La derecha puede frenar a la extrema derecha
Las próximas elecciones en Francia están programadas para abril de 2017. Hasta hace algunos días, muchos pronosticaba estos posibles resultados: 1) En primera vuelta la probable ganadora sería Marine Le Pen líder del Frente Nacional situado en la extrema derecha, 2) En segunda vuelta el ganador para ocupar la presidencia de la república bien podría ser Francois Fillon recientemente elegido como candidato por el Movimiento Popular (UMP) formación también de derecha y 3) El candidato del Partido Socialista --aún no seleccionado-- sería eliminado en la primera vuelta.
Sin embargo, el triunfo de Francois Fillon frente a Alain Jupé en la segunda vuelta de las primarias celebradas en el seno de la UMP, invita a modificar estas previsiones. Después del triunfo del ex Ministro de Asuntos Sociales, de Educación y exprimer ministro de la República por espacio de cinco años, los primeros sondeos sobre intención de voto arrojan datos en este sentido. Una encuesta de la organización Odoxa, publicada el pasado 25, le da el triunfo a Fillon en primera vuelta de las presidenciales con el 32%, frente a Marine Le Pen con el 22%. A su vez, otro sondeo de la organización Harris, confirma el segundo escenario antes propuesto al otorgar a Fillon el triunfo en segunda vuelta con el 67%.
Hasta antes de las elecciones primarias de la derecha, existía preocupación por el vertiginoso y sostenido ascenso del Frente Nacional. Esta preocupación fue alimentada, en los últimos días, por el triunfo de Donald Trump. Es claro que el Frente Nacional comparte muchas de las orientaciones sobre todo “nacionalistas” del presidente electo, así como de los líderes británicos que apoyaron el “brexit”. Marine Le Pen fue uno de los primeros dirigentes europeos que felicitó a Trump y que festejó su triunfo. De igual manera, en su momento no disimuló su complacencia por el resultado de plebiscito británico sobre permanencia o no en la Unión Europea. El Frente Nacional es bien señalado como la formación “populista” y “nacionalista” que se opone a los partidos y la política tradicionales y que, de ganar en una elección presidencial, modificaría radicalmente el sistema político francés.
Es interesante observar que el expresidente Nicolás Sarkozy, que terció en la primera vuelta de las primarias de la UMP, optó por un discurso político cercano a las reivindicaciones del Frente Nacional. Esta actitud, según se dijo, estuvo inspirada en el propósito de quitar al frente “banderas” y votos. Con todo, la estrategia no tuvo buenos resultados pues el expresidente fue eliminado de la contienda al quedar en un tercer lugar en la primera vuelta de las primarias.
Por otro lado, también es importante reparar en la poco prometedora situación en la que se encuentra la izquierda francesa en general y el Partido Socialista en particular. Después de cinco años de Gobierno y arrastrado, tal vez, por la baja aceptación del actual presidente Francois Hollande, los socialistas se encaminan a una segura derrota en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. La “izquierda”, incluyendo comunistas, verdes e izquierdistas radicales tiene, por el momento, siete postulantes para ser nominados candidatos a presidente. En el seno del Partido Socialista, a su vez, es muy probable una disputa por la nominación entre el presidente Francois Hollande y el primer ministro Manuel Vals. A la vista de este panorama, algunas comentaristas ya hablan del “suicidio” de la izquierda. Otros, como Carlos Yárnoz de El País de Madrid, subrayan, con innegable acierto, que “mientras la derecha a ultraderecha tienen ya sus ejércitos en orden de batalla a cinco meses de las presidenciales, la izquierda se asoma a la irrelevancia absoluta”.
El contundente triunfo de Francois Fillon en las primarias de la UMP lleva a suponer que un líder reconocidamente conservador y que no necesita apropiarse de ideas y posturas del Frente Nacional, es la mejor garantía para frenar el ascenso de la ultraderecha. Fillon, que se confiesa un católico de convicción, es visto como un “conservador” en materias sociales y un “liberal” o “neoliberal” en materia económica. El programa económico que ofrece, con base en su diagnóstico de que Francia está “quebrada”, incluye, entre otras cosas, una drástica reducción del gasto público en más o menos 110 mil millones de euros y la supresión de 500 mil puestos de funcionarios públicos. En materia social, propone el regreso a la semana laboral de 39 horas y la subida de la edad de jubilación de 62 a 65 años. A pesar de su postura conservadora anuncia que no tramitará la modificación de la ley que autoriza el aborto. Sin embargo, sí propondrá ajustes a la ley sobre matrimonio entre personas del mismo sexo, en particular en lo relativo a la adopción.
El autor es docente universitario.
Columnas de ALBERTO ZELADA CASTEDO