Eso sí que es el silencio de los corderos
¿Será que en Bolivia reina el silencio de los corderos, o se rescatará de los cocaleros el país en las urnas? Eso se verá en las elecciones de 2019: otra vez Evo y su entorno encima, o un obsecuente sirviente hasta 2024
Me da vergüenza, pero confieso que inspiró el título de esta columna la película “El silencio de los inocentes”, y la escalofriante escena de la visita a la celda que aislaba a Hannibal Lecter, protagonizado por el gran actor galés Anthony Hopkins, chasqueándose la boca recordando cómo se comió los sesos de una de sus víctimas. La novela en que se basó el film se llama “El silencio de los corderos”. Traslado su rúbrica a la escena política del país, ponderando si el chitón de la encarcelada, fue un “tú te callas y ponemos fin al acoso judicial” con que el Gobierno jaqueó a Gabriela Zapata, la examante de Evo Morales. Fue precio del silencio de una que sabía mucho y que tal vez vendió su entrepierna a cambio de tráfico de influencias que la enriquecieron más de 400 por ciento en un año. ¡Eso sí que es ganar millones pasándola bien!
Propició mi reflexión enterarme que la Fiscalía ha sobreseído cuatro de sus diez imputaciones. Las más delicadas, aclaro. Las restantes tal vez difícilmente merecerán los 12 o 15 años de cárcel que algunos oficialistas mencionan, a tiempo de rasgarse las vestiduras como fariseos. La cortesana estará libre para gozar de su fortuna a los treinta y pocos, quizá acogida con adulación por una “high society” paceña que respeta más el dorado metal que las neuronas del cerebro que degustó el caníbal.
No es positivo para un prorroguista Presidente que traigan a la palestra pública el escándalo de la Zapata. Junto con el lío de la Achacollo, son el Talón de Aquiles de intentos de Evo Morales de prorrogarse en la silla presidencial. Creo que el tráfico de influencias puede ser el efecto, pero la causa es la rijosidad de un pastor de llamas, luego “lata-puku” en banda de música, luego dirigente sindical, luego diputado y luego Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Será con carácter vitalicio, tanto la presidencia de las centrales y sindicatos cocaleros del Chapare como el último cargo, si él mismo y los cocaleros se salen con la suya. ¡Eso sí que es ganar millones pasándola bien!
Un reciente artículo de Andrés Oppenheimer sobre el costo del reciente viaje de Nicolás Maduro a festejar los 90 años de Fidel Castro, es una muestra de la prepotencia de un régimen tildado hoy de tiranía. Casi 400.000 dólares despilfarrados en una delegación de tres aviones, ochenta personas entre músicos, bailarines, familiares y amigos, en un país que podía malgastarlos en época de vacas gordas del petróleo a 146 dólares el barril. No fue el único despilfarro. Ya van tres viajes de Maduro y frondosas delegaciones; en su reciente viaje a China malgastó un millón de dólares, siete millones de bolivianos. ¡Eso sí que es malgastar el dinero de los ciudadanos!
Hoy el petróleo está a menos de $us 50 el barril y Venezuela sufre consecuencias que la está matando según la revista Time, un país “en ruinas” con la “inflación más alta del mundo” (Oppenheimer dixit), una economía en picada, con estantes de supermercados casi vacíos, colas insoladas para comprar cualquier cosa y cientos de miles cruzando la frontera de la vecina Colombia para adquirir medicinas y víveres, amén de llantas y repuestos. Muchos no retornan.
¿Existe una versión boliviana? Lo primero que se me viene a la mente es que Venezuela tenía un ingreso per cápita en 2014 casi tres veces el de Bolivia. En la época de Hugo Chávez se tiró por la borda ingresos petroleros de $us 70 mil millones/año. Algo común entre esa Venezuela y la Bolivia de Evo Morales es el socialismo del siglo 21.
Un senador boliviano opositor, hostigado el pobre dizque por no tener libreta militar, intentó una aproximación comentando sobre Evo el galán, el bailador, el derrochador de la plata de los bolivianos. Evo será recordado por muchas cosas, en su devenir de inicio humilde con su chompa a rayas, que rebajó su sueldo, eliminó los gastos reservados y fue para algunos afectos a las apariencias el Presidente que menos ganaba en todo el continente (al menos hasta que apareció Mujica en Uruguay). Sin embargo, en seis años de Gobierno aumentó su patrimonio más de tres veces y ya era millonario en 2012.
Especuló el senador que algo no cuadraba, “suponiendo que lo ahorraba todo, sin pagar ningún gasto, ni siquiera los antojos de su novia, o el pago de pensiones de sus hijos”. Un quizá cínico Evo culpó el aumento de su patrimonio a que tenía “guardaditos” medio millar de ponchos que le habían regalado. Yo voy más allá. Especulo que Evo es un traga de balde poderoso, alguien que no paga ni viajes ni comida en el lujoso avión que lo lleva de aquí para allá. Se le adeudará una millonada por viáticos en el futuro. Eso, sin contar cartas y espadas. Como disponer cual si fueran suyos de dineros del Fondo Indígena, dicen, para celebrar su asunción folclórica en Tiahuanaco. Sin hablar de contrasentidos de sus megalómanas obras, casi todas mal hechas y con sobreprecio sospechoso.
¿Será que en Bolivia reina el silencio de los corderos, o se rescatará de los cocaleros el país en las urnas? Eso se verá en las elecciones de 2019: otra vez Evo y su entorno encima, o un obsecuente sirviente hasta 2024. Una pena que acá no funcionaría la Operación Lava Jato, como en Brasil.
El autor es antropólogo
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO