¿Tenemos futuro?
“Sí a la estabilidad”, “Sí al crecimiento”, “Tenemos futuro” se escucha, se ve, hasta en la sopa. Les voy a comentar mi visión de ese “futuro”. Ya me lo estoy imaginando, trataré de relatar el futuro como si fuera una película (aunque de guiones no sé un pepino), una de esas donde se vive en un mundo distópico y la dictadura fascistoide que gobierna lo hace con puño de hierro (así como en “Los Juegos del Hambre”). Sería algo más o menos así:
En esta dictadura imaginaria boliviana, los funcionarios públicos se encuentran obligados, mediante estricto y policíaco control, a asistir a concentraciones, a contribuir “voluntariamente” con parte de su salario al partido y a celebrar los días festivos, como el día la asunción de “El Tata” al palacio. Saludan, en cadencia, al “líder supremo” quien les devuelve el saludo, puño izquierdo en alto. “Signo de patriotismo, es ahora”.
Los “movimientos sociales” (representantes de menos del 5% de la población) finalmente logran monopolizar a todas las organizaciones de base, mismas que obedecen orgánicamente los designios de “el que volvió para ser millones”.
Conforman, entonces, el brazo “trabajador” de la corporación/partido. Camisas Pardas… Ponchos Rojos.
La cara de “el que vivirá 500 años” aparece cada 30 segundos en los medios; su nombre suena en cada estación de radio y cada programa habla de él (están “anoticiando”, dicen). Su rostro, en cada cartel, de cada gigantografía, de cada carretera.
El “Ministerio de Propaganda” se ha decidido por una iconografía muy similar a la de Lenin, Stalin y Mao. Pocos se inmutan, “costumbre” le llaman.
Y ahora, ¿dónde estará la ciudadanía para manifestarse?, preguntarán; idiotizada con los malls, las compras y los patios de comida, pues. Aletargados, demasiada TV basura. Todos los días ven pues a un “equipo rojo” y a un “equipo amarillo”, jugando a ser gladiadores. ¡Pan y circo! pide el pueblo, a cambio, ven el show la propaganda, callados.
Llega el momento de la propaganda: cada spot publicitario lo menciona, a cada momento nos recuerdan su benevolencia con los niños, las mujeres y los ancianos; siempre nos recuerdan cómo “los pueblos del mundo lo admiran y reconocen como su líder espiritual”. Hasta hay un librito para primaria que te cuenta sus “aventuras”. “Desde chiquito, clarito era él, Presidente”, “¿Y yo profe? ¿Vos? No”.
“Eres libre de comunicarte y de comunicar lo que quieras” hay satélite, pues. En realidad, te triangulan, te monitorean y “tu celu suena como a pinchado”. “No sé, debe estar mal la señal”, indica la KGB.
Elecciones: el pueblo asiste masivamente, el régimen lanza datos inmejorables de participación en las urnas. Onus y Unasures, aplauden. En la papeleta, por octava oportunidad consecutiva, el “campeón electoral de todos los tiempos”. Otras opciones, sólo de ornamento, “entre nos, se ve mal que haya una sola casilla”, afirman (Kim Jong Un estaría orgulloso).
Sin embargo, los insurgentes, los que no se la tragan, los que intentan hacerle recuerdo al “paladín de la pachamama” quién es y de dónde viene reciben, en respuesta, golpizas y sufren tortura policial. Los despojan, como castigo, de su tierra y su territorio y destruyen sus hogares para hacer, por ejemplo, carreteras. “Es por su propio bien”, les dicen; “hagámosles creer a esos salvajitos que les estamos consultando”, sugiere una reunión de Gabinete.
Ya para la enésima repostulación (así lo quiere “el pueblo”; “2025 no bastaba para profundizar el cambio”, confiesan) la economía es un desastre: la burbuja estalla, todo cada vez es más caro y ni con triple aguinaldo ya alcanza (nunca tomaron en cuenta otras posturas, se cerraron en la suya, pues). Más y más bolivianos despiertan, la calle se llena (octubre queda chico). Respuesta: pateaduras, presos, exiliados (Cr. Venezuela). “Vamos bien”, “estabilidad social”, “estabilidad económica”, “crecimiento”, repiten.
El autor es politólogo.
Columnas de Yuliya |