La desconfianza alienta la sensación de inseguridad
La mayor parte de la población boliviana se siente afectada por la inseguridad ciudadana, no confía en el sistema judicial y menos aún en la policía, todo lo que da lugar a que más de la mitad de la gente desee tener un arma de fuego para asumir su propia defensa. Todos esos factores se presentan más en Cochabamba que en La Paz y Santa Cruz, según las percepciones de las personas que fueron encuestadas.
En lo que a la sensación de inseguridad se refiere, cuando se preguntó: “Hablando del lugar o barrio donde usted vive y pensando en la posibilidad de ser víctima de un asalto o robo, ¿usted se siente muy seguro, algo seguro, algo inseguro o muy inseguro?”, más de la mitad de las personas (65,9 por ciento) afirmaron que se sienten algo o muy inseguras, algo seguras, 27,6 por ciento, y muy seguras 6,6 por ciento.
En Cochabamba, llega apenas al 4,8 por ciento, por debajo del promedio nacional (6,6 por ciento) el porcentaje de quienes afirman sentirse “muy seguros”. En el otro extremo, esa cifra llega en Santa Cruz a 7,5 por ciento. Sin embargo, es en esa ciudad donde es mayor la cantidad de gente que afirmó sentirse “muy insegura”.
Paradójicamente, tal sensación de inseguridad no aparece directamente relacionada con experiencias personales, pues casi dos tercios de las personas afirman que durante los últimos 12 meses no tuvieron una experiencia negativa. “¿Ha sido usted víctima de algún acto de delincuencia en los últimos 12 meses? Es decir, ¿ha sido usted víctima de un robo, hurto, agresión, fraude, chantaje, extorsión, amenazas o algún otro tipo de acto delincuencial en los últimos 12 meses?” fue la pregunta que se hizo, a la que 65,1 por ciento respondió negativamente, frente a 34,9 que afirmó haber pasado por alguna de esas experiencias.
Santa Cruz aparece como la ciudad en la que menos gente (30,2 por ciento) fue directamente afectada por alguna forma de inseguridad ciudadana, porcentaje que en La Paz se eleva a 38,2 por ciento.
Para evaluar el nivel de confianza de la gente en la justicia, se preguntó: “Si usted fuera víctima de un robo o asalto, ¿cuánto confiaría que el sistema judicial castigue al culpable? Confiaría… mucho, algo, poco, o nada?”, como promedio nacional, 42 por ciento de las personas afirmó que no confiaría nada, 33,2 por ciento, un poco. Cochabamba, con 46,2 que no confía nada y 32,9 que confía poco, aparece como la ciudad con mayor nivel de desconfianza en el sistema judicial. En La Paz, en cambio, es donde más gente (12,0 por ciento), afirmó que confía “mucho” en la labor del sistema judicial.
El grado de confianza en la labor policial fue puesto a consideración de las personas encuestadas a través de una reciente experiencia. Se interrogó: “Pensando en el asalto que hubo a una joyería en Santa Cruz, ¿usted piensa que la policía… hizo lo que tenía que hacer, actuó en forma muy precipitada o fue muy irresponsable?”, a lo que sólo un 28,5 por ciento expresó una opinión favorable a la actuación policial, mientras que 37,2 por ciento la juzgó negativamente como “muy precipitada” y “muy irresponsable”, 34,3 por ciento. Cochabamba, una vez más, se destaca como la ciudad en la que más duramente se juzga la labor de las instituciones, en este caso de la Policía Boliviana.
Como directa consecuencia de las anteriores percepciones, más de la mitad de la población de las tres principales ciudades del país (53 por ciento) afirmó que quisiera tener un arma de fuego para su protección. La Paz, con 58,6 por ciento, aparece como la ciudad más proclive a recurrir al uso de las armas, mientras que en Cochabamba sólo 46,6 por ciento se manifestó favorable a esa posibilidad.
En lo que a los lugares más inseguros se refiere, casi la mitad de las personas encuestadas (49,2 por ciento) identificó a su su entorno más inmediato –su hogar y su barrio– como los lugares donde fueron víctimas de algún acto delincuencial. Cochabamba es la ciudad donde es mayor la cantidad de gente (21,4 por ciento) que identificó a su propio hogar como un lugar inseguro. En el otro extremo, sólo 13,3 por ciento de la gente encuestada en La Paz hizo esa afirmación.
En Santa Cruz, en cambio, en su propio municipio, pero más allá de su barrio, es donde la mayor parte de las personas fueron víctimas de la delincuencia. Esa opción fue la señalada por 27,6 por ciento de quienes viven en la región metropolitana de Cochabamba.
Más de la mitad de la población, 53%, afirmó que quisiera tener un arma de fuego para su protección
NIVELES BAJOS DE VIOLENCIA
Actos delincuenciales relativamente poco violentos, (robo sin arma sin agresión o amenaza física), fueron los más comunes en las tres ciudades en las que se aplicó la encuesta. Cochabamba es donde más gente (42,5 por ciento) dijo haber tenido una experiencia de este tipo, ligeramente por encima del promedio nacional, que es de 38 por ciento.
La segunda figura delictiva más mencionada fue la de “robo sin arma con agresión o amenaza física”, la que fue señalada por 17,2 por ciento de las personas. La Paz, con con 20,1 por ciento de las menciones, aparece como la ciudad más afecada por esta forma de robo.
Santa Cruz, en cambio, aparece como la ciudad donde más gente afirmó haber sido víctima por “robos a la casa. los ladrones se metieron a la casa mientras no había nadie”. En La Paz, en cambio, sólo 7,6 por ciento de las personas afirmó haber sido víctima de esa forma de robo.
La violencia sexual, identificada en la encuesta como “Violencia o asalto sexual”, fue señalada por 2,8 por ciento de las personas en La Paz. En Santa Cruz y Cochabamba, ninguna de las personas encuestadas afirmó haber sido víctima de ese delito.
Es también en La Paz donde más gente dijo haber sufrido “extorsión y chantaje” (11,8 por ciento), figura delictiva menos común en Cochabamba (7,5 por ciento).
ANÁLISIS
Daniela Soto Aramburo
Ciudadanía
Inseguridad y desconfianza
La inseguridad ciudadana es un problema creciente a escala mundial y nacional. Dura realidad con la cual nos relacionamos de forma cotidiana tanto por el bombardeo mediático –generalista y de crónica roja– como en muchos casos, de forma vivencial; siendo el caso más frecuente el de hurtos y robos.
Los resultados preliminares de la encuesta del Foro Regional (2017) en las principales regiones metropolitanas del país (Cochabamba, La Paz y Santa Cruz) nos muestran que entre personas que fueron víctimas de algún acto de inseguridad ciudadana en los últimos doce meses, el 38 por ciento de los casos sufrieron hurtos, robos sin arma; es decir, sin agresión ni amenaza física.
En una sociedad regida por un estado de derecho, se espera que los casos delincuenciales sean castigados por medio del sistema judicial y no queden impunes, determinando que el sentimiento de vulnerabilidad de la población sea menor y se sienta protegida por las instituciones designadas a esa función. Esto se pone en duda cada vez más. Cuando se preguntó: “Si usted fuera víctima de un robo o asalto ¿cuánto confiaría que el sistema judicial castigue al culpable?”, el 41,7 por ciento respondió que no confía nada en que se castigue al culpable. Esta sensación de impunidad permite explicar que el 52,6 por ciento quiera tener un arma de fuego para su protección.
El sentimiento de vulnerabilidad no sólo es frente el sistema judicial. En esta ronda del Foro se preguntó sobre la percepción ciudadana sobre forma en la que actuó la policía en el caso del reciente y trágico atraco en Santa Cruz, como respuesta se tuvo que el 32 por ciento piensa que la policía actuó de forma muy irresponsable y el 35 por ciento que actuó de forma muy precipitada, mostrando un claro rechazo a la actuación policial.
La vulnerabilidad e impunidad ante la inseguridad ciudadana genera que la población busque protección propia o autodefensa, pues el sentimiento de desamparo que tiene frente al Estado genera una respuesta individual. Ahora bien, esta percepción está basada en una lógica de sobrevivencia individual y no colectiva, tendencialmente orientada a defender la vida y libertades de cada cual sin importar el otro.
Es pertinente analizar cómo el hecho social de la inseguridad nos pone en una posición de guerra.