Niños atrapados en Tailandia perdieron peso en su odisea
Las autoridades tailandesas difundieron hoy las primeras imágenes en el hospital de algunos de los niños rescatados de una cueva inundada, donde permanecieron más de dos semanas. Según los primeros diagnósticos, perdieron como dos kilos de peso en su odisea, pero se encuentran bien de salud.
En el vídeo, los niños, que formaban parte de un equipo de fútbol, aparecen sentados en sus camas con máscaras en la cara y saludando a la cámara. El video fue publicado por el departamento de Relaciones Públicas del gobierno de Tailandia.
Los cuatro menores rescatados en la primera fase del operativo el domingo pueden tomar comida de forma normal y caminar, y los cuatro que salieron a la superficie el lunes tienen una dieta blanda. Uno de los miembros del último grupo (formado por cuatro chicos y el técnico) que llegó al hospital el martes en la noche, padece una leve infección pulmonar.
Dos miembros del primer grupo tienen también una infección en los pulmones y necesitarán tratamiento médico durante siete días, señaló Thongchai.
En promedio, los chicos perdieron dos kilos de peso con respecto a la información previa que se tenía de ellos. Durante su odisea, pudieron beber el agua que se filtraba al interior de la gruta.
El grupo accedió al interior de la cueva de Tham Luang para explorarla luego de un entrenamiento el pasado 23 de junio, pero las lluvias del monzón anegaron rápidamente los estrechos pasadizos bloqueándoles la salida. Fueron encontrados por dos buceadores británicos 10 días después, resguardados en una pequeña estancia sobre el nivel del agua, sonriendo aliviados pero visiblemente delgados.
La compleja y arriesgada misión de rescate, en la que buceadores tailandeses e internacionales sacaron a los chicos y a su entrenador fuera de la cueva por los inundados pasadizos, tuvo en vilo a personas en todo el mundo. Como muestra del riesgo que entrañaba la operación, un exmiembro de las fuerzas especiales de la Armada tailandesa que trabajaba como voluntario en el operativo, murió el viernes mientras reponía botellas de oxígeno a lo largo de la ruta de salida.
Ninguno de los menores, de entre 11 y 16 años, tenía experiencia de buceo y en su salida estuvieron acompañados por dos profesionales cada uno, que los guiaron por los rocosos y enfangados pasadizos, por los que en algunas zonas solo se puede pasar gateando. Este método era especialmente arriesgado, pero la disminución de los niveles de oxígeno en la cueva y el temor a nuevas lluvias del monzón aceleró la decisión.
Los niños están aislados dentro del hospital para evitar que contraigan infecciones. Los familiares han visto a al menos algunos de ellos a través de un cristal y, una vez pase un tiempo sin que haya problemas, podrán acercarse vestidos con ropa esterilizados.