La sociedad a golpes
En los últimos meses me ha dado por preguntarles a mis conocidos y a desconocidos ¿qué piensan cuando leen en el periódico o ven en la televisión las noticias sobre mujeres atacadas, golpeadas e incluso asesinadas, generalmente a manos del exnovio, del marido, del exmarido o del novio actual? No les pregunto qué sienten, aunque tengo ganas de hacerlo.
Las respuestas varían, claro, pero una respuesta común es que la violencia está aumentando por causa de la inseguridad ciudadana. Al oír esta opinión repetida todo el tiempo y confirmada en parte por los reportes igual de frecuentes sobre la incidencia de delitos de atraco, asalto, robo y demás variaciones, hay algo que desde hace tiempo me quiero sacar del pecho: la violencia contra las mujeres no es un asunto de inseguridad ciudadana, a no ser que consideremos que la inseguridad ciudadana está también dentro de nuestros hogares.
En los últimos años, he estado trabajando recolectando y generando información sobre la incidencia de violencia contra las mujeres en nuestro país, y aunque al principio no me hacía ilusiones, los datos inevitablemente muestran que la situación es mucho peor de lo que temía y de lo que creemos.
Como parte de su trabajo con la Alianza Libre sin Violencia, Ciudadanía ha implementado el año pasado una encuesta nacional de percepciones sobre la situación de violencia contra las mujeres. En esa encuesta se han entrevistado a mujeres y varones mayores de 15 años en áreas urbanas y rurales de todo el país y entre otros temas se les ha preguntado sobre sus experiencias personales con situaciones de violencia contra las mujeres. Los resultados indican que solamente entre 2014 y 2015 un tercio de todas las mujeres en Bolivia han sido víctimas de violencia (física y/o psicológica). Eso es, algo más de un millón y medio de mujeres ha sufrido violencia solamente en el transcurso de un año, no en el curso de toda su vida.
En la gran mayoría de los casos, más del 80por ciento, la violencia se ha dado en el hogar. En la gran mayoría de los casos, más del 85 por ciento, el perpetrador ha sido la pareja o expareja de la mujer. Y, sin embargo, menos de la mitad de esas mujeres han acudido a las instituciones públicas responsables por atender y prevenir violencia para denunciar lo que les ha ocurrido. La Felcv, que es la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia, reporta que entre 2014 y 2015 ha atendido solamente 57.773 casos de violencia, aunque éste ya parece un número muy alto. Una parte de estas mujeres agredidas no ha acudido a ninguna institución porque han acudido a la familia o a conocidos; otra parte de ellas no han acudido a ningún lugar en absoluto, porque no consideran que les pueden ayudar y probablemente tienen razón, puesto que menos del 2 por ciento de los casos procesados llegan a tener sentencias en el sistema judicial. Otra parte de ellas no han acudido a ningún lugar porque sienten vergüenza.
La situación es seria. En 2013, la Organización Panamericana de la Salud indicó que Bolivia estaba en primer lugar en incidencia de violencia física contra las mujeres entre 13 países americanos, la ONU Mujeres indica que Bolivia está en segundo lugar en incidencia de violencia sexual en América Latina.
Pero aunque nos gustaría que la responsabilidad sea de otros, no son los delincuentes desconocidos y anónimos en las calles los que agreden a un millón y medio de mujeres bolivianas, son los delincuentes en sus propios hogares.
La autora es socióloga, Ph.D. en Ciencia Política, coordinadora de Investigación Social en Ciudadanía.
Columnas de VIVIAN SCHWARZ-BLUM