191 años
No se trata de forzar una mirada optimista al rememorar nuestros 191 años de existencia como país, sino de comprender que si no recuperamos y valoramos lo que se ha hecho, poco será lo que se podrá avanzar
En tiempos en los que se intenta desconocer el pasado, tanto porque se lo ignora como por una enfermiza tendencia a calificar algunas etapas como fundacionales, la celebración de esta fecha de Bolivia debe servir para reiterar que lo que la patria es, es producto de los 191 años trascurridos desde que en un día como hoy fue creada, lo que exige abandonar la tendencia a narrar nuestra historia a partir de hitos puntuales, omitiendo la larga marcha que significa ir construyendo el país día tras día, como, paradojalmente, la de destacar nuestras frustraciones y derrotas, y circunscribir los éxitos a las circunstancias del presente.
Bolivia ha sido y es una compleja obra humana que decidió su creación y consolidación cuando desde nuestra fundación hubo una serie de factores que pudieron haber influido para que no seamos o seamos otro tipo de país. Esos factores fueron hábilmente controlados por nuestros fundadores y dirigentes. Rodeados de países que ambicionaban parte de nuestra delimitación geográfica o nos veían como tapón a las ambiciones particulares, se fue construyendo una patria con profundos problemas de integración, pero con los suficientes lazos que permitieron, en estos 191 años, adquirir una clara identidad y una vocación unitaria y de proyección sobre la base de nuestras diferencias y complementariedades.
Repasar nuestra historia con esa visión y tratando de adecuar la mirada a los acontecimientos que se observan (y no con los parámetros actuales) permite descubrir recurrentes procesos de consolidación y avance en todos los campos que hacen a la vida del país, así como la capacidad para superar períodos oscuros. Por lo demás, sólo de esa manera podemos prever el futuro con optimismo y no ahogarnos en los múltiples problemas que cotidianamente debemos enfrentar y que, hay que insistir, forman parte de la construcción diaria de nuestra nación.
Además, ver de esa manera nuestra historia no sólo que nos permite introyectar un sano orgullo nacional (ajeno a todo impulso chovinista), pues se constata que la historia es jalonada por todos y, sin negar su importancia, por personalidades específicas.
No se trata de forzar una mirada optimista al rememorar nuestros 191 años de existencia como país, sino de comprender que si no recuperamos y valoramos lo que se ha hecho, poco será lo que se podrá avanzar, como nos está demostrando con tanta claridad esta etapa democrática abierta en 1982. Desde ese año, que se constituye en un hito porque a partir de ahí se consolida la vocación democrática del país como el elemento aglutinador por excelencia, se ha administrado al país bajo dos proyecto antagónicos. Es decir, la ciudadanía se ha dotado de instrumentos de gobierno acordes a las específicas circunstancias, manteniendo elementos de proyección. Desconocer esto fue una de las razones que deslegitimó al sistema político-partidario vigente hasta 2005, y está provocando el vertiginoso desgaste del que se construyó desde 2006.
De una u otra manera, es a estas perspectivas que responde nuestra edición de homenaje al 191 aniversario de nuestra creación, convencidos de que la patria es una obra de diaria construcción.