Lo humano y lo político
Hay distintas versiones sobre la presencia y participación campesina indígena en la política y sobre su rol en el poder político. Todas ellas están vinculadas a las lecturas y prácticas de politización que con matices marcan las diferencias interpretativas y, en la actualidad, el balance de su incidencia. El asunto no es menor puesto que la presencia campesina indígena desde la llegada de Evo Morales al poder a la fecha ha sido incremental y ha ido contaminado todo el espectro político del país, imprimiendo una virtual hegemonía de dominio territorial y, con ello, de control de los recursos institucionales del sistema político y del Estado.
Sin embargo las interpretaciones son disimiles. Para unos la deriva del movimiento campesino indígena va en contra ruta de sus aspiraciones y construcciones discursivas de su identidad política: la descolonización y reconstitución del orden político ancestral y milenario. Para otros, la visibilización política de estos sujetos a través del MAS y su Gobierno, expresa el proceso de emancipación nacional-popular que se realiza con la llegada de Evo Morales al poder político. Según ello, es el movimiento campesino indígena quien encarna y proyecta la construcción de la nación boliviana en clave plurinacional siendo el Estado y el Gobierno de Evo Morales su concreción material e instrumento de conducción.
Así, para unos la presencia campesina indígena en el poder es una farsa y una impostura, una traición de sello mayor, puesto que es tan sólo una nueva reiteración del gatopardismo de la política criolla mestiza que nuevamente a nombre de los indios y campesinos reconstituye la estructura y el poder colonial. Ahora, quizás, con mayor fuerza que en el pasado porque se tiene a un indio campesino en la cabeza del poder y, de esa manera, un conjunto de efectos simbólicos y discursivos que ello representa. Ahora sí, según esta narrativa, la vieja casta encomendera a través de sus hijos más desprolijos, bastardos y resentidos domina y ejerce una efectiva hegemonía. Una antiquísima aspiración oligárquica hecha realidad: lograr la domesticación de la irreverente e impoluta base social. Por ello, la presencia campesina e indígena en los espacios de poder es un fiasco, una careta que oculta, mistifica la reconstitución y renovación oligárquica acorde a los nuevos tiempos de modernización y democratización social. Según ello, no hay nada que hacer, vivimos una derrota más de entre los que ya han acontecido a lo largo de los siglos de dominación colonial y, como es habitual, corresponde resistir, huir, resistir y volver.
Para otros, propiamente el oficialismo, la presencia campesina e indígena en la política y en el poder estatal es la señal contundente del despliegue de un proceso incremental de “indianización” del país puesto que marchamos y marcharemos al ritmo y en función a esta hegemonía política. No hay proyecto alterno a ello, ni hay forma de revertir el proceso. La articulación de un proyecto indio campesino (particular) con una visión de izquierda marxista (universalista) ha resuelto el asunto de la nación boliviana abriendo el horizonte político y social a un real proceso de modernización y, se dice, de emancipación colectiva. Todo lo que se requiere es cerrar filas con este proyecto de construcción de la nación estatal en la que el sujeto central es el Estado/Gobierno como el principal instrumento y motor de la transformación económica, social, política y cultural del país.
Ambas son concepciones binarias y simplistas que no asumen la complejidad de la constitución campesina indígena en el país como sujeto y factor de poder. Una, se limita a ensañarse contra ella por no encasillar su impronta a lo que se dijo, pensó y ambicionó que fuera. La otra, maniqueamente le confiere un rol histórico transcendental útil para garantizar una reproducción instrumental del poder. Al parecer, lo innegable es que la presencia e incidencia campesina e indígena en la política y en los espacios del poder público, requiere una renovación de lecturas y narrativas que fundamenten de mejor manera la identidad política de este sujeto. Tarea que ciertamente debemos realizar para comprender con mayor amplitud el derrotero del actual proceso político.
El autor es politólogo, Presidente del Colegio de Politólogos de Cochabamba y docente de la UMSS.
Columnas de FERNANDO L. GARCÍA YAPUR