Empleo informal afecta a más de 66% de trabajadores
En Bolivia, sólo el 52 por ciento de la población responde estar trabajando con regularidad, y de este porcentaje la gran mayoría (62 por ciento) es cuentapropista, lo que devela un alto grado de informalidad en el trabajo, según resultados de la encuesta.
A la consulta de que si trabaja “en este momento”, sólo el 52 por ciento responde positivamente. ¿El restante está desempleado? Hay un 18 por ciento que realiza “labores de casa”, o lo que es lo mismo, un trabajo no remunerado, un 15 por ciento se declara estudiante, y casi el 4 por ciento corresponde al sector de jubilados y rentistas. También hay un 3 por ciento de la población encuestada que no está trabajando “en este momento, pero tiene trabajo”.
Quienes están buscando trabajo activamente llegan al 6,4 por ciento.
No hay grandes diferencias en las respuestas de las tres principales ciudades del eje central. Quizá el dato más llamativo es que quienes buscan trabajo activamente aparecen más en La Paz (9 por ciento)
Si se toma en cuenta a quienes responden tener trabajo, aunque no lo estén haciendo en este momento, se ve que el 64 por ciento de la población encuestada en el país (el 34 por ciento si se considera también a quienes no trabajan) son cuentapropistas; es decir, ellos mismos crearon su empleo. Donde más cuentapropistas hay es en La Paz (66 por ciento), y donde menos, en Santa Cruz (58 por ciento). Cochabamba está en punto medio (62 por ciento).
Asimismo, el 27 por ciento de quienes dicen tener trabajo en todo el país lo hacen en el sector privado; el 7,8 por ciento en el sector público, y el 2,5 por ciento dice ser patrón o socio de una empresa. Existe, además, un 0,3 por ciento que se define como trabajador no remunerado.
En la misma línea, ni siquiera el 14 por ciento de quienes trabajan cuentan con un contrato indefinido o ítem. Por el contrario, el 66 por ciento de las personas que dicen tener trabajo aclara también que no firmó ningún contrato laboral. En medio de ambas posibilidades, aunque con porcentajes mucho más bajos, aparecen quienes dicen tener un contrato temporal (9,5 por ciento) y los que tienen compromiso por obra o trabajo terminado (10 por ciento).
Consecuentemente, sólo el 22 por ciento cuenta con seguro médico; el grueso (más del 77 por ciento) carece de este beneficio. Los mismos porcentajes se repiten en el tema de los aportes para las jubilaciones. Un poco menos dramático, pero aún con diferencias elevadas es el tema de las vacaciones: el 70 por ciento no puede acceder al beneficio, que sólo llega al 30 por ciento.
Si la situación es tan mala, ¿por qué no cambiar de trabajo? Casi el 52 por ciento responde que sería difícil conseguir algo parecido, y 29 por ciento añade la gravedad indicando “muy difícil” o “imposible”. Sólo el 18 por ciento considera que sería fácil.
La cifra que devela que la mayoría de los trabajadores son cuentapropistas se refuerza también con la consulta del rubro en el que trabajan: el 35 por ciento de los trabajadores responde que se dedica a una actividad ligada con el comercio y 23 por ciento señalan sólo “servicios privados”.
Con porcentajes casi similares están quienes responden que se dedican al rubro de la salud y educación (10,4 por ciento), construcción (9,9 por ciento), industria (8,7 por ciento) y transporte (8,1 por ciento).
Más atrás aparecen otras opciones: agricultura y minería (3,7 por ciento) y servicios financieros (1 por ciento).
Por ciudades, La Paz es la que reporta mayor proporción de comerciantes (40 por ciento), seguida de Cochabamba (35 por ciento), mientras que Santa Cruz ocupa un tercer lugar (29 por ciento). De hecho, en esta última ciudad, destacan los servicios privados con 29 por ciento, frente al 15 por ciento de La Paz.
En cuanto a la cantidad de tiempo invertido en el trabajo, pese a que la mayoría trabaja por cuenta propia, la mayoría (33 por ciento) responde que el trabajo le demanda unas ocho horas diarias, mientras que en segundo lugar están quienes responden 12 horas (13 por ciento) y 10 horas diarias (12,5 por ciento).
La mayoría de la población boliviana, sobre todo en la paz, se dedica al comercio, empleos creados por ellos mismos.
EL SUEÑO: NEGOCIO PROPIO
A pesar de todas las dificultades y de la carencia de beneficios sociales, el 70 por ciento de los encuestados quisiera contar con un negocio propio. Sólo el 15 por ciento desea tener un buen empleo con todos los beneficios sociales, mientras que un 14 por ciento prefiere un empleo bien pagado.
Quienes más sueñan con el negocio propio son los cruceños, con 76 por ciento, y los que menos lo hacen son los cochabambinos, con 64 por ciento.
¿Qué impide hacerlo? El 63 por ciento, en las tres ciudades, menciona la falta de recursos económicos, mientras que un 18 por ciento responde que ya tiene el negocio.
Los que dicen que no tienen experiencia y los que reclaman apoyo aparecen casi empatados con un 7 por ciento, mientras que quienes alegan que no sabrían en qué invertir (falta de orientación) aparecen con algo más del 3 por ciento.
A nivel de ciudades, los cruceños alegan la falta de dinero para el negocio propio, en un 69 por ciento, el porcentaje más alto del eje; los cochabambinos lo hacen en 62 por ciento; y los paceños, en 59 por ciento.
Finalmente, cuando se consulta qué quiere para sus hijos, la respuesta aparece casi empatada: el 51 por ciento pide un negocio propio y el 40 por ciento un buen empleo.
A la pregunta de cómo generar más empleo en el país, el 80 por ciento reclama que el Gobierno facilite inversiones, mientras que el restante le pide elevar sus gastos públicos.
ANÁLISIS
Ramón Serere
Columnista invitado
El potencial emprendedor
El crecimiento de una economía sólo puede sustentarse en la fuerza productiva de su gente.
La existencia de una buena infraestructura, de servicios públicos adecuados, de normas claras y eficientes en la protección de los derechos de las personas son factores que determinan indudablemente un ambiente adecuado al desarrollo, pero son también resultados y productos de ese proceso.
Todo lo que construye una sociedad proviene del esfuerzo de sus integrantes, de su capacidad creativa, de sus ahorros, de su energía organizativa. Por lo tanto, el potencial de desarrollo está directamente asociado al potencial emprendedor de la gente, a su capacidad para enfrentar los desafíos económicos de producir para consumir, de trabajar para mejorar sus condiciones de vida.
La encuesta del Foro Regional nos muestra un panorama ya conocido en la estructura de empleo. La mayor parte de la gente tiene empleos de mala calidad, sin contratos, seguro médico ni vacaciones, y no aporta para su jubilación a largo plazo. En esta oportunidad se observa también que la gente considera que ahora le sería muy difícil cambiar de trabajo, lo que indica la percepción de que la economía está creciendo más lentamente.
Pero hay un grupo de preguntas que muestran que hay un importante potencial emprendedor en los ciudadanos del eje urbano. Partamos del hecho de que más del 80 por ciento considera legítima la ganancia económica, y admite que quien invierte lo hace para ganar dinero. Sobre esta base, encontramos que es mayor la preferencia de la gente por tener un negocio propio (70 por ciento) que por ser dependiente asalariado. Y hay un notable 50 por ciento que también preferiría que sus hijos pudieran tener un negocio propio.
Tomando en cuenta estas aspiraciones, tiene mucho interés la pregunta sobre qué debería hacerse para que haya más y mejores empleos en Bolivia, pues una abrumadora mayoría (81,2 por ciento) demanda que se faciliten más las inversiones.
Me parece que estos datos no solamente son novedosos, y hasta inesperados para muchos, sino que son fundamentales, pues detectan un alto potencial emprendedor en Bolivia. ¿Cómo desplegar ese potencial? El debate político debería responder esa pregunta.