Fabriles: fortalecer convicciones pro democracia y derechos humanos

El movimiento fabril boliviano ha dado sobradas muestras de sus convicciones democráticas y de apego a un Estado de derecho. No tiene ninguna razón que les obligue a respaldar un régimen que no tiene apego por la democracia y los derechos humanos

Apropósito del Día del Trabajador Fabril Boliviano, que se recuerda cada 18 de mayo, encontré un lema inscrito en las hojas membretadas del Sindicato Fabril Vidrio Lux y que me llamó la atención en sumo grado: “La marginalidad de los pobres es sinónimo de gobiernos totalitarios”.

Y mi mente recordó de inmediato la dura batalla que hoy libran las personas con discapacidad, que tras un sacrificado recorrido hacia la ciudad de La Paz, vienen soportando el desdén del poder político y su pretensión de someterlos por cansancio.

A ello se sumó la ingrata noticia de que más de 800 personas quedarán sin empleo en la fábrica estatal Enatex.

También recordé que hoy existen sindicatos fabriles que, literalmente, han sido pasados a la ilegalidad desde la puesta en vigencia de la Ley de Cooperativas (2013), que ha restringido el derecho de sindicalización a los obreros que al mismo tiempo tengan la calidad de socios cooperativistas (igual afectación sufren los trabajadores de las cooperativas telefónicas).

Si bien tales sindicatos, como en las diferentes plantas industriales de Coboce, subsisten de hecho; tienen aún pendiente la restitución de su libertad sindical que el poder político, y en particular el Vicepresidente niega; porque como afirmó el segundo mandatario (en dos recursos de inconstitucionalidad), el Gobierno persiste en la cerrada idea de que los derechos sindicales son relativos y se los puede restringir.

Vaya circunstancias en que tiene lugar la rememoración de esta fecha, que fue establecida para rendir tributo a los fabriles caídos en la zona de Villa Victoria y el bosquecillo de Pura Pura (La Paz) a mediados del siglo pasado, cuando la lucha sindical de aquella época buscaba mejores días para el país y el pueblo boliviano.

Pero (y debo confesarlo) me agobia aún más el que este histórico segmento de la sociedad boliviana, haya confiado en un esquema de gobierno; que el momento que menos espera termina afectado en sus libertades y derechos. Esquema que además ha entrado en su fase inicial de debacle. Por cierto los fabriles no son responsables de las políticas del mismo, pero corren el riesgo de tener que pagar los platos rotos, al final cuando el régimen llegue a su fase terminal, porque el estigma del fracaso político del régimen puede salpicarlos de manera muy perjudicial.

El movimiento fabril boliviano ha dado sobradas muestras de sus convicciones democráticas y de apego a un Estado de derecho. Recientemente, el 26 de marzo, se recordó, una vez más, a los mártires fabriles que en Cochabamba, en 1982, ofrendaron sus vidas para recuperar la democracia en el país. Y los fabriles no tienen ninguna razón que les obligue a respaldar un régimen que no tiene apego por la democracia y los derechos humanos, y como parte de estos últimos hacia la libertad sindical y una real y duradera estabilidad laboral.

Hago votos porque cada día sean más las compañeras y compañeros fabriles que se decidan por encontrar un nuevo rumbo para este importante sector social, productivo y con una tradición indiscutible en las luchas sociales y políticas del país. Y que tal nuevo derrotero esté marcado de manera indeleble por convicciones democráticas, en pro de los derechos humanos, y por una oportuna, sincera y certera crítica al Gobierno de turno.

Desde esa mirada hago llegar un abrazo al movimiento sindical fabril boliviano.

El autor es abogado y exdirigente obrero.