Estados Unidos y Arabia Saudí mantienen relación contra natura

Han pasado 50 días desde el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, columnista del diario The Washington Post, y la Administración de Donald Trump sólo impuso sanciones económicas a 17 sauditas presuntamente involucrados en el asesinato, entre ellos los principales asesores del príncipe heredero Mohamed bin Salmán, pero no a quién dio la orden para asesinarlo.

Trump no se ha pronunciado sobre sanciones en contra de bin Salmán, lo cual demuestra que las relaciones entre Washington y Riad son “muy profundas”.

Las leyes de EEUU, en específico la ley Magnitsky sobre Responsabilidad de Derechos Humanos, estipulan un plazo de 120 días para que el Presidente estadounidense decida introducir sanciones contra los individuos que se encuentren involucrados en una violación de derechos humanos.

Relaciones contra natura

El matrimonio entre Washington y Riad es una unión contra natura. De un lado, una república democrática basada en los principios de la Ilustración; de otro una monarquía absoluta de derecho divino. Además, la parte más fuerte del pacto, EEUU, tiende a ser la que se inclina ante la más débil, Arabia Saudí.

El 14 de febrero de 1989, en el Día de los Enamorados, en la capital de Egipto nació una alianza entre EEUU y Arabia Saudí que lo ha resistido todo: embargos petroleros, guerras, la nacionalización de activos de empresas energéticas estadounidenses, la desaparición del enemigo común —la Unión Soviética, que para muchos era la razón de ser de la alianza— y hasta la matanza del 11S, perpetrada por 19 terroristas de los que 15 eran saudíes, a las órdenes de otro saudí, Osama bin Laden.

Es una alianza que en el último mes ha alcanzado un grado más con el apoyo del Gobierno de Trump al “hombre fuerte” saudí, el príncipe Mohamed bin Salman, en la controversia por el presunto asesinato de Khashoggi en el consulado de ese país en la ciudad de Estambul, en Turquía, reseñó el diario El País.

Por su parte, la historiadora Rachel Bronson, en su libro sobre las relaciones saudí-estadounidenses “Thicker than Oil” (Más espeso que el petróleo), indica que el acuerdo entre ambas naciones se resume en “petróleo, armas, Dios e inversiones inmobiliarias”.

Unidos por las armas

Arabia Saudí es el segundo importador de armamento del mundo, un puesto que le cuesta más de una quinta parte del presupuesto anual del Estado y que responde a una política de potencia militar regional y una permanente guerra fría con Irán, pero también a la lógica de la “diplomacia de las armas”.

La muerte de Khashoggi ha abierto debates hasta hace poco inimaginables como el de la venta de armas a Arabia Saudí, un lucrativo negocio que ha engullido durante décadas las denuncias de las ONG sobre las violaciones de los derechos humanos en el reino, indicó Efe.

Alemania ya ha anunciado que no venderá armamento a Arabia Saudí; en Francia, el presidente Emmanuel Macron guarda silencio.

Trump no se inclina por dejar de vender armas a Riad porque “Rusia, China y Francia se aprovecharían rápidamente”.

Pero la compra de armamento va más allá de la búsqueda de una capacidad militar real y también responde a una estrategia de diplomacia a través de la industria militar.

Arabia Saudí tiene previsto gastar este año alrededor de 56 mil millones de dólares en Defensa, lo que equivale al 21,47 por ciento del presupuesto, según datos del Ministerio de Finanzas saudí.

El gasto ha bajado un 6,3 por ciento en relación al año anterior, cuando el Gobierno dedicó el 24 por ciento de sus recursos al área militar.

Según cálculos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri), Arabia Saudí, con 33 millones de habitantes, es el tercer país del mundo que más dinero dedica a Defensa y el segundo importador mundial, por detrás de la India.

Desde 1990, Riad siempre ha dedicado a Defensa más de un 20 por ciento de su presupuesto, llegando al máximo del 41,2 por ciento en 1998, según el Sipri, que en relación al PIB el gasto en Defensa llegó a ascender al 10,3 por ciento en 2017.
 

Estados Unidos vende armamento militar a Arabia Saudí por 110.000 millones de dólares

21% presupuesto en gastos militares y de defensa que destina el Gobierno saudí.

VENTA DE ARMAS. NEGOCIO LUCRATIVO PARA OCCIDENTE

De acuerdo con su último informe sobre el comercio mundial de armas en el último lustro, el 61 por ciento de las importaciones saudíes procedieron de EEUU y el 23 por ciento del Reino Unido.

El príncipe heredero Mohamed bin Salman negoció contratos durante su gira a Europa y EEUU a comienzos de este año.

El año pasado, Arabia Saudí fue el mejor cliente de Washington en este sector tras cerrar la compra de un sistema de defensa antimisiles por valor de 15 mil millones de dólares.

Trump ha dicho que la venta de armas a Arabia Saudí representa más de medio millón de puestos de trabajo y un negocio de 110 mil millones de dólares.

TURQUÍA ES EL EXILIO PARA LOS OPOSITORES ÁRABES

REDACCIÓN CENTRAL

El clima de persecución es el responsable de que la ciudad de Estambul se haya convertido en un exilio dorado para cientos de miles de opositores árabes perseguidos por los Gobiernos autoritarios impuestos tras las Primaveras Árabes.

Uno de estos opositores en el exilio era Khashoggi, un periodista saudí que durante años fue el portavoz oficioso de la familia Al Saud y que, con la llegada al poder del “clan de los Salman”, cayó en desgracia. Desde hace un año, Khashoggi vivía alejado del reino por miedo a la dura represión que el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, emplea contra aquellos que no comparten sus planteamientos.

El heredero del trono saudí es un gobernante revisionista que está haciendo tambalear los cimientos del reino. Su “innovador” programa Visión 2030 pretende liberalizar la economía alejándola de la dependencia extrema de los hidrocarburos y acercándola, por tanto, a otros sectores como el turismo (islámico), las comunicaciones o la educación. Esta propuesta tiene mucho que ver con otros programas que previamente Estados vecinos como Qatar (aislado internacionalmente por Arabia Saudí) han puesto en marcha hace más de 10 años y cuyos resultados a día de hoy empiezan a verse.

RIAD, CONSIDERADO EL SHERIFF DE ORIENTE MEDIO

REDACCIÓN CENTRAL

Arabia Saudí mantiene una guerra abierta en Yemen, donde encabeza la denominada “coalición” que interviene en el país desde marzo de 2015.

No es la única vez que el reino ha intervenido fuera de sus fronteras. Cuando la primavera árabe estalló en 2011, tropas saudíes ayudaron a sofocar los levantamientos civiles en Yemen y en Baréin. Además, mantiene un bloqueo contra Catar desde el año pasado.

Desde hace más de 40 años, la región asume que Arabia Saudí e Irán, suníes y chiíes, mantienen una guerra fría por la supremacía regional.

Tras la caída del sha de Persia en 1979, Arabia Saudí ha sido el garante del orden establecido en la región, frente a la revolución islámica del ayatolá Jomeini y su afán por exportar su visión política del islam que amenazaba el statu quo gobernante en la zona.

Datos: Agencias e Internet

ANÁLISIS

Alberto Priego. Universidad Pontificia de Comilla

EEUU busca que no suba el precio del petróleo

No podemos esperar que Washington abandone su alianza con Arabia Saudí, ya que, por un lado el presidente Donald Trump necesita que el precio del petróleo se mantenga estable ante las inminentes sanciones que va a imponer a Teherán y, por el otro, Rusia se encuentra a la espera de la mencionada ruptura y si se produjera podría convertirse en el aliado estratégico que Riad necesita. Si este hecho se consumara, Moscú controlaría a los dos gigantes regionales, Irán y Arabia Saudí convirtiéndose en el poder hegemónico de Oriente Próximo.

El gran beneficiado de la crisis está siendo Turquía, no sólo porque su reputación internacional está mejorando a pasos agigantados, sino porque espera que buena parte de las inversiones que están saliendo de Riad puedan encontrar un destino atractivo en el país otomano.