La reivindicación del indio en Franz Tamayo
Franz Tamayo fue hijo de una india aimara, Felicidad Solares y, del abogado Isaac Tamayo, dueño de cuatro haciendas, situación que permitió a Tamayo acceder a una formación cultural en Europa. Abogado, poeta, filósofo, ensayista, político y periodista son las menciones que le dieron su holgada situación sumada a su talento e inteligencia. En plena Guerra del Chaco ganó las elecciones presidenciales, aspiración que quedó anulada debido a un golpe militar. Críticos nacionales como; José Antonio Arze, Óscar Cerruto, Guillermo Francovich, Carlos Medinaceli y otros, coinciden en valorar a Tamayo como uno de los grandes.
Los méritos históricos de las personas históricas no se juzgan por lo que no hayan dado en relación a las exigencias, sino por lo que dieron de nuevo en relación con sus antecesores, decía Lenin, de ahí que, para entender a Tamayo en este análisis, es necesario ir retrospectivamente en el tiempo contextualizando sus entornos, filosófico, político, social y económico que influyeron o lo han predispuesto a pensar y afirmar ideas tan polémicas, en aquel entonces y que proyecta cierta actualidad en el análisis. Su obra más importante desde el punto de vista ideológico es la “Creación de la Pedagogía Nacional” 1910, la obra fue parida de los ímpetus de Tamayo al calor de la polémica desatada por las labores de la misión belga, que luego serían recopilados en una obra con el ya conocido y famoso título, con el propósito de hacer una crítica a dicha misión dirigida por “Rouma, Georges (1881-1976).
Francovich revela que “con el propósito inicial de hacer una crítica de los sistemas pedagógicos introducidos por la misión belga, Tamayo que no era educacionista, se lanzó, más que contra esos sistemas, contra los antecedentes ideológicos de los mismos, es decir, el humanismo, el liberalismo, el cientificismo y el intelectualismo y propuso, para sustituirlos, un nacionalismo, un voluntarismo y un autoritarismo, que pueden considerarse precursores de las ideas fascistas que más tarde tuvieron influencia efectiva en la política nacional”. La obra en realidad se le va de las manos, porque relativamente no responde a su título y se orienta a esbozar una crítica antipositivista dentro de la filosofía irracionalista, sin salir de un enfoque racista de la construcción de la nación, forjando una corriente indigenista.
Las raíces del pensamiento de Tamayo son: el nacionalismo, voluntarismo y autoritarismo, se manifestó como antipositivista y un precoz anticomunismo. Siguiendo a José Roberto Arze, su racismo fue distinto del racismo de Gabriel René Moreno y Arguedas, no sólo porque reivindicó al indio mientras los otros vieron en el indio males que frenaban el desarrollo. Dentro del positivismo imperante que estimó que la sociología podía servir para diagnosticar y remediar los males de los pueblos, ambos fueron decididos practicantes de esa fe científica. Emanan de fuentes distintas, Tamayo sigue el irracionalismo alemán en tanto Gabriel René Moreno y Alcides Arguedas son positivistas.
Forjó una reivindicación del indio, aun, en el plano teórico, como en este caso particular de Tamayo, (aunque ésta, queda detenida en el límite entre lo literario y lo práctico), y no haya beneficiado al indio para nada, en un plano concreto y temporal, sino, que éste, ni se enteró siquiera; pero sí tuvo influencia posterior en la construcción de un pensamiento a favor del indio dentro de la formación social boliviana. Por otra parte, la retórica en defensa del indio tiene contradicciones en sí misma:
“El indio es una inteligencia secularmente dormida. En medio de las magníficas condiciones morales que han caracterizado siempre la historia del indio, se encuentra siempre una deficiencia de organización mental y la falta de un superior alcance intelectivo. La verdad es que el indio ha querido siempre y ha pensado poco. Históricamente el indio es una gran voluntad y una pequeña inteligencia”.(Tamayo, 1910:153)
El autor es profesor de Historia.
Columnas de MILTON MACHUCA CORTEZ