Nuestra Zulma en el Achá
El viernes vibró el recién reabierto Teatro Achá ante la dulce y a la vez imponente voz de Zulma Yugar, que nos hizo tiritar de emoción, que caló hasta lo más profundo de nuestros sentimientos y jugó con nuestros corazones. Era la patria que se develaba y revelaba, que saltaba musicalmente desde Potosí hasta Oruro y por Santa Cruz recorría, con tonos de Tarija y cuecas cochalas en su andar musical. Quenas y zampoñas, al lado del charango, guitarras y otros instrumentos más hacían al espíritu nacional entero que se estremecía con su canto y hasta hacía brotar lágrimas cuando cantaba quejándose, ¡mamay!, con angustiantes evocaciones a los daños que infringimos a nuestra Pachamama y a sus frutos…
Recordando Boquerón en honor a nuestros mártires, a la canción se le fue la mano y habría que cambiar la letra para no ser tan ofensivos con los hermanos del Paraguay. En cambio en la evocación por el mar sí se reconoce la empatía con el pueblo chileno, sus cantantes, poetas y con el propio Salvador Allende ante este anhelo que los gobernantes vecinos rechazan.
Nos contagió su emoción y rodaron algunas lágrimas al recordar a su papi y a su mami con notas de la tierra y todo ello con su delicada e intensa figura cubierta por un poncho negro, bordeado de los colores nacionales o más adelante con una capa blanca o vestida con mil colores que volaban graciosamente ante nuestro entusiasmo.
Ante tanta maravilla, una humilde y pequeña opinión, no de un músico sino de un simple ciudadano de a pie, que por segunda vez observa lo mismo, sobre el estridente volumen que la época nos está imponiendo, sobre los altoparlantes que amplifican demasiado al bombo y la batería y a los otros instrumentos más, quebrando tímpanos y acallando muy a menudo la deliciosa voz de la bella cantante. Nuestra música es dulce de por sí, el teatro con buena acústica, nuestros músicos maravillosos y pareciera que no requieren de tanto volumen para gozarlos de verdad…
El Teatro Achá, al fin reabierto después de su elegante pero largo remozamiento iniciado en anteriores gestiones y reestrenado por la presente Alcaldía, se abre con entusiasmo a estas notas nacionales, a nuestro rico folklore, ahora con nuestra Zulma o antes con los maravillosos J’acha Mallkus llenos de colores, notas y bailes nacionales u otros días también con nuestros jóvenes músicos interpretando conciertos clásicos de alta categoría. Este Teatro, valioso patrimonio de los cochabambinos, ya nos hacía falta en nuestra querida Llajta. Ha quedado impecable con su reciente remodelación y sólo extraño la inmensa y hermosa araña que colgaba de la cúpula alumbrando a los espectadores, ahora remplazada por otra más pequeña. Si tal vez era demasiado peso para la cúpula, me queda la duda, como buen cochabambino, ¿a dónde habrán trasladado ese lujoso patrimonio del teatro?
Pero, más allá de nuestro Achá, también habrá que ir pensando en el futuro en un auditorio adecuado para actos de mayor escala como los de la estupenda sinfónica que ya no cabe en este pequeño escenario y donde ya tampoco cabe la audiencia cada vez mayor que aquella atrae y que se ha tenido que trasladar a salones de eventos muy poco apropiados para este tipo de actos.
Así y todo, con sus luces y sombras, los cochalas ya estamos gozando otra vez de este nuestro patrimonio y de nuestros artistas que lo enaltecen más aún.
El autor no es músico, sino un simple arquitecto
Columnas de LUIS F. RAMÍREZ VELARDE