Del mar y las formas
Cuando el entonces presidente de Chile Ricardo Lagos visitó, en su humilde vivienda, al electo presidente de Bolivia Evo Morales, sorprendió a todos y se ganó la simpatía de propios y extraños. Sentimiento que con certeza también invadió a Morales. Ahí se marca el inicio de una relación con el Chile socialista que para los transandinos nunca fue un tema personal, y sí política de Estado.
Luego, con la presidenta Michelle Bachelet, primera gestión, se firma la famosa “Agenda de los 13 puntos” que lleva a muchas conversaciones, a una bien pensada estrategia de comunicación y relaciones públicas de buena vecindad, pero en lo sustantivo a lo mismo del Chile conservador: No hay temas pendientes con Bolivia.
De esa manera, Bachelet se saca un problema de encima y durante toda su gestión perdemos el tiempo en reuniones que conducen a nada.
El presidente Morales debe haberse sentido frustrado, su Canciller también. Quizás eso lo lleva a un cambio de actitud con respecto a Chile. Y nace la iniciativa de una demanda en La Haya, que es una decisión valiente y diferente de encarar el problema.
Después de las acciones de Jaime Paz Zamora, que plantea la alternativa de un puerto en Ilo, lo de Morales es algo nuevo, fresco, con posibilidades de un escenario diferente que deberá resolverse no con el fallo, y sí con lo que venga en lo posterior.
En ese sentido, no sería inconveniente asumir otras conductas con respecto a Chile y al Perú, este último importante actor desde la firma del Tratado de Ancón, pues hay que preparar el futuro que será de mucho diálogo.
Está muy bien que nuestras autoridades defiendan los intereses de los bolivianos que llegan a la costa del Pacífico en virtud del Tratado que regula el libre tránsito, mas no sería nada mal que se guarde las formas para que los logros sean apreciados en su real dimensión, sin ruidos de ninguna naturaleza.
La presencia del Canciller en los puertos chilenos no ayuda en el proceso, lo pone en primera línea y con seguridad que en una posible candidatura presidencial ella será objeto de amplia publicidad. Mas lo que Bolivia precisa es de elementos que solidifiquen la nueva empresa emprendida con el apoyo de todos los bolivianos.
En esta gestión poco hemos avanzado en vías alternativas para llegar al mar. Ilo es un tema pendiente sobre el cual nuestra Cancillería no realizó nada conocido. El Parlamento peruano hasta ahora emite criterio, y aquí las acciones diplomáticas son vitales para que ese tema sea parte de la agenda parlamentaria. En el marco de la visión que se tenga en el Ministerio de Relaciones Exteriores, la tesis que sustente su responsable, David Choquehuanca, nuestro embajador en Lima tendría que actuar mirando, por supuesto, el largo plazo.
Los bolivianos tenemos otro camino para llegar al mar. Ahí está Puerto Busch, proyecto que mereció la inversión privada, pero insuficiente para un país que precisa liberarse del embudo que es Chile para nuestras exportaciones.
Ambos caminos, Ilo y Puerto Busch, deben ser parte de la estrategia boliviana; ya que al salir la carga boliviana por ellos, la importancia de los puertos chilenos disminuye. Y el problema del acceso al mar pasa a ser un tema pendiente para los chilenos que verán mermados los recursos que dejamos los bolivianos en Chile.
La histriónica frase del Presidente del Senado a una funcionaria chilena, de que los bolivianos le pagamos su sueldo; tendría un sentido.
El autor es periodista
Columnas de JORGE MELGAR RIOJA