Chile: Nuevo mensaje electoral
De acuerdo a una dirigente del oficialismo, los resultados de las elecciones del domingo muestran “enojo hacia el sistema político ligado al sistema económico de una manera poco correcta”.
En las elecciones municipales que se realizaron el domingo pasado en Chile ha ganado la oposición, aglutinada en “Chile vamos”, organizada alrededor de la figura del exmandatario Sebastián Piñera.
Asimismo, se ha incrementado a niveles sin precedentes la abstención, que alcanzó un 60 por ciento, y se puede señalar que el país vecino ha ingresado en un tiempo en el que puede profundizarse la polarización ideológica interna, en medio de un creciente rechazo de la ciudadanía, particularmente jóvenes, al sistema político-partidario vigente.
Se trata, señalan los entendidos, de que desde la recuperación de la democracia los actores políticos se han ido encerrando en sí mismos y más allá de ser relativamente eficientes operadores en tiempos de campaña (cualidad que también la han ido perdiendo) no pueden interpretar las demandas de una población que exige mayor transparencia en el manejo estatal, mayor participación ciudadana y un proceso de readecuación institucional del sistema democrático a la realidad actual.
Fácil colegir es que en muchos países latinoamericanos esas actitudes son conocidas y han precedido a la insurgencia de propuestas de distinto grado de radicalidad y orientación ideológica de las que, pasado el tiempo, se va develando como sus portadores fueron instalándose en el imaginario ciudadano como nuevos operadores con capacidad de reencauzar procesos de amplia participación con estabilidad económica, pero que, lamentablemente, no se percibía cómo podrían terminar.
Adicionalmente, Chile muestra otro problema que ha aquejado a muchos de nuestros países. La incapacidad de impulsar nuevos liderazgos y generar nuevas visiones correspondientes a los profundos cambios que viven nuestras sociedades. Por ello, no es casual que la actual Mandataria chilena, que culminó en forma exitosa su primera gestión de Gobierno, haya optado por la reelección y ahora sufre una mayoritaria desaprobación y que quienes se perfilan como candidatos en las siguientes elecciones presidenciales sean los exmandatarios Sebastián Piñera, en la derecha, y Ricardo Lagos, en la centro-izquierda; es decir, nada nuevo bajo el sol.
Adicionalmente la corrupción estatal, fenómeno que en Chile se presumía que no afectaba al sistema político, ha influido en la decisión electoral. De acuerdo a una dirigente del oficialismo, los resultados de las elecciones del domingo muestran “enojo hacia el sistema político ligado al sistema económico de una manera poco correcta” o, en palabras del presidenciable Lagos, “… tal vez el muro de contención entre dinero y política no fue suficientemente fuerte (…) y el interés partidista estuvo por encima del interés del país”.
En clave boliviana, si se consolidara la candidatura de ambos exmandatarios y uno de ellos es elegido, las perspectivas de nuestras relaciones son poco halagüeñas. Ambos han tenido posiciones muy duras respecto al Gobierno nacional y se puede estimar que no será fácil entablar espacios de diálogo con ninguno de ellos, reconociendo, empero, que en la política internacional hay condiciones que pueden cambiar.
En todo caso, el mensaje de las elecciones regionales chilenas es que hay cansancio en la ciudadanía por la falta de renovación de liderazgos, de propuestas de Gobierno y de transparencia en la administración estatal.