Comienzan 60, llegan 400 a La Paz
Senkata | Los Tiempos
Unos con la destreza en el manejo de las sillas de ruedas, manos encallecidas por tanto hacer girar las ruedas, otros con dificultad de mantener su cuerpo equilibrado entre muletas y bastones, madres de familia que cargan entre sus brazos a sus hijos que tienen diferentes dificultades son parte de la caravana de personas con discapacidad que recorren los últimos kilómetros para llegar al centro de la ciudad de La Paz, para demandar del Gobierno un bono de 500 bolivianos mensuales.
Más de 35 días recorrieron por el asfalto que une los departamentos de Cochabamba, Oruro y La Paz. No importó la distancia, 376 kilómetros, subidas o bajadas, las condiciones climatológicas, alimentación o refugio, lo único que les impulsaba a realizar esta travesía era la lucha por sus demandas y hacer escuchar su voz ante la sociedad boliviana y el mundo.
Esta odisea fue iniciada por un grupo de entre 60 y 70 personas para engrosar las filas, día que transcurría, hasta llegar a más de medio millar de ciudadanos que clamaban a lo largo de las carreteras una mejor atención económica por parte del Estado, porque el bono de mil bolivianos anuales que reciben actualmente no les permite tener una buena calidad de vida.
Los integrantes de la marcha relatan a Los Tiempos que el Gobierno ha lanzado una campaña para desprestigiar le medida de presión, spots que muestran gente que presumiblemente están bien, pero “son los pocos que accedieron a algún beneficio y proyecto, pero (dicen) que pasa con los hermanos que se encuentran en el campo, en las provincias, que no pueden contar con estas ofertas y pasan su vida postrados en sus camas al cuidado de su familia que ni siquiera puede adquirir una silla de ruedas”.
Ahora la marcha llegará esta tarde al centro de La Paz con la esperanza de que el Ejecutivo se sensibilice y les otorgue su pedido y sean recibidos por el presidente Evo Morales para conversar sobre las necesidades del sector.
Trabajo
Por otra parte, explicaron que de acuerdo con la normativa, los gobiernos nacional y subnacionales (gobernaciones y municipios) tienen la obligación de otorgar empleo a personas discapacitadas, en un 4 por ciento, precepto legal que es ignorado.
“Hay oficinas en las que se ha dado trabajo pero son las menos, entre ellos se benefician los no videntes y alguna que otra persona en silla de ruedas, pero que pasa con la demás población discapacitada (enfermos con deficiencias en el cerebro, los parapléjicos y otros), los únicos que se encargan son sus familiares, particularmente el padre o la madre o ambos”, manifestaron nuestros entrevistados, la mayoría de ellos en silla de ruedas y muletas, pero también escuchamos la voz de los que sufren otro tipo de problemas a través de sus madres.
Relatos desgarradores que acongojan nuestros corazones y dan mucho que pensar porque es muy fácil contar una historia, pero no es lo mismo vivir la experiencia de ellos, y particularmente de los padres que por el amor que tienen hacia sus hijos luchan día a día y ahora decidieron hacer escuchar la voz de sus hijos que no pueden expresarse.
ALGUNAS HISTORIAS
Nelly y Alison.
La señora Nelly, con su hija en brazos, cuenta que Alison tiene nueve años y que se unió a la caravana en Caracollo (Oruro) para apoyar la demanda del sector porque el bono que reciben es insuficiente. “Es increíble cómo han llegado hasta aquí y continúan. Mi niña ya tiene nueve años, tiene 92 por ciento de discapacidad. Yo también estoy aferrada a ella sin trabajar, sin poder hacer nada. Yo quisiera que por un momento el Presidente se ponga la mano al pecho, que por un momento esté postrado en cama, o al menos amarrarse un pie, una mano, es complicado. Entonces, yo habló por mi hija Alison”, señaló.
Jhasmany
Jhazmany se integró a la movilización desde Pailón de Santa Cruz, se moviliza en silla de ruedas y cuenta que su mal es congénito y no recibe colaboración del Gobierno. Dice que es padre de una niña de dos años, no consigue trabajo y menos en su región por lo que se fue a la ciudad de Santa Cruz para vender dulces e incluso mendigar. “En los campos es muy difícil, no hay centros de reahibilitación, doctores que atiendan gratis. Por eso migramos a las ciudades a pedir limosa”, dice.
Doña Justina
Doña Justina viene desde valle alto (Cochabamba), es una anciana que acompaña a su hijo de 22 años, que tiene problemas desde su nacimiento y al que crió sola porque el esposo la abandonó y se marchó a Chuquisaca. Con lágrimas en los ojos, relata que lo poco que gana solo le alcanza para sobrevivir y alimentar a su hijo, porque la vida en el campo es dura y más aún cuando una está sola. “Mi marido nos ha abandonado y mi hijo ni siquiera tiene un buen par de zapatos”, dice.
José Álex
José Alex, quien se traslada en silla de ruedas y que participa de la marcha que hoy llega a La Paz, cuestiona la insensibilidad del Gobierno que desde el Presidente y sus ministros sostienen que la demanda del sector es inatendible e insostenible. “Yo creo que las autoridades son los discapacitados porque no escuchan, no ven, ¿qué están mostrando?: una discapacidad”, indica. Las historias son distintas, los discapacitados se agrupan en tres: mental, física y sensorial (ciegos y sordos).