Tiroteo en escuela es el último de 213 ocurridos este año en EEUU
WASHINGTON/UVALDE, Efe y Afp
Los 19 niños y dos profesoras asesinados el martes por un joven de 18 años en un colegio de Texas son las últimas víctimas por arma de fuego en EEUU, donde 17.202 personas han fallecido por disparos desde el inicio de 2022.
Según datos de Gun Violence Archive, que documenta la violencia con armas de fuego, de esas 17.202 personas, 7.632 perdieron la vida en asesinatos, por disparos no intencionados o autodefensa, mientras que 9.570 se suicidaron con esta clase de armamento.
Desde comienzos de este año, se han producido 213 tiroteos “masivos” y 10 “asesinatos en masa”. Gun Violence Archive define como tiroteos masivos aquellos con cuatro o más personas heridas o muertas por disparos sin contar al autor de los mismos.
La organización considera como asesinatos en masa los que tienen cuatro o más muertos y matiza que, a efectos estadísticos, estos los ve como un “subgrupo” de los tiroteos masivos.
Dolor en Uvalde
Decenas de personas acudieron este miércoles a una pequeña iglesia de Uvalde (Texas) para rezar por los 19 niños y dos adultos que murieron la víspera en el tiroteo perpetrado por un adolescente en una escuela primaria de la localidad.
Esa ciudad de unos 15 mil habitantes, situada a 80 km de México, era hasta hace unas horas uno de esos típicos lugares de EEUU sin historia. Un trazado de calles perpendiculares y paralelas salpicado de centros comerciales, gasolineras y cadenas de comida rápida.
Pero el martes cerca del mediodía, Salvador Ramos, un chico de 18 años, irrumpió en la escuela primaria Robb con dos fusiles de asalto, se encerró en un aula y abrió fuego contra dos profesores y 19 alumnos, antes de ser abatido por la policía.
Incomprensión e ira
La matanza, la peor en un colegio del país desde hace una década, sacudió una localidad tranquila y la sumió en una mezcla de incomprensión y cólera.
Aida Hernandez llora al salir de la iglesia del Sagrado Corazón, un edificio sencillo de ladrillos grises, situado junto a la carretera principal de Uvalde.
“He sentido horror y dolor. Conocía a las víctimas. Sigo conmocionada”, dice esa profesora que trabajó en la escuela Robb hasta que se jubiló hace dos años.
“Rezo por todos”, añade esa habitante de la ciudad, que rinde homenaje a los dos profesores fallecidos en el ataque. “Cuando uno enseña en un aula, es su trabajo proteger a los niños, y ellos lo hicieron más allá de lo que se esperaba de ellos”, asegura.
“Demasiadas veces”
A pocos metros de ahí, Rosie Buantel está harta de que los tiroteos se repitan una y otra vez en EEUU. “Estoy triste y enfadada con nuestro Gobierno por no hacer más para controlar las armas”, dice tras salir de la misa. “Hemos pasado por esto demasiadas veces, y no se hace nada, se sigue debatiendo”, asegura.
Eddie, otro vecino, también se muestra indignado por la matanza del martes.
Ayer subieron las acciones de las principales empresas fabricantes de armas en EEUU ya que los inversores prevén un aumento de la demanda ante el temor a posibles restricciones a la venta.
El debate del control de armas es recurrente cada vez que hay una matanza, pero choca con el derecho a “portar armas de fuego fuera de casa en defensa propia” recogido por la 2ª Enmienda de la Constitución.
Masacre anunciada por Facebook
Salvador Ramos era un adolescente descrito como “solitario”, de “vida hogareña tensa”, delgado, con un impedimento del habla (que según algunos de sus compañeros le llevó a sufrir burlas en la escuela).
El martes en la mañana, escribió en Facebook “Voy a dispararle a mi abuela. Voy a disparar a una escuela primaria”. Minutos después le dio un tiro en la cara.
Con un chaleco antibalas y dos rifles de asalto se subió a una camioneta y se dirigió a la escuela Robb sin que nadie tenga todavía muy claro por qué. Allí comenzó la matanza que duró 45 minutos, hasta que fue abatido por la policía.