Un golazo diplomático peruano
Las declaraciones de Trump cpermiten anticipar una etapa en que la China tratará de llenar el vacío que los Estados Unidos dejarán
A los pocos días de posesionarse el 28 de julio de 2016, el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) dispuso que sus diplomáticos organicen en Lima una reunión de las principales naciones de las costas del océano Pacífico a la que terminaron asistiendo nada menos que los presidentes Xi Jingping de China, Vladimir Putin de Rusia y Barack Obama de los Estados Unidos de América.
Es posible que esta reunión hubiera sido originalmente planificada con anterioridad a la posesión de PPK solamente para los miembros del futuro Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP en inglés), una iniciativa del presidente Obama que dejaba fuera a dos de las más importantes potencias del Pacífico, China y Rusia. Ante esa iniciativa China intentó débilmente organizar su propia asociación de libre comercio regional, llamada la Asociación de Comercio del Asia-Pacífico (Ftaap en inglés).
En algún momento entre la convocatoria original a la reunión de Lima y el resultado de las elecciones en los Estados Unidos, el presidente del Perú dispuso que se amplíe la invitación a China y Rusia para que asistan en Lima a la reunión de los países del Pacífico. Lo hizo con reflejos dignos de un hombre mucho más joven. Fue en el momento en que se percató de que Donald Trump, enemigo cerrado del TPP, podría ser el próximo presidente de los Estados Unidos de América.
En el discurso de apertura de la reunión de Lima, PPK dijo que los países de las costas del Pacífico pueden forjar un nuevo tratado de comercio exterior. Con admirable valentía y juego de cintura dijo que China y Rusia deberían ser parte de cualquier nuevo intento de elaborar un acuerdo que rebaje o elimine las tarifas comerciales entre las costas asiáticas y americanas del Pacífico.
El presidente del Perú se ubicó por un par de días como un actor de primera línea en el escenario internacional. Donald Trump recibió una primera respuesta a su política aislacionista de corte ideológico neo populista. La recibió de un consagrado neoliberal latinoamericano y de un respetado ciudadano estadounidense como es PPK. PPK dio un gran ejemplo de cómo los intereses nacionales están por encima de las ideologías transitorias, sobre todo cuando se trata de política exterior.
Una diplomacia boliviana dotada de similar visión geopolítica podría aprovechar la iniciativa del Ferrocarril Transoceánico para poner fin a la dependencia boliviana del manejo a veces impredecible y arbitrario que Chile hace del tránsito de nuestra carga por el Puerto de Arica. Un manejo cuidadoso de este acceso alternativo por vía férrea a un puerto del Pacífico permitiría convencer a los halcones chilenos lo mucho que les conviene otorgar a Bolivia una salida libre y soberana a un puerto sobre el océano Pacífico.
Chile estuvo presente como un actor menor en el cónclave organizado por el Perú. El Gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia, si no se hubiera auto excluido de todas las asociaciones de los países del Pacífico en un afán oportunista por marcar inocuos goles antiimperialistas de corto alcance interno, pudo haber jugado un papel de gran importancia apoyando de manera frontal la excepcional iniciativa diplomática peruana.
Las declaraciones de Trump contra el TPP y la China permiten anticipar una etapa en que la China tratará de llenar el vacío que los Estados Unidos dejarán en varias partes del mundo. Se abre un excelente momento para que el presidente Evo Morales convenza a sus socios asiáticos de lo mucho que les conviene financiar la construcción del Ferrocarril Transoceánico. Debería hacerlo no por sus grandes afinidades ideológicas con la China, ya que los dos son Gobiernos ultra capitalistas disfrazados de socialismo, sino por el interés nacional.
El autor es consultor.
Columnas de WALTER GUEVARA ANAYA