Rememorando octubre negro
Los militares, al verse superados en número por los movilizados, además de que en esos días varios jóvenes se habían escapado de sus regimientos, y ante un inminente choque con saldos bastante trágicos, los dejaron pasar sin ningún inconveniente
No cabe duda de que uno de los momentos históricos más importantes y trágicos, ocurrido en la primera década del siglo XXI en Bolivia, fue la revuelta social que comenzó el año 2000 con la denominada “Guerra del Agua” y término en 2003 con la “Guerra por el Gas”, ésta última como rechazo a la exportación del gas a Estados Unidos por puertos chilenos. El saldo funesto de este último suceso fue de 67 fallecidos y más de 400 heridos. A este ciclo de movilizaciones se lo conoce como la culminación del periodo neoliberal y de la crisis de la democracia representativa.
Lo que rememoraremos en este breve artículo, son los hechos ocurridos en la localidad de Patacamaya el día miércoles 15 de octubre de 2003, que precipitó la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada. Los mineros de Huanuni habían llegado por la madrugada a Patacamaya en volquetas, repletos de insumos y cartuchos de dinamita, que eran para reforzar las movilizaciones en las ciudades de El Alto y La Paz, pero fueron interceptados a media mañana por el Regimiento Calama y Tarapacá con tanques y tanquetas blindadas, además de los efectivos policiales. Los militares y policías empezaron a dispersar con gases lacrimógenos, a disparar a quema ropa y a reventar las llantas de las volquetas, donde los mineros respondieron con dinamitazos y los vecinos con piedras, el saldo funesto de ese día fue el fallecimiento de dos mineros de la mina La Salvadora y una mujer gravemente herida, que falleció horas después de ser auxiliada rumbo al hospital. Después de dos horas de enfrentamientos, los efectivos militares se replegaron hacia la “rotonda” que conecta con Chile, los mineros y vecinos se volvieron a reunir para levantar a los muertos y llevarlos a la carretera principal, que conecta La Paz-Oruro, y velarlos a la altura de la Plaza Avaroa.
La noticia fue difundida por los medios de comunicación y empezaron a llegar por la noche y al día siguiente campesinos de diferentes provincias, además de mineros, comerciantes, fabriles y estudiantes universitarios de Oruro, la gente estaba furiosa y el objetivo era romper el cerco militar-policial que se habían reforzado con más efectivos del Regimiento de Curahuara de Carangas e Ingavi de El Alto. Patacamaya quedó pequeña para acoger a tanta multitud, los vecinos se organizaron para cocinar y brindarles un espacio para pernoctar la noche. Las últimas determinaciones era salir al día siguiente, viernes 17 de octubre, de madrugada rumbo a La Paz. Los militares al verse superados en número por los movilizados, además de que en esos días varios jóvenes se habían escapado de sus regimientos, y ante un inminente choque con saldos bastante trágicos, los oficiales a cargo del cerco en un mutuo acuerdo con los dirigentes mineros y campesinos, dejaron pasar sin ningún inconveniente a los movilizados, este hecho fue un antecedente de que se avizoraba el fin del gobierno de Sánchez de Lozada, por la tarde presentó su renuncia y huyó hacia los Estados Unidos.
El autor es sociólogo y economista, miembro del EPRI-CCI.
Columnas de EFRAÍN GÓMEZ LARA