Conflicto anunciado
El conflicto entre los productores lecheros exigiendo que la PIL les pague un mejor precio por el litro de leche que le vende, y la negativa de la empresa a satisfacer esa demanda y, más bien, pretender una reducción del mismo, ha devenido, desde la semana pasada, en violentas movilizaciones, pese a que ya estaba inscrito en la agenda pública y con buena voluntad pudo haber sido evitado.
Tal como están planteadas las posiciones parecería que no puede haber solución. Pero, lo cierto es que ésta debe llegar de la mano del diálogo que debería instalarse a la brevedad posible para evitar más perjuicios a las partes y a la ciudadanía en general.
Pero hay factores en las partes que ahondan la beligerancia. Parecería que los administradores de PIL en Cochabamba no tienen mayor margen de negociación y dependen de decisiones que se adoptan en La Paz, donde sus principales ejecutivos pasan la mayor parte de su tiempo y son reacios tanto a la labor de negociar como a la de informar, situación que ya fue informada ampliamente hace un tiempo y comentada en este mismo espacio editorial. Por su parte, los productores de leche están conscientes de su gravitación en la economía regional y, por ello, no dudan en usar instrumentos de presión que causan directo perjuicio a la economía.
En ese escenario es que debe instalarse el diálogo, y para que éste tenga éxito los representantes de ambas partes deben tener suficientes atribuciones para suscribir acuerdos; privilegiar en el diálogo de manera transparente los argumentos técnicos y económicos, y comprender que por más legítimas que sean sus posiciones no tienen derecho alguno en perjudicar la rutina ciudadana.