Horror en Orlando
Hizo la casualidad que mi esposa y yo estuviéramos en Orlando el día del ataque a la discoteca Pulse de Orlando. Fuimos a una cena a celebrar la jubilación de un amigo. Llegamos al restaurant a las 20:00 y cenamos hasta las 23:00. Había tanta gente, de todas las edades, que se hacía difícil caminar. Me hizo recuerdo a las muchedumbres de la calle Comercio de mis tiempos en vísperas de la Navidad.
Pasada le media noche fue cuando ocurrió ese horrendo ataque en un club gay que dejó 50 muertes y otras 50 personas heridas. Eso me ha hecho pensar en varias cosas. Esta sociedad norteamericana es completamente abierta y nada es más abierto que un parque de diversiones. Pero vale recalcar que en los parques del famoso ratón hay guardias en todas partes. El asesino bien podía haber escogido el lugar donde estábamos. No sé donde queda el restaurante donde ocurrió esa masacre, pero no debe ser lejos de donde estábamos nosotros. En fin, como van las cosas uno nunca sabe cuándo le puede tocar el turno.
Un aspecto destacable del horrible y penoso acto es la demografía de la gente que concurre a esa discoteca: en su mayoría son hispanos gais. Entiendo que ahora hay una amplia aceptación al estilo de vida de esta juventud, lo que indica un cambio en la mentalidad hispana. Recuerdo que en mis tiempos, algunos matones les pegaban a los “maricones” por ser “maricones”. Otro factor destacable de Orlando es que tiene una enorme población hispana. En el 2010, de acuerdo al censo, en el área de Orlando había 400.000 hispanos, en su mayoría puertorriqueños, pero también mexicanos, cubanos, dominicanos (y brasileños). En el 2016, la población hispana de Orlando debe estar por encima de los 600.000.
El otro pensamiento que resalta de este horrendo crimen es la facilidad con la que se puede comprar una arma de guerra en este país. El rifle del asesino, un MCX AR15, es esencialmente un rifle militar designado “rifle de asalto”. Estas armas tan mortíferas son muy populares en todos los estados pero muy especialmente entre ciertos grupos (racistas), y áreas geográficas (estados sureños y del noroeste). No extraña, entonces, que los ingresos de las compañías que manufacturan estas armas sean espectaculares. Como si eso no fuera suficiente, para incrementar aún más sus ventas, esta “industria de la muerte”, haciendo uso de la publicidad, ha cambiado la imagen del arma, de ser un rifle “de asalto” a ser un rifle “deportivo” (Sport). Entiendo que ahora varias compañías producen el mismo rifle para niños y niñas. La culata del rifle para las niñas es de plástico rosado; para niños es azul. Todo por hacer dinero, o como se dice en estos medios “anything for profit”. Y todo este desatino está amparado por la Segunda Enmienda de la Constitución.
En fin, así van las cosas.
El autor es comunicador.
Columnas de GONZALO SORUCO