El desarrollo urbano y la laguna Alalay
La ciudad de Cochabamba desde sus orígenes se formó y creció en un espacio físico rodeado de ríos, lagunas, bosques, maizales y otros cultivos, con tierras altamente productivas en medio de un clima envidiable influenciado por la cordillera del Tunari. Con semejante ambiente ecológico-productivo, con el devenir del tiempo, parecía estar predestinada a convertirse en una de las mejores urbes de América Latina y el mundo. La naturaleza nos dio los recursos más importantes para que sea así; por eso, creció la agricultura y junto a ella la gastronomía y el turismo que acompañados de la bicicleta como medio principal de transporte urbano, posesionaron la identidad cultural, ecológica y costumbrista K’ochala con marca propia. La ciudad y el campo, el área urbana y rural formaron un hábitat armonioso, complementario e indivisible donde los límites físicos eran más administrativos. Por la fuerte influencia agraria, las viviendas en esta ciudad se construyeron rodeadas de huertos y jardines donde el río Rocha y sus afluentes, junto a las lagunas Alalay, Coña Coña, Cuéllar y otras desaparecidas, servían para riego, pero también de piscinas populares, donde los jóvenes y niños se bañaban o se hacían excursiones familiares los fines de semana. Estas aguas, además eran las mejores estabilizadoras y mejoradoras del clima. La laguna Alalay, por ser la más grande y cercana a la ciudad, con el mayor espejo de agua, aportaba con más humedad al ambiente semiseco en las estaciones de otoño, invierno y primavera, mientras la estación lluviosa de verano servía para reponer el agua de estas lagunas y otras fuentes hídricas devolviendo la humedad necesaria para la producción agrícola en el campo y el aire fresco y lozano en la ciudad.
Sin embargo, en estos 40 años de abandono por las autoridades municipales y gubernamentales del cuidado y preservación de la laguna Alalay y otras fuentes hídricas como el río Rocha, las funciones saludables que cumplían estos recursos naturales han desaparecido y cambiado totalmente. Si en el pasado la laguna Alalay fue la mejor y mayor estabilizadora climática que acompañó el crecimiento urbano de esta ciudad, ofreciendo un aire fresco a la población, ahora es la mayor contaminadora del aire, emitiendo gases tóxicos, provocando la muerte de los peces y poniendo en riesgo la salud humana. Las consecuencias se dejan sentir además con la fuerte insolación, agravada por la sequía, con un sol quemante afectando la piel humana que antes no existía. Este cambio climático, no se debe atribuir únicamente a causas naturales o al fenómeno del niño o la niña como repiten de memoria nuestras autoridades políticas para soslayar su propia irresponsabilidad e ineficiencia en la prevención y solución de estos problemas ambientales.
En el municipio de Cochabamba siempre ha faltado ese instrumento técnico tan importante e indispensable que todas las ciudades organizadas y modernas la aplican en su desarrollo que se llama planificación. No hay un plan estratégico de desarrollo sustentable en nuestra ciudad donde deberían estar incorporados los problemas del agua y de manejo de la laguna Alalay. Por eso las principales necesidades no se han resuelto y más bien se han agravado.
Específicamente en el caso de la laguna Alalay hay un equipo técnico que está trabajando en la recuperación de este cuerpo de agua que merece el apoyo ciudadano. Dado los múltiples problemas que debe afrontar, es urgente contar con un plan de manejo integral de esta laguna con la priorización de las actividades más importantes que deben ejecutarse en el corto y mediano plazo. Por lo menos hay tres tareas de prioritaria solución: agua, extracción de lodos y cercado de la laguna.
En el primer caso hay que traer el agua procesada de la planta de tratamiento de El Abra que está a punto de concluirse; si falta más agua hay que perforar pozos y mediante tubería trasladar hasta la laguna. El próximo año se construirá la segunda planta de tratamiento de aguas servidas en Esmeralda Sur que también puede aportar con este recurso. Finalmente es recomendable construir una pequeña planta de tratamiento en el área de influencia de la laguna Alalay para procesar los desechos líquidos que emiten las alcantarillas de los barrios que rodean este espejo de agua que en el pasado fueron los mayores contaminadores; con estos efluentes tratados se podrá recuperar todo el cuerpo de agua que había antes.
El autor es economista.
Columnas de GUIDO ESPINOZA TERÁN