Los bosques y el agua
Durante la semana pasada, se han conmemorado dos “días mundiales”, el “de los bosques”, el 21 de marzo y el “del agua”, el 22. Ambos, como muchos otros, forman parte de una política adoptada por las Naciones Unidas para promover la reflexión colectiva sobre los temas más acuciantes para el presente y el futuro de la humanidad.
En el caso de los que comentamos, tiende a imponerse el criterio de que es un error tratarlos por separado porque todos los estudios científicos coinciden al señalar que la relación entre los bosques y el agua es tan estrecha que resulta un despropósito separarlos.
Los datos que avalan esa interpretación son muchos. Y entre todos ellos, el caso de Cochabamba y Bolivia en general suele ser usado como ilustrativo. Es que todos los datos disponibles indican que tanto las sequías como las inundaciones tienen mucho que ver con la destrucción de los bosques. Y no sólo los más grandes, como los amazónicos o chaqueños, sino también los urbanos y los más pequeños.
Un ejemplo de lo dicho lo da un reportaje publicado el pasado sábado en las páginas de este matutino, según el que la temperatura en Cochabamba se ha incrementado en 2 grados centígrados durante los últimos 46 años, lo que se debería a la constante deforestación en la Amazonia y espacios verdes importantes como el Parque Nacional Tunari.
No son pues pocas ni pequeñas las razones por las que los cochabambinos tendríamos que tomar más en serio este asunto. Esperemos no tener que llegar a extremos tan dramáticos como los de Lima y todo Perú para hacer algo al respecto.
