La burocracia como la Hidra de Lerna
Mario Benedetti, a inicios de lo que fuera la era de la globalización, decía que haber estado en otros países distintos a donde uno nació debería contar en el currículum como experiencia de valor cultural.
Esta entrada algo cursi me sirve para darle la razón al escritor uruguayo en este caso porque si algo puede aprender uno estando fuera es justamente aquellas experiencias positivas para el terruño de donde uno viene.
A propósito de discursos presidenciales y de cambios en el gabinete ministerial algo que me pareció fue repetido en ambos momentos por nuestras más altas autoridades de Estado fue la crítica a la burocracia; ya sea para decir que al interior de la administración pública hay enemigos del pueblo o quienes buscan su propio beneficio, la crítica fue puesta en escena por enésima vez en nuestra historia.
Al respecto no puedo dejar de pensar que el Gobierno que más oportunidades tuvo --o las sigue teniendo-- es el actual en relación a transformar la burocracia del Estado, dado que al tener la mayoría suficiente de legitimidad de votos no debería costarle mucho convencer al resto de que la búsqueda de un Estado moderno pasa por sacrificios y transformaciones en este aspecto.
Permítanme meter mi cuchara con algo que me parece ejemplificador desde dos polos opuestos a nuestros ojos. La selección de puestos en la administración pública China se la empezó a hacer como transformación a través del examen imperial chino, esto comenzó en el año 606, pero es en el siglo XIII con la dinastía Song donde se daría mayor importancia a la preparación y los títulos para la selección de cargos en la burocracia pasando así de una élite aristocrática a una élite burocrática.
Por contrapartida, el sistema de exámenes para funcionarios públicos en Europa recién se implementaría en el siglo XIX con la consolidación del Estado moderno. EEUU al terminar su guerra civil en 1865 entendió que su composición burocrática debía ser meritocrática y es a partir de ese momento que comienza su transformación.
En ningún caso las transformaciones en el sistema burocrático fueron de un día para otro. De hecho a EEUU dicen los historiadores que le costó dos generaciones barrer completamente su anterior burocracia pública por una nueva que fuera impersonal y no respondiera directamente al gobernante de turno o pensara en favorecerse a sí misma, sino con visión de hacer un verdadero servicio al Estado.
En nuestro caso, entiendo que resulte difícil pensar el trauma coyuntural que nos puede generar una transformación de la administración pública pero también debe pasar por emitir un mensaje claro de que el futuro es sin duda mucho mejor con un tipo de burocracia distinta a la de hoy, más aún cuando la idea del fatalismo determinista en las familias ya no existe: si mis padres se dedican a un rubro eso no me determina que yo también lo haré, hoy existen muchas más posibilidades de ascenso social.
Además, tener una administración pública más moderna puede ayudarnos a dejar de pensar como prioridad suprema en la política a los personalismos, logrando una mayor cohesión social programática. Finalmente, incluso a quienes nos gobiernan hoy el tener una administración pública meritocrática puede allanarles el camino porque la maquinaria de Estado funcionaría mejor y sin necesidad de controlarla tanto dejando que puedan dedicarse a otros menesteres más, y así la Hidra de Lerna sería aniquilada por completo.
El autor es politólogo.
Columnas de MARCELO AREQUIPA AZURDUY