Preguntas en un festival internacional de poesía
Pronto, esto es, del 11 al 17 de junio, se realizará en Buenos Aires el XI Festival Internacional de Poesía. En el desarrollo del mismo se pondrá a consideración varias preguntas como parte de las actividades programadas por la Escuela de Poesía que allí funciona; la quinta edición se efectuará precisamente en el marco del festival. La información añade que asistirán más de 30 escritores de varios países, entre ellos Bolivia, representado --a invitación de los organizadores – por Benjamín Chávez.
La efusión emotiva de los poetas tal vez morigere el invierno que amenaza derramar hielo hasta en los recónditos fondos del alma. En un mundo tan plagado de discordias políticas, de corrupciones y otros males que le ponen el gesto adusto a la vida, la poesía es un ramalazo de fervor y de ternura, de ella proviene la tónica espiritual del ser humano. Si la ciencia fuera capaz de condensarse en un verso –decía Unamuno– ya puede hundirse toda la parafernalia técnica del mundo moderno. No se perdería nada.
Hay graves cuestiones para los liróforos, entre ellas el enigma existencial del poeta mismo: de dónde venimos, adónde vamos, por qué hasta aquí vivimos, qué somos… Esas antiguas y redivivas perplejidades filosóficas se combinan con la delicada sensibilidad de los poetas: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé”: César Vallejo. “Y amar (bien sabes de eso) es amargo ejercicio”, dice Gabriela, la del Valle de Elqui. El poeta persa, Omar Khayyam, casi hace audible su sollozo al exclamar: “Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, los animales y las flores: sombras. El resultado de la meditación perpetua: nada”.
Otra pregunta “engañosamente simple” es: “¿Qué se hace con un libro de poemas?”. Sería una gran suerte que algún tiranuelo ordenara quemarlo en vía pública. El hecho daría la vuelta al mundo ruidosamente y se vería en el primer plano de las pantallas. ¡Sería inmensamente feliz el autor! Pero tendría que ser un libro de batalla, como un combatiente que sale con lanza en ristre y adarga al pecho para arremeter contra “follones y malandrines”, a semejanza del noble Caballero de la Mancha. ¿Y Bolivia se sentiría muy orgullosa de tener un poeta así: luchador, subversivo y mártir!
“¿Sirve para algo la poesía?”. Su inutilidad relativa tal vez sea su característica más relevante. No sirve para nada material ni quiere confundirse con la masa anodina de la plaza. El poeta habla con silencios y alusiones que ésta no entiende. ¡Mejor! La musa que le inspira es una dama arisca y reservada, huye de la intemperie pública. Lo que se lee, lo que se repite en los encuentros es sólo una flor de plástico, no la que resplandece en el jardín antes de que la lleven al mercado.
Concluyamos. Una hermosa mujer, con quien secretamente soñaba, le interpela a Gustavo Adolfo, en España: --“Maestro, ¿qué es poesía?” --¡¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú…”.
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS