La sombra del rey de los ladrones en la economía boliviana
Salvoconducto y decepción de vestíbulo. Por reflejo se piensa en un personero del Estado, en malversación, tráfico de influencias, corrupción. El ladrón es distante, es foráneo; pero proyectó su sombra en lugares tan remotos como Bolivia y ya va por medio siglo. Criminal inescrupuloso de cuello blanco, redimido más por el efecto secundario de una radioterapia que por la prisión, crea una fundación benéfica.
El rey de los ladrones se llama Michael Milken, dejó enano a Carlo Ponzi, el de las pirámides de Ponzi. Milken “el rey de los bonos basura” imperó en el nido de ladrones: los 80s en USA la década de la angurria (“greed is all right”- la angurria está bien) de “estafar a la nación”. Fue condenado a 10 años de prisión “por crímenes difícil e improbablemente detectables”, según el juez W. Kimba. Estafó a clientes, socios, subordinados, a su empresa; pagó silencios, destruyó evidencias, compró a la prensa, influyó en jurados, contrató a sus acusadores. Se declaró culpable de seis cargos de felonía. “Tesoro nacional”, revolucionó las finanzas: los bonos basura (acciones a “ciegas”; de baja calificación y alto riesgo, prometen alto retorno o se esfuman-“runaway”; sin excesos, son usados en sectores de altos intangibles: Internet, telecomunicaciones, cable, computación) los convirtió en la “turbo” deuda, en liquidez; administración de portafolios, absorciones, emprendimientos, restructuración, suenan a melodía; compras hostiles, quiebras y despidos, chirrian. En la compra hostil apuntaban a cualquier empresa, pagaban con sobreprecio el 51 por ciento de las acciones (con fondos dudosos y bonos basura) tomando el control de la empresa; por el 49 por ciento restante pagaban lo que se les antojaba. Saldaban deudas con reducción de nóminas o venta de activos de la empresa atrapada; actuaban los especialistas, los “raiders” (destructores), cosechaban ganancias.
La capitalización de Sánchez de Lozada se puede considerar una compra hostil impura: compra del 49 por ciento de las acciones y el control con apadrinamiento estatal; los “raiders” decidían, los representantes del “pueblo” eran títeres. Se atrapó (take-over) electricidad, minería, comunicación, transporte, YPFB, LAB. Los imitadores siempre son más groseros. No se destruye todo, “raider” también significa jinete, un manager (administrador). Milken, a pesar de su otro mote el “huracán Michael”, fue patrocinador de muchas empresas medianas y chicas, las reestructuró y financió, les proporcionó liquidez. “Greed is all right”, se quiere ganar el juego, todos los dólares. En las compras hostiles y la capitalización, el factor humano se reduce a un monto. Milken susurro al oído de un Presidente centroamericano que podían recomprar sus deudas, o canjearlas por compromisos de preservación forestal; no lo hizo por benefactor social, cobraba comisiones.
La sombra del rey de los ladrones es larga. La nacionalización y estatización de Morales es una compra hostil un tanto más purificada que la capitalización de Sánchez de Lozada: en principio paga las acciones con bonos peor calificados que los de Milken, sus “raiders” son pedestres, no tiene prisa en saldar deudas, no son necesarios los despidos ni rematar activos. Después del trauma, los dueños de las empresas no serán esquilmados, serán indemnizados; la compra fue hostil, el desenlace gentil. Así se saldaría la llamativa paradoja del uso del instrumento del libre mercado más salvaje creado a la fecha, la compra hostil, con el discurso socialista: te arrebato, te compenso generosamente.
El autor es administrador de empresas.
Columnas de GUSTAVO L. QUIROGA MERCADO