Frente al agua escasa
Nuestro país enfrenta una de las peores sequías de los últimos años; hasta julio pasado, un total de 87 municipios se declararon en emergencia por la sequía; en Cochabamba fueron 25 declarados en desastre.
Por si fuera poco, la situación de escasez de agua, ha reavivado situaciones de conflicto. Se puede citar un reciente caso de Sacaba, donde pobladores de Larati, cerraron las compuertas de la Laguna Huayllata que provee agua al Distrito I y 27 comunidades de regantes de este municipio, arguyendo la situación de escasez de agua; esto ocasionó que pobladores del Distrito I realicen bloqueo por varias horas en la vía al oriente boliviano. Similares casos, y algunos más graves, se repiten en Cochabamba y en el país.
Un aspecto que resalta en estos conflictos es la actitud que tiene cada parte del conflicto. Los que tienen la fuente de agua en su jurisdicción se sienten “dueños” de la misma y no ceden; los que se proveen del líquido elemento se sienten vulnerados en sus derechos y exigen atención de las autoridades.
La situación de escasez de agua que vivimos, sin embargo, nos convoca a un cambio de actitudes y prácticas en relación al agua. Los que se sienten “dueños” y obstruyen la provisión de agua, tienen el desafío de abrirse al diálogo y consenso, considerando lo que dice la Nueva Constitución, que “el agua es un derecho humano”. Los que se sienten “vulnerados en sus derechos” tienen el desafío de ser más propositivos, no sólo “esperar” que los otros les sigan proveyendo agua o esperar que las autoridades solucionen el conflicto. Se trata de proponer ideas creativas, viables, estar dispuestos incluso a invertir para tener su propio sistema de agua. En algunos lugares ya se implementan por ejemplo sistemas de cosecha de agua de lluvia en domicilios urbanos, algo así como los aljibes que existen en el área rural.
A propósito de esto, un informe difundido por las Naciones Unidas en marzo pasado, señalaba que la escasez de agua obligará a la búsqueda de fuentes no convencionales, como el agua de lluvia, nieve derretida o aguas residuales recicladas.
Por otro lado, la situación de escasez de agua, nuevamente nos enfrenta con el problema de la contaminación de las aguas. El agua es escasa y ¿qué hacemos para no contaminarla o al menos mitigar la contaminación? Cada habitante contribuye en la contaminación al hacer uso de las aguas en sus domicilios (cocina, baños, lavanderías, etc), ni qué decir de las industrias. El desafío aquí, primero, es informarse sobre la contaminación de aguas residuales, luego asumir una actitud proactiva para ser parte de la solución no sólo del problema, cumpliendo y haciendo cumplir las normas ambientales vigentes.
La situación de escasez de agua por tanto nos convoca a asumir actitudes de diálogo, consenso, solidaridad, siendo propositivos, proactivos con ideas creativas viables, con base en las normativas ambientales vigentes. Acudamos a ese llamado.
La autora es ingeniera agrónoma y antropóloga.
Columnas de ELIZABETH VARGAS SOLÁ