Recuperar la iniciativa pública
Hay motivos para tener una visión pesimista de la situación actual, y si bien el país ha sabido superar situaciones semejantes, es de lamentar que no puedan impulsarse, ante los síntomas de tempestades, procesos de convergencia democrática
Sin pretender realizar un balance del primer mes de este año —que parece que será clave en la historia mundial—, lo cierto es que el resultado del referendo del 21 de febrero pasado, por el que la ciudadanía rechazó por mayoría absoluta que los actuales primeros mandatarios puedan volver a postular a sus cargos en las elecciones de 2019, han provocado tal trauma en el oficialismo que hasta ahora no puede recuperarse.
De ahí que su interés fundamental sea revertir ese resultado, pero no hay camino legal que les permita hacerlo. Mientras tanto, la administración estatal muestra crecientes síntomas de ineficiencia porque, además, se debe enfrentar nuevos problemas emergentes de la crisis internacional de la economía que al provocar la reducción de los precios de los recursos naturales que el país exporta, cambia radicalmente el escenario en el que actuaron desde 2006.
En ese contexto, decisiones como el cambio de ministros, particularmente el de la Presidencia, así como la dura crítica que hizo el Primer Mandatario a sus colaboradores, podrían ser interpretados como señales de una voluntad de enfrentar los nuevos problemas con nuevas perspectivas.
Sin embargo, a las pocas horas de que se presentan esas señales surgen otras que, más bien, ratifican una forma de conducción autoritaria, en la que las reales demandas nacionales pasan a un segundo plano para dar curso a los proyectos de poder concreto que persiguen las diversas corrientes internas del MAS y el Gobierno. La poco venturosa inauguración del Museo de Orinoca, edificado en honor del Primer Mandatario, da cuenta de esa realidad pues, además, se realizó mientras las máximas autoridades de dos pilares de la seguridad ciudadana como son el Ministerio de Gobierno y el Ministerio Público se enfrentaban. Como si eso fuera poco, la Fuerza Aérea, con el pleno respaldo del titular de Defensa, sigue incumpliendo normas que, si se tratara de otra institución, sus ejecutivos ya serían encarcelados. Así, la confianza en la palabra gubernamental sigue cayendo.
En la otra vereda, parecería que se repite una historia similar. Los voceros de las oposiciones se resisten a comprender que Bolivia ha vivido una profunda transformación que no puede ser negada como determinados operadores políticos lo hacen. Y al actuar de esa manera, reproducen, por lo general, las mismas actitudes que hicieron que la ciudadanía pierda confianza en el sistema político-partidario que se creó luego de la recuperación del sistema democrático en 1982.
Sin desconocer que no es fácil la tarea de asumir los desafíos que el país y el mundo lanzan, es lamentable constatar que los referentes de esas corrientes se debaten en el tiempo de las cosas pequeñas, parafraseando a un ilustre pensador boliviano. Enfrascados en la pugna estéril y presionados, como no ha sido visto en la actual etapa democrática, por el acoso oficial, no logran plasmar propuestas políticas alternativas ni consolidar liderazgos democráticos.
Sin duda, lo anterior plasma una visión pesimista de la situación actual, y si bien el país ha sabido superar situaciones semejantes, es de lamentar que no puedan impulsarse, ante los síntomas de tempestades, procesos de convergencia democrática a partir de objetivos que pueden ser mancomunadamente perseguidos.