sus servicios de inteligencia, ordenado construir un muro con México, abandonado el Acuerdo Transpacífico, colisionado con Google, Apple y Facebook, encrespado a la Unión Europea, defendido al presidente ruso
Vladímir Putin, ofendido a los líderes de China, México y Australia, prohibido la entrada a miles de musulmanes, chocado con los tribunales, satanizado a los medios y convertido el gran símbolo del poder estadounidense, la Casa Blanca, en un inmenso caos.
Pero la cereza sobre la torta se dio el pasado martes, cuando el Departamento de Seguridad Nacional publicó las directrices para desarrollar la nueva orden ejecutiva del presidente Trump destinadas a atajar la inmigración ilegal.
Preocupación
La nueva ley ha puesto en jaque a muchos inmigrantes que se encuentran en territorio estadounidense ilegalmente.
Javier Peñarrieta, residente boliviano en EEUU hace 25 años, indicó que desde que Trump asumió la presidencia millones de migrantes viven en la incertidumbre y el miedo.
Dijo que en Virginia, lugar donde reside Peñarrieta, hay muchos bolivianos y de otras nacionalidades que no tienen su “Green Card” documento que acredita la residencia legal en suelo estadounidense.
“Conozco casos de personas que están hace más de 20 años acá y todavía no tienen sus papeles de residencia. Ellos están muy preocupados por su futuro”, manifestó Peñarrieta.
Señaló que muchos inmigrantes ilegales están abandonando EEUU rumbo a Canadá, con la esperanza de que en ese país puedan obtener una residencia temporal.
Según la orden ejecutiva del presidente Trump destinadas a atajar la inmigración ilegal, todos los inmigrantes ilegales excepto los “dreamers” (soñadores) pueden ser deportados. Las autoridades priorizarán a aquellos que hayan cometido delitos.
“El Departamento de Seguridad Nacional no excluirá clases o categorías de extranjeros en la implementación de la ley”, estipula uno de los documentos. “Todos aquellos que violen las leyes de inmigración (extranjeros ilegales) podrán ser deportados”, declara. Los agentes de inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) darán prioridad a aquellos ilegales que hayan cometido delitos o estén “condenados por alguna ofensa criminal”.
Los extranjeros que sean detenidos sólo serán puestos en libertad bajo “circunstancias limitadas”.
Habrá unas pocas “circunstancias limitadas” bajo las cuales un ilegal pueda ser liberado tras una detención. Estas son: si va a ser deportado de vuelta a su país natal, si es un ciudadano de EEUU, si es un refugiado o si el individuo tiene motivos demostrables para estar en EEUU como persecución o exilio de sus países natales, y no supongan un riesgo de seguridad para EEUU. Para demostrar dichas razones, las autoridades realizarán entrevistas rigurosas a los extranjeros.
Deportaciones aceleradas
El Departamento de Seguridad Nacional podrá realizar deportaciones aceleradas a todas aquellas personas que no hayan sido admitidas en EEUU o que sean inadmisibles. Los menores de edad no serán sometidos a las deportaciones aceleradas.
Hasta ahora, en EEUU sólo se aplicaban los procedimientos de deportaciones aceleradas a indocumentados encontrados a menos de 100 millas (160 kilómetros) de la frontera y durante los primeros 14 días de su entrada en el país.
Agentes por doquier
El Gobierno contratará a 10.000 agentes ICE, que operarán por todo el país, y a 5.000 agentes de patrulla fronteriza, concentrados en la frontera sur con México, para implementar estas nuevas medidas. Adicionalmente, las medidas autorizan a agentes de policía en los Estados y condados cercanos a la frontera a actuar también como agentes de inmigración.
EL EGO POR LAS NUBES
Donald Trump nunca ha ocultado su admiración por sí mismo. Se ve alto, atractivo, agresivo, inteligente, simpático, triunfador. No es sólo que se reconozca como un excelente hacedor de acuerdos o un promotor inmobiliario de fulgurante éxito, sino que al hablar de su figura rompe cualquier recato, reseñó el diario El País.
“No es fanfarronería cuando digo que soy un ganador. Tengo experiencia en ganar. Es lo que se llama liderazgo. Eso quiere decir que la gente me sigue y se inspira con lo que hago. ¿Cómo lo sé? Porque he sido un líder toda mi vida”, ha llegado a escribir en “América lisiada”, el libro que contiene las bases de su programa electoral.
Muchos creyeron que esta egolatría se reduciría al entrar en la Casa Blanca. La formalidad del cargo, la tradicional búsqueda de una imagen presidencial más allá del bien y del mal atempera habitualmente a los elegidos para la gloria.
Pero no a Trump. El multimillonario ha demostrado que nada del pasado le sirve. Él quiere tallar su propio trono. Uno muy elevado y desde el que le puedan apreciar todos y aplaudir. Por eso no es extraño verle en los actos y conferencias referirse a sí mismo como un patrón de éxito.
“Quién mejor que yo para construir un muro”. “Sé mejor que nadie cómo cerrar un acuerdo ventajoso”. “Conozco el sistema y por eso puedo cambiarlo”. Son algunas de las ideas que más repite.
Esta autorreferencialidad ha tenido un ejemplo áureo el pasado lunes. Al glosar sus éxitos del primer mes, el presidente no ha podido evitar su propia figura. En el comunicado oficial de la Casa Blanca, de apenas folio y medio, se cita a sí mismo 34 veces. Tantas como frases tienen el texto. Y para que no quede duda de quién es el sujeto histórico, cada oración arranca con un insoslayable “Presidente Trump…” al que siguen sus “logros”, algunos tan dudosos como desmontar la reforma sanitaria de Obama u ordenar la construcción de un muro con México. Aunque eso importe poco. Lo fundamental es él mismo.
INICIO TURBULENTO
Fiel a su promesa de campaña, Trump promulgó un decreto, el 25 de enero, que autorizaba la construcción de un muro en la frontera con México para frenar la inmigración ilegal. Esto provocó una tensión en las relaciones con el país vecino.
El presidente mexicano Enrique Peña Nieto canceló su visita a Washington, agendada para el 31 de enero, en señal de protesta. Y el mandatario estadounidense insistió, una vez más, en que el país vecino debía pagar las obras.
Además, en su primer día en el Salón Oval firmó un decreto para retirar a EEUU del Acuerdo Transpacífico (TPP), uno de los temas centrales en materia de comercio que impulsó el gobierno del demócrata Barack Obama. La anterior administración negoció durante siete años para llegar a él.
Además, ese mismo día el mandatario comenzó con la derogación del Obamacare, el sistema de salud formulado por su antecesor que brindaba servicios de salud a millones de estadounidenses.
Datos: Agencias e Internet