La camiseta
Nunca he sido hincha de los slogans y banderas, pero qué le vamos a hacer, a veces la vida nos cuela algunas camisetas en el ropero aunque le queramos hacer el quite y terminamos con camisetas ineludibles. Ésta de hoy es una de esas.
Al final del día, una llega a su casa después de una jornada completa de trabajo y quisiera descansar, ver tele, leer, lo que sea que le dé un poco de respiro y variedad a la vida, pero resulta que todavía había faltado limpiar, cocinar, lavar platos, atender niños, mascotas, abuelos, papás, familia extendida, pensar en la comida de mañana, quizás cocinar incluso antes de salir a trabajar mañana en la mañana, ir al mercado, lavar ropa, el colegio y los materiales de los niños, los trabajos prácticos (esos nunca faltan) las tareas, las actividades extracurriculares. La lista es larga, tener familia, casa, mascotas, jardín… es maravilloso, pero es trabajo.
Al final, la vida y todas estas delicias de la cotidianidad son una empresa conjunta, ¿no? Pues no. Para muchas, muchísimas mujeres en nuestro país y en todo el mundo no había sido tan conjunta la empresa de la vida familiar cotidiana. A estas mujeres, además del trabajo, les tocan estos “pluses” porque, como dicen algunos poéticamente, la mujer es el pilar y el alma de la familia. Bueno, no gracias. Yo hago el trabajo porque me toca, porque lo justo es repartirse estos pluses, pero no me tocan a mí porque soy mujer. No tengo vocación de pilar y dudo que cualquier niña sueñe con un futuro de pilar, columna, soporte, centro, motor o cualquiera de estas cosas que lo que tienen en común es que cargan peso.
Ya deberíamos superar estos roles rígidos e injustos y la falsedad poética que los quiere encubrir. Cuando su mamá se jubila y le ayuda a cuidar a sus hijos, le está ahorrando dinero que tendría que pagar para que otra persona los cuide. Cuando tiene familiares enfermos, niños pequeños, personas de la tercera edad, personas con discapacidad y los cuida su esposa, su compañera, su madre, sus hijas, sus hermanas, le están ahorrando dinero. Todas estas mujeres en su vida le ahorran tiempo y dinero.
Estoy cansada de ver en las estadísticas económicas que “ama de casa” o dedicarse a “labores del hogar”, que no son pocas, equivale a no tener ocupación y no clasifica dentro de la población económicamente activa. Ahorrar dinero es una actividad económica. Asumir todas las labores que de otra manera habría que pagar no es poca ocupación y es definitivamente un aporte económico a la familia y a la sociedad que merece ser reconocido.
Ya me han dicho que con estos argumentos quiero monetizar “el amor y el cuidado”, pero esto es un burdo chantaje sentimentalista. Lo que quiero es que se reconozca el aporte económico que esta actividad representa para la sociedad y para el país porque eso es lo justo. Las tareas de cuidado no son solamente un asunto familiar, son un asunto social. También me han dicho que en Bolivia no se puede, por eso de país pobre y que el Estado tiene prioridades y asuntos más urgentes. Pamplinas. El reconocimiento del aporte económico del 50% de la población nacional es una prioridad que podemos ir atendiendo con políticas municipales de cuidado, podemos dar el ejemplo.
Quiero que en el siglo veintiuno esta empresa de una vez sea verdaderamente conjunta y que se redistribuya esta inversión de tiempo de manera justa y con responsabilidad de todos los involucrados, incluyendo desde luego al Estado, para que estas mujeres tengan oportunidades de realizarse también laboral y académicamente y no sólo familiarmente.
La autora es socióloga, Ph.D. en Ciencia Política. Coordinadora de Investigación Social en Ciudadanía
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