El simbolismo de co-madres
El compadrazgo estructuralmente es una institución que impulsa la solidaridad social, tanto en su forma horizontal, al unir lazos en miembros de la misma clase social, como en su forma vertical al relacionar clases sociales diferentes. Esta relación en diferentes culturas tiene connotaciones también desemejantes. El compadrazgo es parentesco ritual, porque esa afinidad produce efectos sobre el sistema de parentesco, pues la personalidad del padrino es importante para el ahijado como ejemplo y porque “las relaciones complementarias entre compadres resuelven las contradicciones creadas por las relaciones de parentesco”. En Los Andes se dice que no hay amigos, pero si compadres, al ser un acto de integración interfamiliar y estabilidad social, que promueve la ayuda mutua entre los miembros de dichas sociedades.
En el paso de la vida existen sucesos donde se nombran padrinos: del corte de cabello, del bautismo, de 15 años, de graduación de colegio y universidad, de matrimonio, extendiéndose a los hijos de los ahijados y creciendo la familia a través del parentesco ritual.
En la elección de padrinos se analizan varios aspectos: el nivel social, político, pertenencia a la comunidad de residencia; existiendo en todo esto movilidad social principalmente para que los ahijados se mantengan hipotéticamente protegidos, no sólo en el caso de muerte de los padres, sino para unir lazos y dar seguridad cuando están en contextos diferentes. Hay ejemplos del compadrazgo vertical donde Xavier Albó señala que “los padrinos que son de la ciudad puede ascender a la familia en el campo, pero también puede provocar rasgos de dominación y bloqueo” de manera que cuando emerge la identidad étnica, disminuye el número de compadrazgos verticales.
Según la Cosmovisión Andina “El tiempo de la mujer” es del 21 de septiembre al 21 de marzo. En éste tiempo existe simetría entre el día y la noche y comienza la humedad para que la tierra se alimente; todo está en flor, viviéndose una analogía entre la tierra y la mujer y mirando al Carnaval como la fiesta de la fertilidad. Las mujeres celebran esta fiesta, se alegran y disfrutan de las bondades de la humedad.
En los mercados se vive esta alegría en reciprocidad y correspondencia como algo extensivo y territorial, al asumir solidariamente el rol de co-madres, desde que la wawa está en el cajón de cartón en el puesto de su madre, hasta pasar por las celebraciones rituales, ya sea de iniciación o de paso, es decir, es un lazo para toda la vida. La costumbre de festejar el día de comadres pues, nace en los mercados populares, en el contexto mencionado.
Con las innovaciones culturales, esta fiesta toma impulso en las ciudades en sentido diferente, las mujeres festejan el día de comadres, sin muchas veces saber cuál es el valor simbólico de esta palabra. Y al desconocer lo simbólico se pierde la fuerza constructora del comadrazgo, esto implica que las significaciones simbólicas se distorsionan, se alienan, provocando un proceso de degradación que se expresa en el uso excesivo de alcohol y desmanes.
En consecuencia, creo que es importante rescatar esta manifestación simbólica de la cultura andina, recordar los lazos de reciprocidad, de la ayuda mutua y del bienestar de nuestros parientes rituales. Vivimos tiempos diferentes, sin embargo debemos historizar nuestra memoria y estar orgullosas de nuestras expresiones culturales andinas como la celebración de co-madres.
La autora es antropóloga.
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