Contradictio in Adiecto
Debo confesar que desde hace mucho tiempo atrás no leí un trabajo tan esclarecedor y lúcido como el titulado “Leer en Coca y leer en libro. Causalidad y Sincronicidad” del profesor Javier Medina, quien plantea no sólo la idea de que existe y seguirán existiendo muchas contradicciones en el Estado, sino que el mismo Estado Plurinacional es una contradictio in adiecto, es decir, una “contradicción en el adjetivo”, término reservado para describir aquellos casos en los que en una frase se verifica una contradicción entre el sustantivo y el adjetivo que lo complementa. Es técnicamente un tipo específico de oxímoron.
En efecto, el trabajo de Medina, que emerge como una necesidad de comprender y explicar lo sucedido con el magistrado Cusi --quien afirmó que recurría a la las hojas de coca para resolver los casos puestos a su conocimiento-- parte de la premisa de que en el caso boliviano, estamos frente a un “mal diseño constitucional”, donde la “forma Estado”, monista y occidental por esencia, encapsula a la “forma ayllu”, propia de las culturas oriental amerindias; más aún, Medina explica: “La forma Estado se basa en la razón. Tiene en el modelo fabril la lógica de su funcionamiento: producir bienes y servicios a gran escala. La Palabra: El Libro: La Escritura: La Ley es su código de desciframiento y de toma de decisiones. Burocracia. Se funda en la ley de causalidad. Su paraguas científico es la física de Newton”, en cambio, “La forma ayllu se basa en la ch’uyma. Tiene en las formas Ayni y Mita la lógica de su funcionamiento. El ritual: en este caso: Leer Coca es su código de desciframiento y de toma de decisiones. Yatiris: Sabios. Se funda en al Ley de no causalidad o de Sincronía. Su paraguas científico es la física cuántica”.
En el caso concreto del magistrado Cusi y su declaraciones en sentido de que él recurría a las hojas de coca para resolver sus fallos, no sólo eran coherentes con su condición de indígena para el cual fue postulado y electo, sino que respondían a esa otra forma “intercultural” de entender y administrar justicia que tanto pregonan los teóricos del cambio, por eso, afirma Medina: “En el molde monista, siempre saldrá con las suyas el monoteísmo político y la indianidad terminará siendo ridiculizada y raleada”, olvidando que el diseño constitucional del Estado Plurinacional, “minimiza a los indígenas, como civilización”. Realmente esclarecedoras las reflexión del profe Medina.
Al presente habría que apuntar que lo sucedido con el exmagistrado Cusi no resulta una excepción a la regla, sino todo lo contrario: si bien en el Estado Plurinacional se dicen y lanzan sendos discursos a favor de los indígenas, lo cierto es que hasta hoy, el Estado no ha cambiado su forma de entender la política ni su relación con los pueblos indígenas, no sólo porque se les ha asignado siete circunscripciones indígenas a las 36 naciones, sino también porque varios derechos, entre ellos el Derecho a la Consulta Previa, han sido vulnerados justamente por los funcionarios del mismo Estado Plurinacional (caso Itika Guasu y el Tipnis), donde el Estado (racional y occidental), se ha visto forzado a cumplir a regañadientes aquello que está declarado en su texto. Ni qué decir, con lo sucedido en Chaparina, donde la fuerza del viejo Estado acabó masacrando a los pobres indígenas, a quienes ni siquiera se les dejó marchar libremente por nuestro territorio.
De hecho, un reporte actual publicado por el mismo Ministerio de Educación, la Universidad Pedagógica y el Estudio Plurinacional de Lenguas y Culturas, da cuenta que dos (puquina y guarasug’we) de los 36 idiomas que reconoce la actual Constitución ya han desaparecido y las otras 34 están en condición vulnerable, y todo durante este Gobierno.
Estos datos, en realidad, nos muestran las contradicciones evidentes existentes en el diseño constitucional del Estado Plurinacional, el mismo que pretende conjugar dos visiones imperativamente antagónicas, como son la forma “Estado” y la forma “ayllu”, pretensión que hasta el día de hoy no pasa de ser una mera anécdota discursiva, puesto que en todos aquellos casos donde se ha revelado dicha tensión, ha sido la “forma Estado”, con toda su lógica y dinámica de por medio, que se ha impuesto sobre los indígenas, ridiculizándolos o, en el mejor de los casos, asignándoles un pequeño espacio, sólo para la foto del recuerdo.
El autor es catedrático Derecho y Ciencias Políticas / Universidad Mayor de San Simón.
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