Cuba y Colombia para adelante
En medio del caos que devora a los países del socialismo bolivariano, dos naciones aparecen en el horizonte latinoamericano como nuevos faros capaces de convertirse en los grandes referentes de las próximas décadas para cubrir los vacíos que dejan Argentina, Brasil y México.
Los actuales procesos de paz y desarrollo que encaran Cuba y Colombia, a pesar de las distancias de sus líneas ideológicas, sus territorios y poblaciones, nos permiten vislumbrar que liderarán al subcontinente. Ambas ocupan espacios geográficos estratégicos que les generan contactos con el comercio internacional y sus poblaciones son mayoritariamente formadas y con altos indicadores de desarrollo humano.
Cuba tiene un historial de emprendimientos dentro y fuera de la isla que apuntaló a los que se fueron y los que se quedaron resistieron un bloqueo económico por tres generaciones. Los cubanos, donde estén, se distinguen por un orgullo nacional muy fuerte, autoestima y cultura. Aún el isleño más pobre es tenaz. La sombra de José Martí que guió a sus mártires en diferentes etapas dramáticas les sirve de protección.
Al final de la larga ruptura que empezó en 1959, los pequeños ganaron a los grandotes con un final inesperado. Fidel Castro no se murió, se retiró a tiempo y la transición fue paulatina y ordenada. Las nuevas relaciones con Estados Unidos aceleran día a día inversiones, turismo, intercambio en salud y en cultura, deportes.
Basta ver en las pantallas del aeropuerto de Miami la cantidad de vuelos desde Camagüey, Santa Clara, Santiago y cómo llegan los cubanos, cómo reaccionan, qué dicen y qué planean y entre todos tejen nuevas redes que transformarán la alicaída economía isleña. A ello se suman entusiasmados los europeos, estados y compañías.
Colombia dejará de destinar millones de dólares a la guerra civil que técnicamente empezó hace 100 años, cobró intensidad desde 1948, se campesinó desde 1964 y se desbordó en los años ochenta, con el agravante adicional del narcotráfico y la delincuencia común.
Una canción entonada por los principales cantautores colombianos apoyando el proceso de paz resume el sentimiento de bogotanos, paisas, costeños. “Soy ca-paz” es el eslogan de una inteligente campaña ciudadana que agrupa a las personas sin intereses políticos ni económicos que añoran vivir en la paz que no conocieron sus bisabuelos pero quieren que experimenten sus hijos y nietos. Ya empezó el gran programa para fortalecer la educación sin sesgos políticos.
Son muchos los desafíos, pero más puede la esperanza. En diez años veremos la cosecha.
La autora es periodista.
Columnas de LUPE CAJÍAS