Rebelión en Mánchester contra “econocracia”
Injustamente se califica a Mánchester como: Ugly city, nice people. Sospecho que son algunos pitucos londinenses que envidian el legado histórico de la ciudad donde nació el capitalismo. Mánchester fue la primera urbe industrializada del mundo y desempeñó un papel central durante la Revolución Industrial. En la actualidad es considerada como una de las mejores regiones para hacer negocios, tiene una de las mejores universidades de Europa, un departamento de economía de gran calidad académica y unos estudiantes rebeldes y creativos que están revolucionando la enseñanza en el área. Así mismo, doy fe que la gente de Mánchester es única y encantadora. Viví en esta ciudad gracias a una beca Chevening que me concedió el Gobierno del Reino Unido para realizar mis estudios doctorales.
Pues justamente es en la Universidad de Mánchester, cuyas aulas tuve el privilegio de frecuentar, que surgió un movimiento de rebelión muy saludable, contra la forma de enseñar economía. En el año 2012, jóvenes estudiantes fundaron el Post-Crash Economics Society’s (PCES), (http://www.post-crasheconomics.com) un movimiento poscrisis de 2008 que comenzó cuestionar las limitaciones teóricas y prácticas del modelo educativo en economía, demasiado concentrado en el paradigma neoclásico. Recordemos que éste sostiene que el mercado resuelve todos los desafíos de la economía y la sociedad.
Los estudiantes de Mánchester levantaron las banderas de la crítica y propusieron que su carrera de economía también debía incluir el estudio de la ética, la política, la creatividad y la historia y no sólo el formalismo, demasiado matematizado, de la economía neoclásica. El descontento no se quedó en esta universidad sino que se amplió a todo el sistema del Reino Unido. Similar movimiento surgió en Cambridge, la London School of Economics, Sheffield, Glasgow y otras casas superiores de estudio del mundo.
Lo interesante de este movimiento es que reivindica tres aspectos de la educación en economía. Primero, busca recuperar el idealismo y el espíritu crítico de la disciplina, cosa que se ha perdido hace mucho tiempo. Segundo, reivindica el estudio de la economía como un ecosistema donde la diversidad y la fertilización cruzada son fundamentales, rompiendo con la visión monolítica neoclásica, y tercero, llama la atención para la dimensión ética de la economía.
La rebeldía de los jóvenes contagió a afamados economistas como Ha-Joon Chang de la Universidad de Cambridge, e inclusive Andrew Haldane, director ejecutivo del Banco de Inglaterra ha entrado en la controversia y escrito el prefacio de un documento elaborado por la PCES, en el que sostiene que inclusive desde las bases del pensamiento clásico (Adam Smith), se ve la necesidad de superar el paradigma de la mano invisible del libro “La Riqueza de las Naciones” de 1776, que sobreenfatiza el individualismo. Haldane sostiene que se debe repensar la economía desde sus bases y rescatar al Smith del libro “La Teoría Moral de los Sentimientos” de 1759, donde este autor destaca la cooperación, para satisfacer las necesidades básicas de la sociedad. En este trabajo están conceptos como reciprocidad, justicia y valores en vez de valor. Las ideas de este movimiento de jóvenes ha ganado fuerza con la publicación del libro: The Econocracy: The Perils of Leaving Economics to the Experts. Joe Earle, Cahal Moran y Zach Ward-Perkins. Manchester University Press, 2016. Una traducción libre sería algo como: La Econocracia: Los peligros de dejar la economía a los expertos.
La recuperación del idealismo. Para el PCES la enseñanza de economía perdió el alma, confundió los medios (los modelos económicos) con los fines (generación de empleo, por ejemplo). Se volvió una disciplina muy instrumental y elitista, un monopolio de los expertos. Se buscó convertir a la economía en la física de las ciencias sociales que excluye al gran público. Los estudiantes de Mánchester sostienen “Vivimos en una nación (Inglaterra) dividida entre una minoría que se sienten dueños del lenguaje de la economía y una mayoría que no lo hacen”. Esta humilde columna escrita desde el Sur concuerda con esta crítica y hace muchos años busca aproximar la economía a la gente y recuperar el ajayu social de la disciplina. El sueño de la economía es que la gente viva feliz y en justicia.
Para el PCES, el estudio de la economía es como un ecosistema, es decir, un conjunto de disciplinas vinculadas a la sociología, la administración, la historia, la matemática, la creatividad, la evolución del pensamiento social que interactúan entre ellas y con su ambiente abiótico. En un ambiente crítico y abierto realizan procesos de competencia, simbiosis, desintegración y síntesis. El estudio de la economía es parte de un ciclo de aprendizaje más amplio y diverso que entiende el pasado, presente y futuro de su entorno social y económico. Más aún, cree que el entendimiento del ecosistema es polémico porque existen varias escuelas que buscan explicarlo: marxista, schumpeteriana, clásica, austriaca, keynesiana, conductual y otras.
Finalmente, la reivindicación ética de la economía. Dado el poder de influencia de la disciplina sobre la vida de las personas, para el PCES se debe rescatar la dimensión humana y ética en la enseñanza y práctica de economía. La eliminación de la pobreza, el mayor empleo, la justicia distributiva y la felicidad de la gente deben ser objetivos centrales de vida a la hora enseñar economía.
Con orgullo y felicidad descubrí que en mi Universidad se inició este movimiento estudiantil y evoqué con agradecimiento a la gente que me ayudó a asistir a esta casa superior de estudios. Hoy recuerdo a Elizabeth Coloma, boliviana que hace 45 años trabaja en la Embajada del Reino Unido, apoyando a centenas de compatriotas que realizaron sus estudios de postgrado en ese país y así contribuyendo a la mejora del capital humano en su patria.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.