Al borde del desastre
Las ciudades a medida que se van desarrollando debido al crecimiento demográfico y expansión de la mancha urbana, van evidenciando una serie de “problemáticas”, que dentro del lenguaje técnico se llaman, “riesgos”. El riesgo es la probabilidad de que un fenómeno de origen natural, socio-natural y/o antrópico se convierta en un “desastre” a no ser que éste tenga la atención de una sociedad determinada en trabajar en dos de sus componentes, la “amenaza” y la “vulnerabilidad”.
Sin entrar al campo teórico-conceptual profundo, pero por la importancia de los términos y su relación con la problemática a tratarse, es vital describirlos de manera ágil. La visión alternativa a la “atención a la emergencia” se llama “Gestión de Riesgos” (GdR), está conformada por dos componentes: Amenaza y Vulnerabilidad. La primera es un factor externo con potencial para provocar daños sociales, ambientales y económicos en una comunidad durante determinado periodo de tiempo. Por su parte la “vulnerabilidad”, de carácter eminentemente social, indica la probabilidad de que una sociedad y/o ecosistema se vean afectados por el impacto de esa amenaza, en un determinado tiempo y contexto. A este componente se ha incorporado el factor de “resiliencia”, que es el estado en que una sociedad se encuentra para afrontar esa amenaza.
El caso particular de la ciudad de Cochabamba o mejor el “área de conurbación”, en estos últimos años ha venido desnudando estas amenazas y vulnerabilidades que muy poca atención han recibido por la sociedad en su conjunto, generando una brecha muy corta entre el “riesgo” y el “desastre”. Es más, la temática de la GdR es un campo aún desconocido en los niveles públicos y privados, habiendo tomado mayor fuerza aquellos vinculados con la “sostenibilidad”, “género”, medio ambiente”, etc., pero lo interesante es que la GdR se vinculan con todos estos con mayor o menor fuerza. Los “riesgos ambientales urbanos” cabalmente abordan la temática del crecimiento de la ciudad y los problemas de orden ambiental que estos pueden generar.
Contextualizando el área de Cochabamba, se visualizan como principales amenazas el crecimiento demográfico carente de servicios, infraestructura, colapso de las redes de alcantarillado, plantas de tratamiento saturadas, la basura, etc., que es de carácter “antrópico”, el cambio del microclima existente (natural), producto de la deforestación y degradación ambiental (socio-natural), la erradicación o pérdida de flora y fauna en la laguna Alalay (antrópico) y otros factores no menos importantes que son conocidos por todos los que habitan este valle.
Por su parte, el otro componente de la GdR que es la vulnerabilidad, que está ligada con el factor social, una vulnerabilidad latente en nuestro medio es la falta de recursos para la atención de problemas latentes (económico), por lo menos eso es lo que se escucha de las autoridades, o más bien una vulnerabilidad “política”, ya que muchas de las acciones están más dentro de ese campo y fuera del campo técnico. Esta realidad está generando una alta vulnerabilidad “ambiental” que se liga a los dos anteriores y también al factor “educativo”, porque dejamos solamente a las instituciones de voluntarios quienes sean los que generen sensibilidad y tomen acciones concretas ante estos procesos de degradación ambiental que se están dando, con limitados logros.
Estamos al “borde del desastre” porque los riesgos ambientales urbanos citados en el presente artículo están mereciendo poca atención por todas las instancias de la sociedad en su conjunto, es importante reconocer que la labor no es solamente de aquellos que se encuentran en situación de autoridad, que sí tienen un rol protagónico y mayor responsabilidad es cierto, pero la atención es de todos nosotros.
El autor es arquitecto
Columnas de FABIÁN FARFÁN ESPINOZA