Violencia
Un semanario me ha solicitado entregar mi artículo semanal a más tardar el día martes 21 para que aparezca el jueves 23 de junio.
El lunes no puedo escribir. Es día de obligaciones ciudadanas: entrega de la declaración de impuestos, visita al hospital (un antiguo conocido agoniza). Además, hacer las compras y ayudar a cocinar. Entonces deberé escribir mi artículo el domingo.
Pero el domingo es mi día de descanso. Jonas Kaufmann cantará las mejores piezas de Wagner. Y como me levantaré a ver el partido Chile-México a las 4 de la mañana (hora europea) deberé dormir una siesta. Si no, me muero.
Entonces decidí escribir para ese semanario el día sábado. Y ahí surgió la pregunta hamletiana. ¿Cómo puedo escribir hoy un artículo que pueda tener validez hasta el fin de la próxima semana? Depende del tema, me dije.
¿Escribiré sobre los crímenes de Orlando y el desprecio islamista a los gay, o sobre el malhechor aislado que vio en la homosexualidad colectiva una amenaza a su existencia individual?
¿O sobre las batallas sangrientas que nos brindan los hooligans en la Copa Europa?
¿O sobre Putin, quien aprovechando un inofensivo campeonato futbolístico, azuza a sus hooligans como si fueran destacamentos militares enviados a ocupar las calles de Francia?
¿O sobre el asesinato de la parlamentaria británica Jo Cox y sus implicaciones con la agitación ultranacionalista desatada por el Brexit?
¿O escribiré que cuando un islamista asesina a los prójimos la culpa la tiene el Islam y cuando un occidental hace lo mismo la culpa la tiene “la sociedad”?
¿O escribiré que los psicópatas no nacen así pero llegan a serlo cuando respiran el ambiente envenenado por gente como Trump, Putin, Erdogan, los yihadistas, los neofascistas y tantos otros?
¿O contra el supuesto derecho de cada uno a portar armas para defenderse (o atacar) a los prójimos? (“El Retorno de Lejano Oeste” sería un título espléndido).
¿O sobre la milésima detención del escritor Angel Santiesteban en La Habana?
No obstante, debo tomar en cuenta que el semanario que me envió la solicitud de publicación es venezolano. En ese caso sería más conveniente escribir sobre un tema venezolano. En consecuencia, repasé los titulares de prensa de ese país. Así leí:
—Mercenarios para-estatales atacaron con fierros a Julio Borges y otros parlamentarios.
—Profanada tumba de Rómulo Gallegos.
—Amenazas del general Padrino López a la Asamblea Nacional.
—Maduro hace otra exégesis de sus virtudes masculinas
—Grupos de choque impiden a los ciudadanos avanzar a los locales donde deberán revalidar firmas para el cumplimiento del revocatorio constitucional en contra del gobierno
No fue difícil descubrir que todos los temas mencionados, ya sean mundiales o venezolanos, convergían en una sola dirección: la violencia. Por lo tanto, no tenía más alternativa que escribir un artículo sobre el tema de la violencia en la política. Como es mi costumbre, anoté algunas tesis previas. Son las siguientes:
1) La violencia emerge cuando y donde fracasa la palabra política.
2) La mayoría de los terroristas son seres sin o con muy precaria comunicación verbal
3) Los gobernantes violentos rehuyen el debate. Por eso gente como Putin, Erdogan, Maduro y otros, son radicalmente antiparlamentarios.
4) El Parlamento es el espacio del debate, vale decir, de la contra-dicción. Sin Parlamento, la sociedad “no habla”. Defender al Parlamento es defender a la democracia.
Con esas cuatro tesis ya tenía material suficiente para desarrollar el tema de la violencia en la política. Me dispuse pues a escribir el artículo. Justo ahí me di cuenta de que ya no era necesario hacerlo. Mi artículo sobre la violencia en la política está terminado. Usted recién lo ha leído.
El autor es filósofo, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg, Alemania,
Mires.fernando5@googlemail.com
polisfmires.blogspot.com
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