Cientos de venezolanos abandonan Ecuador tras sucesos xenofóbicos
Daniela Brik
Cientos de migrantes venezolanos abandonaron hoy Ecuador dentro del programa "Retorno a la Patria" y a raíz de la ola de xenofobia y violencia desatada tras el femicidio el sábado pasado de una embarazada ecuatoriana a manos de un venezolano.
"Es un operativo de la embajada de Venezuela con la colaboración de algunos organismos nacionales. Hicimos un gran esfuerzo porque la situación era apremiante y hay mucha presión y desasosiego entre los venezolanos", explicó a Efe el encargado de Negocios, Pedro Sassone.
El representante diplomático precisó que unos 230 nacionales tenían previsto abordar tres aviones este miércoles -dos en Quito y un tercero en Guayaquil-, entre los que se encontraba un grupo de 60 personas que viajaron en las últimas horas a la capital desde la provincia de Imbabura, donde tuvo lugar el femicidio, y Tulcán, en la frontera con Colombia.
Otros tres aviones partirán el próximo sábado en el marco de este programa que ha trasladado ya a 18.000 venezolanos desde diferentes países, 1.800 de ellos de Ecuador.
Desde primera hora de la mañana, decenas de venezolanos se agolpaban frente a la entrada de su embajada en Quito con maletas, bártulos y bultos que no debían superar los 20 kilos de peso, según les advirtieron las autoridades, y que muchos pesaban en una báscula habilitada en el acceso.
A uno de los concentrados se le cayó súbitamente una gran maleta que dejaba entrever numerosas cajas con dentífrico, quizá para repartir entre sus familiares una vez en suelo venezolano.
"¡Chamo, se te abrió el bolsillo!", le indicó con humor otro de los viajeros.
Poco después comenzó a pasar lista un funcionario de la legación diplomática, que se encuentra con su representación más baja tras la expulsión de la embajadora el año pasado a raíz de unas declaraciones del ministro de Comunicación venezolano, Jorge Rodríguez, contra el presidente de Ecuador, Lenín Moreno.
Entre los bolsos, algunas fundas con el logotipo del Programa Mundial de Alimentos daban cuenta de las necesidades alimenticias que han tenido que afrontar muchos de ellos.
La espera para abordar los autobuses que dispuso la embajada para trasladarlos al Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre de Quito se hizo larga y entre varios aprovecharon para tratar de desmontar una bicileta infantil con la esperanza de poder llevársela en el vuelo.
Matilde Elena Barrios, oriunda de Mérida y con nueve meses en Ecuador, dijo tener hasta "20 razones" para querer regresar a Venezuela, pero destacó "la poca consideración que tienen a los viejos, aquí nadie quiere a nadie", antes de romper a llorar y señalar que "la gente acá es maluca".
"Los de Rumichaca en ese autobús, por favor", les conminó el funcionario encargado de revisar a los presentes, después de que se presentara un grupo llegado en la noche y que pernoctó en un hotel aledaño.
Muchos de los que retornaron este miércoles solicitaron el martes poder viajar, especialmente los que residían en Ibarra hasta este fin de semana, cuando una turba se tomó la justicia por su mano y trató de echarlos a patadas e incendiaron sus propiedades.
Otros tuvieron que formalizar a última hora sus documentos de viaje, como Joan Ortuño, de 33 años y del estado de Guárico, que regresaba con su mujer e hija de un año, después de haberlo intentado en Ecuador durante un año y ocho meses.
"No he tenido problemas xenofóbicos, no puedo quejarme, lo que he tenido son los problemas económicos que nos abordan a todos los venezolanos", reconoció.
Ortuño insistió en que "lamentablemente, la actuación de algunos hermanos venezolanos nos ha afectado mucho, pero no se justifica ningún tipo de violencia".
Junto a su esposa, un hombre servía empanadas y café a un dólar, que pronto se acabaron. Para entonces, organismos venezolanos ya habían distribuido un refrigerio para los que tienen que partir.
"No quiero colación", le dijo uno de los niños a su madre, a lo que otra le contestó irónica "¿Colación o merienda?", reflejo de que los menores que ahora regresan han adoptado el léxico y costumbres en las instituciones educativas ecuatorianas.
Tras aproximadamente dos horas y media, los tres autobuses partieron escoltados por efectivos motorizados de la Policía.
Durante el viaje al aeropuerto no hubo comentarios, bromas, ni sonrisas que caracterizan en buena medida al migrante venezolano, sino silencio y lágrimas. Muchos observaban por las ventanillas, quizá por última vez, las elevadas montañas del paisaje andino de Quito.
Ya en el aeropuerto, numerosos viajeros los miraban perplejos y preguntaban quiénes conformaban ese contingente humano.
Rápidamente hicieron una nueva fila para facturar su equipaje, algunos con la bandera de Venezuela a modo de capa bien visible, y se subieron al avión sin mayores problemas con destino a Caracas.
"¡Hasta nunca Ecuador!", se despidieron algunos.