Regresan los conflictos a la universidad
Los conflictos de estos primeros meses del año en la Universidad Mayor de San Simón, como el paralelismo de dos rectores interinos, las protestas y acusaciones entre dirigentes universitarios y autoridades sobre la ilegalidad de sus funciones, la próxima elección de representantes a la FUL, FUD, Rectorado y Vicerrectorado, el pedido de renuncia de los decanos no titulares, entre otros, muestran la agudización de las tensiones y las disputas por el control de esta casa superior de estudios, que deviene de una profunda crisis política/institucional y de los intereses de grupos de poder dentro de la universidad. Cada uno de estos grupos se pronuncia sobre el malestar de la universidad y la importancia de su reforma, pero sus acciones y discursos van más allá de la necesaria y urgente transformación.
El año 2015, la UMSS vivió uno de los peores conflictos de los últimos años, producto de una resolución rectoral que titularizaba a docentes extraordinarios sin exámenes de competencia, provocando fuertes enfrentamientos entre estudiantes y docentes --también con grandes diferencias al interior de cada sector--, que involucró acciones como el destrozo de bienes públicos y la intervención de la Policía. Este conflicto afectó por más de cuatro meses las actividades académicas; después de su reanudación, las clases se convirtieron en una maratón de actividades curriculares, dejando de lado la calidad académica y el cumplimiento del plan global de las asignaturas, que en su mayoría apenas alcanzaron al 50 por ciento.
Sobre este conflicto se pronunciaron distintos sectores y actores en apoyo o rechazo, uno de ellos fue el presidente Evo Morales, quien llamó a la UMSS “un espacio de inseguridad y perversión”. Históricamente el Estado (entiéndase también como Gobierno), las corporaciones empresariales y también una parte de la sociedad, buscan una universidad ajena a la política, deseablemente neutral y que se concentre en la formación técnica y profesional. Al respecto, cabe resaltar que los cambios más importantes en la educación universitaria han sido el resultado de conflictos políticos, según Imanol Ordorika, en dos ejes: los primeros en la relación de la universidad con los poderes externos establecidos (Iglesia, Estado o las potencias económicas); y los segundos, en las relaciones de poder dentro de la administración y organización, con la asidua participación del personal docente y estudiante.
Entonces, los conflictos, más allá de las tensiones y acciones que desencadenan, son formas de expresar malestar y esperanza, búsqueda de un bien individual o colectivo, pero también sirve para continuar y defender los privilegios de un grupo. Es por esta razón que se debe estudiar las relaciones de poder, la política y los conflictos dentro de la universidad y analizar la complejidad del problema, así proponer y debatir las soluciones pertinentes para salir de la crisis.
José Ortega y Gasset se preguntaba, allá por el año 1930, sobre la misión de la universidad: “¿Para qué existe, está ahí y tiene que estar la universidad?” Pregunta oportuna hoy en día cuando se piensa en la reforma de la universidad.
El autor es sociólogo y miembro del EPRI.
Columnas de EFRAÍN GÓMEZ LARA