Democracia bajo amenaza subversiva
Siguiéndoles con el lenguaje metafórico, los minutos del “segundo tiempo” han empezado a correr; quieren ganar como sea el “partido”. Tienen algo más de tres años y el árbitro “bombero” está de su lado. Estaban seguros de ganar el 21, pero luego optaron por ignorar el resultado, y se aprestan ahora a luchar desde las calles, dizque “en el marco de la Constitución y en respeto de las leyes”.
El caso es que un cocalero y una bartolina (dirigentes ambos) acaban de lanzar el guante del desafío al electorado nacional; parece que fuera la premonición fatídica de una dictadura potencial que se arma. El proceso de cambio debe continuar –dicen– para que “nuestro hermano” presidente vuelva a ser candidato el 2019. Con tal fin, las organizaciones sociales, léase células políticas del régimen, se han declarado en emergencia. Un congreso próximo definirá las estrategias políticas a seguir contra la democracia.
Cuando no se respeta una norma básica, entre gentes civilizadas, no cabe duda: estamos en la jungla, donde manda el que tiene más fuerza, no el que tiene la razón. La democracia es ante todo un conjunto de normas para no disputar el poder a dentelladas como las fieras. En 2014 un dirigente de la Csutcb (Damián Condori) declaró que “el TSE no podrá impedir el voto orgánico en las comunidades, porque ellos se rigen con sus propios usos y costumbres. La instrucción es votar de manera lineal a favor del MAS”.
Así, con esas costumbres y a plan de marchas y bloqueos escaló Morales al poder. La novedad generó una gran expectativa. Los otros hicieron mal muchas cosas, ¿y qué hará el gobernante indígena? A la vuelta de un decenio el termómetro de su credibilidad marca un nivel bajo. Varios errores acumulados desdibujaron la imagen del caudillo. Su capital político está agotado. No se nace dos veces. Con sensatez, debería emprender la retirada de la manera más digna posible. El telón se cierra; las luces se apagan.
Febrero develó un espectro desolador. Algo más que la media luna se pintó otra vez; la contraposición entre el campo y la ciudad, también. En las nueve ciudades capitales se impuso el No categórico; la clase media urbana está enojada; incluso en varias provincias hay resquebrajamiento electoral. Ya no existe la masa compacta del voto-consigna. Es esta la realidad que la dirigencia indígena masista finge desconocer, y quiere empujar al “hermano Evo” a un descalabro mayor. Las tendencias de fuera y de dentro son ya irreversibles. ¿No pueden ver eso?
Con inocente orgullo, y enarbolando el defecto como virtud, un dirigente cocalero (Loza) declaró que “nuestro presidente sigue siendo nuestro único líder”. Y una bartolina (Ancieta), que ofrece su vida a la causa, cree que el Fondioc fue sólo una pesadilla onírica. Sin embargo, la corrupción masiva, de la que ella es una de las responsables, condenó a los indígenas y sus organizaciones a la oprobiosa descalificación moral. El ama sua llevaron a la página volcada.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS